Conversaciones...

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Observabas con detalle aquella espalda de hombros anchos, aun sin todo su equipo podrías estar segura que su figura seguiría siendo imponente. Tanto tiempo de entrenamiento físico habían marcado perfectamente su cuerpo. 

No estabas muy segura de cuanto tiempo había transcurrido, un par de segundos o quizá minutos, tu noción del tiempo estaba fuera de servicio. 

Encontrabas mas preocupante el hecho de Ghost te haya arrastrado hasta esa pequeña bodega, al parecer por algo importante. Pero que al llegar este se haya quedado delante de ti, dándote la espalda, no era precisamente algo que esperaras. 

Su lenguaje corporal denotaba que estaba nervioso, aun sin ver su rostro, el resto de su cuerpo estaba hablando. No dejaba de mover insistentemente uno de sus pies, como si el piso le estuviera quemando. Su respiración estaba acelerada, veías como sus hombros subían y bajaban mas rápido de lo normal.

Verlo así te preocupo, no recordabas haberlo visto de ese modo en el pasado. El siempre se caracterizaba por mantenerse en control y soltar de vez en cuando algún mal chiste. 

Ese hombre te había conquistado sin siquiera habérselo propuesto y aunque las cosas no resultaron como te habría gustado, tampoco le deseabas algún mal. En el corazón no se manda y aceptaste que simplemente el corazón del Teniente no latía por ti. 

Pero eso no significaba que no pudieras mostrarte interesada por su estado, seguían siendo compañeros y sabias lo importante que Ghost era para la 141. 

-Teniente... ¿Se encuentra bien? - Redujiste la distancia entre ambos. Te colocaste a solo centímetros de su espalda y con tu mano tocaste su hombro. 

Al sentir tu toque lo viste estremecerse, habías pasado por alto que Ghost no era del tipo que frecuenta el contacto físico. Quizá lo habías molestado. 

Temiendo hacerlo enojar, retiraste lentamente tu mano de su posición pero antes de poder quitarla completamente una de sus manos tomo la tuya y la volvió a colocar en el mismo lugar.

-No se por lo que este pasando pero... si en algo puedo ayudarlo - Estabas siendo sincera. Encontrabas doloroso el ver a Ghost así. 

-...Lo siento...- Aunque aquello fue dicho casi mas como un susurro, la fuerza de su voz te permitió escucharlo perfectamente. 

-¿Por que? - ¿De que se estaba disculpando? No recordabas que en ese corto tiempo te hubiese hecho o dicho algo. 

-Por la forma en que te respondí en aquella ocasión- 

-¿Aquella ocasión?-  ¿Acaso se estaba refiriendo a...? 

-Cuando me dijiste lo que sentías por mi... - 

Estabas inmensamente agradecida que permaneciera de espaldas a ti, así no tendría que ver como tus ojos se habían abierto como platos, ligeramente humedecidos y con tu boca seca, sin poder decir otra palabra.

¿Por que estaba retomando eso? Ya habían pasado meses...Además, el tenia a Urban. 

-Tarde en darme cuenta de todo... aunque en el fondo, parece que siempre lo supe- Esas palabras parecían dichas mas para si mismo.

-No lo entiendo, Teniente...¿Por que me dice esto?- Hubieras querido poder retroceder pero Ghost mantenía su agarre sobre tu mano en su hombro.

-Porque me arrepiento de lo que dije antes... - 

Finalmente cambio su posición, ahora podían verse el uno al otro. Tu mano que antes estuvo en su hombro, Ghost la seguía sosteniendo pero ahora la coloco sobre su pecho, en donde debería estar ubicado su corazón.

Te perdiste en su mirada, fue algo inconsciente, al momento de conectar con la suya ya no pudiste apartarla. Querías encontrar algo en ella que te dijera que estaba mintiendo o que por algún motivo te estaba jugando una muy mala broma. Pero no había nada de eso, no había ninguna duda en su semblante. 

-...Teniente... - Se estaba formando un nudo en tu garganta. Te parecía malditamente injusto que precisamente ahora que estabas en un "algo" con Alejandro, apareciera esta versión de Ghost diciéndote cosas que te habría encantado escuchar en su momento. 

No pudiste mas, bajaste la mirada hacia el suelo, permitiste que algunos mechones de tu cabello ocultaran parcialmente tu rostro a la vez que se te escapaban algunas lagrimas. 


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Ignoro las palabras de Rodolfo e igualmente ingreso de nueva cuenta al contenedor donde tenían prisionera a Valeria. 

Cuando ingreso se encontró con la imagen de la mujer, sentada tranquilamente en aquella silla de madera. No se le veía para nada preocupada, mucho menos temerosa, Valeria siempre había sido una mujer muy fuerte. Al parecer eso nunca cambiaria. 

-¿Cambiaste de opinión, "Vaquerito"? - cuestiono burlonamente. 

-No vine para hablar del desmadre que provocaste, cabrona... y lo sabes - Se planto delante de ella, mirándola seriamente. 

-¿Ah, no? ¿Entonces que quieres, Alejandro?  - Se acomodo en la silla, esta vez cruzando sus piernas. Fingiendo inocencia. 

-Todo este puto tiempo estuviste viva...¡¿En que pensabas al volverte narcotraficante?!... - 

-En sobrevivir, ¡Pendejo!, no a todos nos lamen las bolas en el ejercito y nos vuelven Coronel - Escupio con odio. 

-¿De que mierda estas hablando? ¡Tu también lo tenias todo para ser uno! Solo debías seguías las ordenes - Se había acercado e inclinado sobre Valeria. Sus brazos estaban a cada lado de la mujer y terminaban por apoyarse en el respaldo de la silla. 

-Yo ya no tengo que seguir las ordenes de nadie, ahora yo soy quien las da - Su mirada desafiante no despegaba del otro. 

-Escorpión de la verga... - Estaba furioso. 

-¿Que te duele mas? ¿Qué haya traicionado al ejercito o que te haya dejado a ti? - Esa sonrisa que ahora adornaba su rostro era de satisfacción. Hacer enojar a ese hombre siempre fue su hobby.

-Pensé que estabas muerta... ¡Maldición, Valeria! ... ¿De verdad me lo preguntas? - Elimino prácticamente la distancia entre ellos, sus rostros casi chocaban. 

-Awww, siempre tan romántico jajaja... me cae que eres un pendejo - 

Cuando pensaba que no podía enojarse mas Valeria siempre conseguía llevarlo al siguiente nivel. Esa mujer no sabia cuando parar. 

Con una de sus manos tomo el rostro de Valeria, logrando así apretar su mejillas, obligándola a levantar su rostro hacia el. 

-¿Ahora me vas a besar? - 

Pareciera que el tono arrogante venia de nacimiento, no se imaginaba a Valeria hablando con gentileza

-¿Eso te gustaría no, Cabrona? - Ahora era su turno de contestarle de la misma manera.

-¿No dicen ustedes "Los Vaqueros" que les gustan los retos? Anda, atrévete - 

Ante la tardanza de Alejandro, fue Valeria quien al tener las manos libres, tomo el rostro del hombre y lo acerco totalmente al suyo, uniendo sus labios en un beso. 

Last ChanceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora