Narra Luis
Finalmente el día de la fiesta había llegado, desde muy temprano comenzaron los preparativos finales. Este evento de por si ya era muy importante, pero al parecer el echo de que había adoptado a dos niños a escondidas y solo un par de personas dentro de la familia los conocían hacía que todos mis familiares estén muriéndose por conocer a nuestros hijos.
Como es de habitual para este tipo de eventos, la fiesta se haría fuera de la cuidad. En la mansión más grande que la familia tenía, se esperaba que asistiera todos nuestros parientes.
Estos últimos días fueron de los mas agotadores, si bien era mis abuelos junto a la organizadora lo que hicieron la mayor parte del trabajo, yo tenía que estar presente en la prueba de maquillaje y peinado de Sofía, en los ajustes finales del traje de Thomas. Además yo tenía que aprobar varias cosas de la fiesta y encargarme personalmente de conseguir las autorizaciones de los padres de los amigos de Sofia y Thomas, tarea que no es muy difícil pero si agotadora.
Nicholas solo participaba de los eventos de práctica, ya que estaba muy ocupado con las constantes reuniones con muchos accionistas y algunos de sus parientes.
Habíamos llegado ayer por noche—A excepción de Nicholas que llego de madrugada—La fiesta comenzaría a las siete p.m. Pero por fin hoy terminaría todo esto.
Estábamos en la habitación terminado de prepararnos, Nicholas estaba haciendo el nudo de mi corbata, ya que a él le salía mejor que a mí.
Faltaba alrededor de dos horas para que el evento empiece, nos avisaron que ya había comenzado a llegar mis parientes.
Thomas y Sofía se están preparando en sus respectivas habitaciones, que fueron preparados para ellos, con el personal que les ayudaría desde vestirse adecuadamente, hasta recordarles algunos protocolos que no debían olvidar.
—¿Tenemos que ir a verlos?—Pregunto Nicholas.
—Si, una vez que estemos listos podemos ir—Hay unos protocolos de los más absurdos que teníamos que cumplir.
Alguien golpeo la puerta. Fui a abrir, era un mayordomo, no parecía pasar de los treinta, sostenía una bandeja de plata y sobre el había dos cajas pequeñas de terciopelo rojo.
—Disculpe, el Señor Richard envía esto para ambos. El de la izquierda es para usted, y el otro para el joven Nicholas—Dijo algo nervioso—Estaré esperando aquí para poder llevarlos junto a sus hijos, cuando estén listos.
Agarré las cajitas, nada de lo que provenga de mi abuelo me es de fiar ahora mismo, por más que Nicholas insistía que mi abuelo estaba de nuestro lado
—Saldremos en seguida—Dije cerrando la puerta.
—¿Qué es?—Nicholas se acercó hasta mi—Aquí tienes, ponte la corbata y dame eso.
Me saco de las manos las cajitas, la que era mía la dejo sobre la cama, y él se puso a abrir la suya.
—Son gemelos—Dijo mostrándome su caja. Eran dos gemelos de piedras azules.
—Son lindos, tienen el mismo color que tus ojos.
Nicholas miraba con cierta fascinación los gemelos.
—Agradezco el gesto, pero no lo usaré—Volvió a cerrar la cajita y lo puso sobre la mesita de noche.
—¿No te gusta?—Nicholas tenía una obsesión secreta por los trajes, corbatas y gemelos, que no le fuera a gustar es bastante extraño.
—No, no es eso, es que mande hacer dos pares, para que ambos tengamos iguales—Se encogió de hombros—Pensé que te gustaría.
—Me encanta la idea—Le sonreí.
Fui hasta el espejo para colocarme bien la corbata, siempre me queda chueca.
Cuando finalmente quedé satisfecho, me acerque hasta la cama para ver qué tipo de gemelos me envió mi abuelo, conociéndolo estaba seguro que sería uno diferente al que recibió Nicholas.
Puse los ojos en blanco al verlos.
—Mira—Le dije a Nicholas mostrándole el interior de la cajita.
—¿LD?—Pregunto confuso.
—Luis Delvalle—Cerré la cajita y lo tiré sobre la cama—Es una estúpida tradición, los hombres tienen que llevar las iniciales de su nombre junto al apellido en sus gemelos, y las mujeres en una pulsera, no sé qué pasa por la cabeza de mi abuelo, yo no tendría que llevar esto—Esto no me gustaba—Yo tendría que usar uno diferente, dado que ya no formo parte de la familia.Nicholas fue hasta la cama y agarro la cajita, volvió a ver el interior.
—Olvídalo—Le dije—Es solo un estúpido gemelo.
Alguien volvió a golpear la puerta, esta vez Nicholas fue quien abrió.
—Disculpen mis señores—Era el mayordomo personal de mi abuelo, Alfred—Hace un momento se le trajo por error el gemelo que le pertenece al joven Leonardo, esto que tengo aquí son para ustedes—Sostenía una bandeja de plata el cual tenía dos cajitas de terciopelo azul
—¿Es decir que esto no es de Luis?—Pregunto Nicholas, enseñándole la cajita.
—No, ha habido una equivocación—Respondió Alfred—El joven solo tenía que haber traído una de las cajitas, un regalo de parte de mi señor, esto que he traído aquí, son lo que tienen que usar en la fiesta.
Antes de que pueda decir o hacer algo, Nicholas se hizo con las cajitas.
—Bien—Dijo Nicholas—Entonces te devuelvo esto—deposito sobre la bandeja vacía la cajita de terciopelo rojo.
—Yo mismo vendré a escoltarlos para ir juntos a sus hijos—Con su permiso me retiro.
Hizo una pequeña inclinación y se marchó, Nicholas cerró la puerta casi al instante.
—Nicholas, no tenemos que usar nada—Comencé diciendo—Ya te lo he dicho, ahora mi familia eres tú, junto a Thomas y Sofia.
Nicholas parecía no escucharme, él estaba mirando el nuevo juego de gemelos que nos trajeron.
—Lo usaremos—Sentenció, me lo dijo mirándome directamente a los ojos.
—Pero...—Trate de discutir, pero antes que pudiera continuar, giro la cajita para que pueda ver el interior.
Fruncí el ceño porque no podía entender, mire nuevamente a Nicholas, estaba sonriendo y con brillo en sus ojos.
—Es momento de demostrar quienes somos—Se acerco hasta mí y puso en mis manos, la cajita de terciopelo—Que ahora somos un equipo.
—Nicholas—Dije, con la otra mano libre coloque mi mano sobre su mejilla—Siempre fuimos un equipo, pase lo que pase siempre estaré para ti.
Me incline, cerré los ojos y selle sus labios con los míos, sus labios eran suaves y cálido, siempre esperaba a que mis besos transmitieran todo el amor que siento por él.
Nicholas me rodeó la cintura con sus brazos, susurro mi nombre sobre mis labios. Al abrir los ojos, me miraba con tanto amor que estoy seguro él no se daba cuenta de ello.
Apoyo su cabeza sobre mi pecho, lo abrace y recosté mi mentón sobre su cabeza.
—Te amo Nicholas—Le dije—Sabes, hemos pasado por mucho, y esto solo será un obstáculo que tenemos que pasar juntos, y una vez que lo superemos finalmente podremos ser felices.
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Un Matrimonio Arreglado [Borrador]
RomanceHasta donde llegarías para proteger a la persona que amas, Nicholas Otero es capas de todo inclusive renunciar a esa persona. Prohibido su copia o adaptación. 12/01/2018