A la tarde la consigna fue ayudar al tío Fidel con las tareas de la granja. "Ayudarlo". En realidad, querían hacer que el niño aprendiera las costumbres correctas, que conociera una estilo de vida sano y decente.
Fueron a la perrera.
Llevaron una escoba cada uno porque primero tenían que limpiar las porquerías. Había un olor a perro bastante intenso. Santi tenía miedo de que lo mordieran, pero al ver a los animalitos se le disipó al instante. Eran unos estropajos: todos huesudos, débiles, con apenas unas gotas de fuerza para poder respirar. Desde el fondo del cuartito se escuchaban los quejidos de un can moribundo.
Y más adentro, un olor insoportable.
Putrefacción.
-Uy, otra vez- se lamentó el dueño de la granja.
Había un cachorro muerto. Explicó que era por una enfermedad o algo así, que hacía rato que la padecían, por lo cual cada tanto fallecía alguna que otra mascota. Sobre todo los perros. El fin de semana siguiente iba a venir un veterinario a visitarlos y a proponer una solución.
Mientras Santi barría, su tío sacó el cadáver, hizo un pozo no muy hondo a unos metros de la perrera y lo enterró con una actitud solemne, como si de una persona se tratara.
Ahora que el piso estaba limpio, es decir, sin excrementos, sin pelos, sin cuerpos inertes, sin comida podrida, era hora de darles su delicioso almuerzo.
Los dos granjeros primero llenaron los tachos de beber con agua limpia y acto seguido vaciaron los baldes con la comida en los platos especiales de los canes.
Se trataba de frutas y verduras. Además, algunos pedazos de las tartas de la cena de ayer.
-Ñam ñam ñam, qué rico- exclamó Fidel, pero los perros ni se dieron por aludidos. No los emocionaba en lo más mínimo esta ofrenda. Dejaron la comida servida y miraron hacia otro lado. Alguno incluso la alejó de su vista con su pata esquelética.
Claro. Por eso en los platos antes había alimentos podridos: eran las frutas y verduras de los días anteriores.
-Esta enfermedad... Dios mío... les quita hasta el apetito... ¡Y con lo que necesitan comer!- se lamentó en voz baja.
Invitó a su sobrino a que salieran y los dejaran solos, que tal vez así recobrarían algo de apetito estas pobres criaturas del Señor, maravillosos seres indefensos que uno intentaba ayudar y curar y darles de...
Un cachorrito sigiloso atravesó la puerta y salió al exterior, llegó a caminar medio metro por el pasto hasta que Fidel lo descubrió.
-¡Hey... ¿adónde cree que va usted, sinvergüenza!
Y lo mató de un pisotón.
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Tres personas que salvaron el mundo
Short StoryTres cuentos de humor negro sobre personas que salvaron el mundo: Santi, un chico con problemas a quien su madre lleva a la granja de sus tíos para curarlo, don Osvaldo, un jubilado que perdió a su hijo en una manifestación popular y Dante, un remis...