La calma antes de la tormenta

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No recordaba cuando fue la ultima vez que pudo dormir tranquilamente, por lo regular no tenia mas que un par de horas y si conseguía conciliar el sueño se despertaba al poco tiempo gracias a sus pesadillas,  podía llegar a pasarla muy mal.


Se removió con pesadez en aquella cama, aun estaba algo aletargado. Sus ojos estaban acostumbrándose de nueva cuenta a la luz, además podía sentir como su pasamontañas se había desacomodado un poco, estaba algo torcido.


Cuando finalmente estuvo en sus cinco sentidos sintió un peso extra sobre su pecho, bajo su mirada sin moverse y se encontró con una de las mejores escenas que podría recordar en su vida. 


Estaba acostado en tu cama, después de haberte visitado ayer nunca se fue, se quedo todo el resto del día y de la noche haciéndote compañía. Hasta que finalmente ambos cayeron presa del cansancio. Ninguno se molesto en cambiarse de ropa, y para fortuna de el, se había quitado su equipo desde antes de llegar.


Seguías abrazada a el, usándolo como si fuera tu almohada. Las respiraciones de ambos se habían sincronizado, el subir y bajar de su pecho te había terminado por arrullar. Ahora tus piernas estaban cruzadas con las de el, haciéndole mucho mas complicado la tarea de separarse. Aunque tampoco es que tuviera prisa por hacerlo. Una manta cubría en su mayoría tu cuerpo, a el casi no, pero no le importaba. Priorizaba tu comodidad antes que la suya.


A diferencia del día de ayer podía ver como tu rostro se veía mucho mas tranquilo. Eso le aliviaba, no estaba muy seguro de como actuar o que decir, prácticamente estaba resolviendo las cosas según estaban surgiendo. Pero estaba mas que satisfecho con el resultado. 


Dejo que su mano derecha acariciara tu cabello, ocasionalmente jugando con algunos mechones enrollándolos entre sus dedos. Incluso tu cabello le parecía bonito y muy suave, imaginaba que como muchas mujeres te gustaba mantenerlo cuidado. Con su mano izquierda acariciaba el brazo que usabas para sujetarlo por la cintura, se veía y sentía tan pequeño en comparación con su mano. 


Ahora tenia un nuevo deseo y era poder tener la oportunidad de tener mas despertares como ese, sabiéndote segura a su lado. 


Por desgracia su trance se vio interrumpido cuando la puerta se abrió de golpe, la otra persona ni siquiera se molesto en tocar. 


La mirada de ambos se encontró y por un momento quiso reírse del gesto que se había formado en el rostro de aquella mujer, Ofelia, finalmente había recordado el nombre. Había toda una mezcla entre asombro, incredulidad, miedo y algo de ¿Felicidad? No estaba muy seguro.


Sin moverse de su posición, puesto que no tenia intenciones de despertarte, acerco un dedo a su labios y le señalo a Ofelia que se mantuviera en silencio. La otra joven de inmediato lo entendió y utilizando señas se disculpo para luego caminar con cuidado hacia atrás y cerrar la puerta tan sigilosamente como pudo.


Debería irse haciendo a la idea de encontrarse regularmente con aquella mujer, ya que siendo tu amiga, siempre estaría a tu lado. 


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Ahora era Alejandro quien estaba buscándote, desde el día de ayer lo había estado haciendo pero no te encontró. 

Last ChanceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora