Capítulo 26

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Vuelvo a respirar con normalidad cuando saco el vehículo del estacionamiento frente al banco y comienzo a conducir lejos de ese lugar que tantos recuerdos y fantasmas del pasado ha traído de vuelta

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Vuelvo a respirar con normalidad cuando saco el vehículo del estacionamiento frente al banco y comienzo a conducir lejos de ese lugar que tantos recuerdos y fantasmas del pasado ha traído de vuelta. Sin embargo, mis pulmones vuelven a olvidarse su función cuando mis ojos se encuentran con los de Tobias. Me es imposible descifrar su mirada y no me doy tiempo a pensarlo, tan solo sigo alejándome de él y de todo lo que representa.

T, sin lugar a dudas, no es como Milo. Mientras que el rostro del genio es un espejo de sus emociones y pensamientos y sus extraños ojos brillantes parecen revelar hasta los secretos del universo cuando así lo quiere, Tobias es como una roca. El muchacho que tanto me gustaba en mi adolescencia, al que amé y por el que lloré desconsolada es la definición de inexpresivo. Todo el tiempo que compartimos juntos me dio dolores de cabeza porque me resultaba imposible saber qué pensaba o sentía y parece que nada ha cambiado en él en estos cinco años. Puedo decir que solo ha habido una ligera modificación en su apariencia, pero su esencia sigue siendo la misma.

—Bueno, si algún día la maldición se va, tal vez puedes considerar la opción de ser actor —suelto con un hilo de voz. El silencio me ahoga y necesito encontrar un escape a mis pensamientos—. Tienes futuro en la industria.

—¿Ser actor y robarte el trabajo? Nah. Te hace falta el dinero y todas las oportunidades.

Sonrío sin poder evitarlo y avanzo hacia la granja. Lo bueno de vivir en un pueblo pequeño es que el centro sólo tiene unas pocas calles que te dirigen hacia las casas. La granja de mi familia se encuentra hacia el oeste, la zona más tranquila de Valle Verde. En pocos minutos estaremos allí y la energía de mi familia me hará olvidarme de lo sucedido.

—Fuiste muy convincente con tu papel de prometido enojado —digo en broma, intentando aligerar el ambiente.

Sus labios también se curvan en una sonrisa, pero sus ojos no son un reflejo como siempre.

—No puedo creer que hayas dicho que era tu prometido —suelta divertido, aunque también un poco preocupado—, ¿qué le dirás a tus padres cuando se enteren?

Chasqueo la lengua.

—Conociendo a este pueblo, para el momento en que lleguemos ya tendrán la noticia fresca y les diré que es mentira. No sería la primera vez que un chisme sobre mí llega a sus oídos.

Me encojo de hombros, sin más que añadir.

—¿Por qué actuaste así en el banco? —pregunta posando sus ojos en mí con curiosidad.

—Las hermanas de Tobias y yo nunca tuvimos una buena relación —le explico sin ánimos—. Siempre me hicieron saber que no estaban de acuerdo con nuestro noviazgo y en la escuela iban inventando rumores sobre mí para que hermano me deje. Quería molestarlas, hacerles saber que no podían llegar a mí con sus provocaciones. Que soy mejor que ellas.

—¿Me usaste? Auch.

—Lo hice —admito— y te pido disculpas. Aunque podrías considerarlo como un favor a cobrar. Seguro eso te gusta.

Deseos imposiblesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora