El sonido de unos suaves golpes en tu puerta llamaron tu atención.
Los nervios te invadieron por un par de segundos pero lograste controlarte. Acomodaste por última vez la falda de tu vestido, asegurándote que no tuviera ninguna arruga.
Tomaste el pomo de aquella puerta y la abriste lentamente, observando como poco a poco se mostraba ante ti un hermoso ramo de rosas rojas.
-Rosas para la dama- la figura de Alejandro se dejó ver una vez que hizo el ramo ligeramente hacia un lado.
El Coronel apenas pudo ver por completo tu imagen y quedó deslumbrado.
En tu día a día ya le parecías una mujer muy bonita, pero aquel vestido rojo ceñido a tu cuerpo, dejando libres tus hombros, con un escote discreto, una larga falda pero que tenía un abertura que llegaba hasta medio muslo, permitiendo ocasionalmente que la piel de tu pierna quedara expuesta, combinado con unos tacones no muy altos en color plata; te quedaba a la perfección, resaltaba aún más tu belleza.
El maquillaje tan natural que usabas y tu cabello medio recogido, solo con algunos mechones libres a los costados de tu rostro, terminaban por complementar la obra de arte que le resultabas.
-Eres tan hermosa... - Su mirada no dejaba de recorrer toda figura. Estaba hipnotizado.
-No debías molestarte - Tomaste aquel ramo entre tus brazos, por instinto lo acercaste a tu rostro para poder deleitarte con su aroma.
-Un caballero no puede llegar con las manos vacías - Se acercó un poco hacia ti, entrando a la habitación - Y algo como esto es lo mínimo que te mereces-
Quería eliminar totalmente la distancia que había entre ambos, controlaba sus manos para mantenerlas en su lugar y luchar contra ese deseo de tocarte, de acariciar tu piel que se veía tan suave.
-Tú también luces increíble... tan apuesto - Ese traje le sentaba tan bien. Demasiado.
-Me halagas y me complace que me encuentres apuesto - La mirada que te dirigía era coqueta - Espero ser igualmente de tu agrado en otros sentidos -
Gracias a tu maquillaje es que el sonrojo que te había provocado con sus palabras se había disimulado.
-¿Nos vamos?- te extendió su brazo para que pudieras tomarlo y entrelazarlo con el tuyo por el codo.
Mientras que en una mano sostenías tu ramo de rosas con la otra te habías unido a Alejandro. Ambos se encaminaron hacia el estacionamiento de la base en donde se encontraba el vehículo que usarían para ir a su próximo destino.
——000—-
Había abandonado su habitación para ir a tomar un baño nocturno.
Después de la misión quería relajarse un poco y a esas horas esa área ya estaría completamente sola, podría quitarse sin problemas su pasamontañas.
En su andar escucho la voz de dos personas conversando, una voz femenina y una masculina, normalmente no les habría prestado atención y habría seguido con su camino sino fuera porque al pasar cerca de la puerta de la habitación en la que estaban, escuchó claramente cómo mencionaban tu nombre seguido de la palabra "Cita".
Detuvo su caminar de golpe y se acercó más sigilosamente para escuchar el resto de lo que decían.
Pronto descubrió que esa voz femenina pertenecía a esa chica que era amiga tuya, de la que nunca recordaba el nombre, el otro sujeto era un Vaquero.
-Ya quiero que sea mañana y me cuente cómo le fue - Estaba tan emocionada.
-Todo saldrá con madre, el Coronel es todo un galán-
Su respiración se detuvo.
¿Alejandro tenía una cita contigo? Y lo que era aún más sorprendente ¿Habías aceptado?
-Estoy cruzando los dedos para que así sea, ______ ya se merece ser feliz con alguien que SI le corresponda -
-Lo dices cómo si antes hubiera pasado algo -
-Digamos que un imbecil dejó ir a esa belleza que tengo por amiga ¿Puedes creerlo? La rechazó cuando se le confesó - estaba tan indignada.
-¿En serio? Wow, ¿Por que haría eso? Podría apostar cualquier cosa a que si ella se le confesara a Alejandro, sin dudarlo la haría su pareja en ese momento-
-Por eso te digo que ese tipo es un imbecil. Pero ahora _______ va a tener a su lado a un hombre que si la valore -
Lo que escuchaba dolía.
Pasando por alto que esa chica lo estaba llamando "imbecil", aunque siendo sincero quizá si era el adjetivo más adecuado, estaba siendo consciente de la dura realidad. Seguiste con tu vida y como temió, alguien más estaba aprovechando eso.
Alejandro no desperdició el tiempo como el, al mexicano no le tomó tiempo darse cuenta de lo mucho que valías.
Y mientras él estaba ahí pensando en que hacer, Alejandro había hecho un movimiento y te tenía solo para él en algún lugar fuera de la base.
Necesitaba saber en donde estaban.
—-000—
Detuvo el vehículo frente a un restaurante de apariencia muy elegante.
Primero se bajó el y caminó rodeando el vehículo por el frente para luego llegar hasta tu puerta y abrirla para ti.
-Con cuidado- acercó su brazo a ti por si necesitabas apoyarte. Era consciente que los vestidos y tacones podían no ser siempre muy prácticos para algunos movimientos.
Una vez que bajaste, colocó su mano por tu espalda, solo tocándote ligeramente, guiándote para que caminaras a la par que el.
-Bienvenidos sean, ¿Cuentan con reservación?-
-Si, a nombre de Alejandro-
-Muy bien, Sr. Alejandro tenemos lista su mesa, por favor, síganme -
El recepcionista tomó dos menús y posteriormente los guió hasta la segunda planta del lugar. La zona estaba al aire libre, hermosamente decorada con rosas, había algunos pétalos regados por el piso, la iluminación con ese tono cálido ayudaba a mantener ese ambiente romántico.
Al centro de esa área se encontraba una sola mesa, era su mesa.
-¿Reservaste todo esto para nosotros? - aquello debió resultar muy costoso.
-Para ti... - Su brazo paso de estar en tu espalda a bajar a tu cintura, acercándote más a él
-Pero... esto es mucho- Te apenaba que tuviera que gastar tanto en ti.
-Si se trata de ti, no escatimaría en gastos. Y te lo dije ¿No? Que tendrías más cenas a la luz de las estrellas -
No tenías palabras para expresar lo que estabas sintiendo en ese momento , ese hombre tenía una respuesta para todo y cada palabra que salía de su boca solo lograba encantarte cada vez más.
-Gracias, por todo esto... - Giraste un poco tu cuerpo para poder quedar frente a él.
-La noche apenas comienza, querida - Su mano libre acariciaba tu mejilla para luego acercarla más a tus labios, pasando su dedo pulgar muy suavemente sobre ellos, sin quitarte ese labial rojo que usabas.
Estaba muy tentando a besarte.
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Last Chance
RomanceCuando eres un soldado que puede morir en la siguiente misión, lo ultimo que deseas es quedarte con arrepentimientos. Por ello fuiste sincera con la persona que amabas pero las cosas no resultaron como lo esperabas. Ahora es el turno de cierto Fant...