El Brillo de la Oscuridad (Rubelangel)

1- Alas negras

Las calles mojadas permanecen vacías por la lluvia que bruscamente cae a cántaros sobre la ciudad. Yo, al igual que algunas personas, corro desesperado buscando refugio. Siempre llueve en Londres, y cuando no lo hace, el cielo está nublado y oscuro, casi parece que el día no existe aquí en Inglaterra. Pero esta vez es diferente. Algo en el tiempo inestable se siente muy diferente, sólo que no logro saber exactamente a qué se debe.

La lluvia pega en mi piel como pequeños latigazos de agua y ha comenzado a caer un granizo fino. Trato de proteger mi cabeza con el cuaderno que llevo siempre conmigo. Tengo algunos dibujos en él, todos con lápiz; nunca los pinto... jamás lo he visto necesario. Mi estilo se basa en experimentar con todos los tipos de trazos posibles que pueda producir el lápiz gris. Los colores son innecesarios a mi parecer.

-Tenía que llover justo ahora, claro que sí.- me quejo mirando el cielo oscuro con el ceño fruncido, como echándole la culpa a las nubes grisáceas que lloran sobre mí.

No lograría llegar a mi clase de piano con esta lluvia. Ya no. En realidad el problema era que no podía presentarme con toda mi ropa mojada, y además, hasta que llegara a mi departamento ya habría pasado una media hora, y la clase solo duraba cuarenta minutos. Ya no tiene sentido, por lo que, decidido y resignado, me rindo ante la poderosa madre naturaleza y cambio mi rumbo directamente hacia mi hogar.

Aunque... no debería decirle "hogar" realmente. Allí solo me espera Raspberry con puros intereses de comida. Y ni siquiera es una persona, es una gata. Pero a pesar de que se la pasa rasguñándome y maullando como loca todo el día, la quiero mucho. Ella es mi única compañía en estos momentos de mi vida. En realidad lo ha sido siempre.

A lo lejos, alcanzo a divisar un gran puente, y debajo puedo observar como algunas personas se refugian y aguardan pacientemente entre la oscuridad.

-Perfecto.- susurro para mí mismo, acelerando el paso hacia mi salvación de concreto. Al llegar debajo del puente suspiro aliviado, sacándome mi abrigo empapado en un intento por apaciguar el frío que enfría mis huesos, haciéndolos temblar. Dejo mi campera sobre mi hombro y me abrazo a mi mismo, intentando brindarme algo de calidez.

Pestañeo, observando fijamente la fuerte lluvia que cae frente a mis ojos. A pesar de que me quejo constantemente por la tormenta, siempre me ha encantado sentir ese peculiar y fresco aroma a mojado por la mañana, aunque últimamente me pone demasiado nostálgico. Ver las gotas de agua cayendo en las verdes plantas de mis macetas... cerrar los ojos, dejando que la lluvia moje mi rostro...

...besarle bajo la lluvia.

Ese es el recuerdo más bonito que tengo, pero ahora es solo eso, un recuerdo que lastima. No entiendo por qué no logro olvidarlo, William es y será un completo idiota por siempre, pero aún así yo sigo creyendo que es el vecino más guapo de todo el edificio en el cual vivo. Y, mierda, me molesto mucho conmigo mismo por no poder olvidarlo, no poder odiarlo por lo que me hizo. Me molesta saber que si se me acerca pidiéndome perdón, yo no dudaría ni dos segundos en abrazarlo y besarlo como lo hacíamos antes; bajo la lluvia. Odio eso de mí. Odio ser tan... estúpido.

En esa época, Londres parecía brillar más de lo normal, incluso cuando el agua caía desde el cielo opaco, pero ahora todo es... todo es completamente oscuro.

Respiro hondamente el aire limpio y húmedo por la lluvia, y luego intento relajarme. No puedo creer cómo con solo recordarle, mis músculos ya empiezan a tensarse y mi corazón a inquietarse.

-No va a parar...- Pienso resignado sin dejar de observar la lluvia, colocándome mi abrigo nuevamente. Prefiero pescar un resfriado en mi cómoda casa que pasar toda la noche rodeado de personas desconocidas bajo un puente. Así que, luego de salir de debajo de la gran estructura comienzo a correr nuevamente hacia mi hogar, pensando en que Raspberry me rasguñará por haberla dejado tanto tiempo sola en medio de una tormenta y sin comida. A la pobre siempre le han inquietado las tormentas como éstas.