Luego de rogarle casi de rodillas y suplicarle por todo lo sagrado que existe en el mundo, Gertrudis accedió a darme la mañana libre para asistir a la audición. No estaba feliz, todo lo contrario. Me dio un discurso sobre dejar ir sueños absurdos y luego me deseó suerte cuando se percató que sus palabras no tenían el efecto deseado en mí.
En este momento, me encuentro enseñándole conjuntos de ropa a un genio malhumorado que está más concentrado en mirar una serie de comedia que en prestarme atención. Necesito lucir perfecta para obtener el papel y, lamentablemente, no tengo nadie más a quién acudir. Las hijas de Trudis están ocupadas con sus trabajos y mi prima sabe tan poco de moda como yo. Aunque odie admitirlo, Milo parece tener un buen sentido del estilo y lo necesito. La industria del cine se basa en las apariencias y quiero que por primera vez no me rechacen por mi cuerpo delgado o mi nariz no tan respingada. Quiero que sea perfecto y por fin poder decirle a mis padres que he logrado lo que me había propuesto.
Quiero que sea perfecto para que todo lo que he pasado en estos años valga la pena.
—¿Qué opinas de este?
Le muestro un vestido rojo suelto, con unos pequeños tirantes y una tela suave que me llega a las rodillas, lo he combinado con unas botas y pantimedias para no morir de frío. Es un look que me gusta usar, aunque no lo hago seguido porque no tengo donde lucirlo.
—Nah. —Es su única respuesta y me ha mirado solo unas milésimas de segundo.
Bufo con cansancio y vuelvo al baño donde me cambio con rapidez. Ha rechazado al menos media docena de conjuntos y me estoy quedando sin ropa. Elijo un pantalón vaquero recto, de tiro alto y de un azul claro, lo combino con un sweater color cobalto que meto en el pantalón. Llevo zapatillas blancas y el cabello recogido en una coleta alta con mi flequillo peinado a la perfección.
Salgo sin muchas esperanzas, es un estilo simple que me vendría bien para ir al cine, pero no tanto para una audición. Pero es todo lo que me queda. Es este o volver a probarme cada uno de los anteriores y buscar alguna posible combinación.
De nuevo, su atención está centrada en la televisión y me saca de quicio que sea lo único que haga. Para alguien que ha estado encerrado tanto tiempo, creí que tendría más curiosidad por el mundo. Sintiéndome un poco como una madre, tomo el control remoto y apago el aparato.
—¡Oye! —se queja—. Estaba viendo.
—Pues ya no más. Tanta televisión te atrofiará las ideas.
—Lo dice la actriz.
—Necesito tu ayuda y para eso tienes que prestarme atención. Si no, todo tu trabajo para conseguirme la audición, será en vano.
Levanta las manos en son de paz y por primera vez en toda la mañana, me mira realmente.
—¿Qué opinas de este? —pregunto esperanzada.
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Deseos imposibles
Teen FictionAtrapada en la rutina y sofocada por un empleo rutinario, Daiana lamenta haber dejado la granja familiar en busca de un sueño que carece de raíces y, con ella, a sus cinco hermanos y a sus tradicionales padres. Derrotada y sin esperanzas, sabe que l...