Mirabas las manecillas de aquel reloj de pared en el comedor.
Era primera hora y la mayoría estaba ahí para tomar el almuerzo. En tu mesa se encontraban mayoritariamente tus compañeros de escuadrón, quienes estaban muy concentrados en su propia conversación.
La única persona ahí que te noto distraída fue Ofelia.
-¿Estás esperando algo? - su pregunta te hizo girar rápidamente a verla.
-Se podría decir ... - recordar los planes que tendrías hoy, recordar a Alejandro te causaban un sonrojo.
-¿Se puede saber que? - Se inclinó hacia adelante, apoyando la parte superior de su cuerpo sobre la mesa, dedicándote una mirada entre curiosidad y complicidad.
-Pues... hoy tendré una cita - le susurraste al oído, procurando que los demás no escucharan.
-¡OMG! ¿Con quien? ... - A pesar de su sorpresa y sus expresiones, trataba de mantener su tono de voz igualmente bajo.
-¿No es obvio? -
-Espera... ¿El Coronel? - El rostro de asombro que tenía Ofelia en ese momento era gracioso. Lucía como cuando unes todos los puntos de una historia y descubres el gran misterio.
-Bingo -
-_________, veo que no perdiste el tiempo, jajaja ¡Felicidades! - Juntó sus manos con las tuyas para apretarlas en señal de apoyo - ¿Y estás lista? -
-No, esperaba pedirle a Rudy de favor que me llevara a la ciudad, no tengo nada lindo que ponerme. No puedo ir con ropa táctica -
-¿Qué estás esperando? Vamos a buscarlo y en cuanto regreses a la base ven a buscarme, yo te ayudare con el maquillaje y peinado -
Te enterneció ese gesto de su parte, ella era la única persona que sabía tu historia, no había nadie mejor para comprender que esto que pasaba era un gran paso para ti. Genuinamente estaba feliz por verte con alguien más.
—000—
Convencer al segundo al mando de los Vaqueros no fue difícil, en parte porque Rudy quería ser cómplice de aquello.
Conocía a Alejandro desde hacía ya mucho tiempo, prácticamente crecieron juntos, y más que compañeros eran hermanos. Lo había visto pasar por muchas cosas, buenas y malas, e incluso hubo algún momento en que lo vio enamorado pero las cosas no terminaron nada bien.
Por eso, el verlo ahora nuevamente interesado por alguien más, significaba que estaba abriendo su corazón por segunda vez. La idea de verlo ser feliz y formar un futuro le alegraba tanto. Y el hecho de que fueras tu a quien había elegido era como un plus a toda la ecuación.
Sin perder tiempo se escaparon de la base, no le podían decir a Alejandro, no querían arruinar la sorpresa. Además contaban con el apoyo del resto de Los Vaqueros, quienes se encargarían de distraer al Coronel en caso de que empezara a preguntar por cualquiera de ustedes.
Rudy conocía perfectamente la ciudad, así que sabía muy bien a qué lugares llegar. Las Almas no era como la zona urbana, no había tantos negocios y la variedad tampoco era mucha. Quizá algunos estilos no serían totalmente de tu agrado pero sin duda encontrarían algo perfecto para la ocasión.
La tarea de Rodolfo sería ayudarte a elegir un vestido, tú tomarías varias opciones, te cambiarías en el vestidor y después saldrías para que Rodolfo diera su voto.
Tenían el tiempo muy contado, así que procuraste ser rápida. Después de haberte probado varios modelos finalmente encontraron uno en el que ambos estaban de acuerdo. En seguida fueron al siguiente negocio, necesitabas ahora unos zapatos que combinaran. Por fortuna eso te tomo menos tiempo comparado con el vestido.
En su regreso a la base Rudy trato de ir lo más rápido que pudiera, aún tenían que prepárate y no faltaba mucho para la hora pactada.
Estabas en deuda con Rudy, los hombres por lo general no disfrutan el tener que ser acompañantes al momento de ir de compras, pero él estaba tan interesado como tú en que todo fuera perfecto, opinaba y te daba consejos.
Solo podías pensar en lo afortunada que sería aquella mujer que tuviera a Rudy como pareja.
—000—
-Si te quedas quieta me harías mas fácil esto-
La otra mujer tomaba tu rostro con una mano mientras que con la otra sostenía un delineador, había tenido que rehacer el delineado en tu ojo izquierdo ya que al estornudar le hiciste equivocarse.
-Fue sin querer - te defendiste. Detener un estornudo era incómodo.
-Tenemos el tiempo encima y aún me falta peinarte, ¡Dios! tengo que dejarte hecha toda una Reina -
-¿No crees que estás exagerando? - Te resultaba muy gracioso la seriedad con la que se tomaba su tarea.
-Mi mejor amiga está por tener una cita con un Coronel Mexicano de las Fuerzas Especiales, ¡Por supuesto que no exagero! Hasta creo que estoy más emocionada que tu, mujer -
Ambas terminaron riendo por aquello.
Le permitiste que siguiera con su trabajo y te dejara como una "Reina". Aún quedaba una hora antes de que Alejandro pasara por ti.
—000—
El Coronel Alejandro Vargas tenía todo preparado.
Lucia un sencillo pero elegante traje en color negro que se ajustaba perfectamente a su trabajado cuerpo, en su cintura se apreciaba un cinto del mismo color que el resto del traje, acompañado de una camisa blanca con una corbata y unos zapatos igualmente negros, los cuales lucían brillantes.
Su cabello lucía perfectamente peinado hacia atrás, sin dejar escapar un solo cabello. Se había asegurado de darle un pequeño rebaje a su barba, le gustaba usarla pero siempre manteniéndola recortada.
Tomó una pequeña botella de vidrio y rocío algo de perfume sobre sí mismo, especialmente en el área del cuello. Él consideraba los detalles como algo muy importante y no había manera en que se presentara ante ti de manera descuidada.
Contempló por última vez su apariencia frente al espejo, todo estaba en su lugar, lucía impecable en su imagen.
Miró a su lado sobre aquella mesita que estaba a una corta distancia de él, sobre aquel mueble se encontraba un hermoso ramo de rosas rojas. Específicamente había solicitado le prepararan uno grande con flores frescas, estaba envuelto en un papel color blanco y atado con un listón dorado con pequeños detalles que brillaban.
Por último tomó su cartera y la colocó en el bolsillo de su pantalón, en seguida tomó su arma corta y la acomodo en su pistolera de pecho, de ese modo su saco la ocultaría de manera discreta. Era una noche especial pero no dejaba de ser un soldado y no podía bajar la guardia, en caso de ser necesario, quería estar en condición de defenderse por ambos.
Miro el reloj en su muñeca, eran las 07:50 pm.
Tenía el tiempo justo para llegar a la habitación de su dama.

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Last Chance
RomansaCuando eres un soldado que puede morir en la siguiente misión, lo ultimo que deseas es quedarte con arrepentimientos. Por ello fuiste sincera con la persona que amabas pero las cosas no resultaron como lo esperabas. Ahora es el turno de cierto Fant...