Seungmin se encontraba contento aquella mañana. Había escuchado que a sus amigos les iba bien con el asunto de las pláticas de prevención, además Jisung estaba muy tranquilo últimamente por lo que él sentía que podía relajarse. Decidió acudir a observar las prácticas del club de Cantores, Kwangmin era el que mejor voz poseía y siempre se robaba la atención, eso era principalmente bueno, sin duda un prospecto apropiado.
— ¿Como nos salió? —Preguntó él, entusiasmado al comenzar a caminar con Minho mientras le pedía su bolso escolar, él se lo entregó, notando algunas cuantas miradas ajenas, después de todo era Kwangmin su acompañante.
— Me encanta como suenan —declaró con honestidad—, sobre todo tú, realmente eres bueno en esto. Tus padres deben estar orgullosos.
— Un poco sí que lo están —dijo con la timidez que lo distinguía apareciendo repentinamente en la atmósfera que compartían—. Pero, de todos modos, Youngmin sigue siendo el hijo perfecto —rio con calma, era un tema que había decidido ver con diversión—. Da igual, me alegra que a ti te guste lo que hago, sobre todo que te guste yo.
Seungmin lo pensó por un momento. Nuevamente el tema sobre Kwangmin le llenaba de cariño por él: sus padres eran los guardianes del elemento del agua. Su hermano era parte del equipo de atletismo y se rodeaba de los aéreos la mayor parte del tiempo, además de su popularidad entre los del reino acuático. Por lo que era evidente que los padres idolatraban a Youngmin, también sabían que aspiraba a lo alto, por lo cual Kwangmin sobraba. Por fortuna, él mismo había conseguido encontrar en Kwangmin las actitudes que deseaba para su futuro como vigilante del elemento en su distrito, un puesto de suma importancia que sin duda alguna él estaría contento de llevar a su lado.
— ¿Como no ibas a gustarme? Eres maravilloso, aunque Youngmin es mi amigo, quién me gusta eres tú. Eres tierno, también humilde. Así que cuéntame más sobre el asunto del canto.
La conversación se giró en torno al tema. Kwangmin le contaba sobre la importancia infravalorada de su club de canto. Muchas sirenas estaban allí, después de todos eran de las mejores, pero Kwangmin sin lugar a dudas era entre los varones un modelo a seguir. A pesar de todo no eran un campus al que le dieran mucho apoyo, por lo cual solían organizar ventas en el domo del territorio los fines de semana para apoyar con los financiamientos de su club, algunos vendían artesanías, plantas exóticas, o manualidades, Kwangmin se encargaba de hornear pastelillos para las ventas o incluso para obsequiarlos a quiénes les daban alguna donación, de modo que era de los que más aportaban a su recaudación de fondos.
La conversación continuó fluyendo como habitualmente era, hasta que un grito femenino emocionado los obligó a detenerse. Kwangmin se mostró entusiasmado también cuando una chica de cabellera azul celeste se acercó corriendo a su encuentro, él también fue hasta ella para abrazarla y girarla.
— ¡Yeonha! —Exclamó contento, observando maravillado a la jovencita cuando la soltó.
Seungmin sonrió feliz por la chica a la que se habían encontrado; era la mejor amiga de Kwangmin. Yeonha pertenecía al reino de los aéreos, descendencia de Pegasos. Era no solo inteligente y hábil, también había sido seleccionada como la chica más bonita del instituto y era la reina de belleza a nivel local. Siendo así la adolescente solía ausentarse por semanas debido a que asistía a concursos, algunos modelajes e incluso participaba en comerciales. Era una chica con un futuro prometedor, también una persona sumamente agradable. Seungmin estuvo contento cuando Yeonha lo saludó y conversaron por un momento para mantenerse al día. Todo parecía ser normal, hasta que cierto chico de cabellos ondulados hizo acto de presencia, acercándose por las espaldas de Yeonha hasta rodear con sus brazos la pequeña cintura de la chica.
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Antologías De La Nueva Tierra: El Canto Del Dragón (HYUNMIN)
FanfictionLa vida terrestre tuvo una segunda oportunidad después de extinguir a los causantes del daño. Los líderes de la nueva tierra impusieron normas para velar por el bien de la existencia humana. Así que nada ni nadie, tenía derecho a corromper sus princ...