Capítulo 7

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Seungmin no podía creer todo lo que había ocurrido. Quería contárselo a alguien, pero simplemente no había nadie a quien pudiera decirle que había estado confundido respecto a sus sentimientos por un chico de otro elemento y que, de hecho, se habían besado un par de veces. Negó. Era una locura, no podía decirle eso a ninguna persona.

Durante la tarde del domingo se negó a hablar con cualquiera y permaneció en su habitación realizando una exhaustiva investigación en Internet. Escribió en el ordenador algunas cuantas palabras clave, desde descubrir como era el tema de la mezcla de lazos entre reinos, hasta la controversia de los derechos y las leyes que en otros lugares del planeta intentaban apoyarlos.

— La delincuencia y el peligro se abrieron paso en el planeta gracias a las pocas oportunidades que se brindan a los pertenecientes a la villa de los marginados —leyó de una página popular, mientras se debatía internamente sobre el tema—. Algunos creen que es culpa del gobierno por no apoyarlos, y que ellos solo intentan sobrevivir. Otros opinan que es precisamente esto el resultado de la rebeldía de unir lazos. Los hijos de los marginados amenazan nuestra paz, pero al final de cuentas, el amor no puede negarse a nadie.

Amor, era la conclusión. Se consideraba una palabra realmente fuerte, Seungmin siempre estuvo consciente. En la clase de la señorita Keira habían estado hablando sobre la manera correcta en la que una pareja debería funcionar; mismos reinos, incluso diferentes especies, pero mismos reinos. No obstante, a Seungmin le surgían las dudas respecto a qué sucedería si de casualidad funcionaba diferente. La cuestión respecto a si de verdad era tan malo que dos reinos diferentes quisieran estar juntos. Decidió dejarlo por la paz cuándo la noche estuvo avanzada, considerando que debería intentar dormir para al siguiente día enfrentar el colegio.

— No le des más vueltas, él y tú no son nada —se dijo a sí mismo, caminando con pasos seguros puerta dentro.

Al ingresar a su salón de clases, su respiración se detuvo por un momento al ver a Hyunjin sentado en su silla, hablando con Minho. Quiso gritar y golpearle, pero optó por ser razonable y caminar con tranquilidad.

— Buenos días, Seung —saludó Hyunjin dedicándole una amplia sonrisa. Se le veía en verdad feliz, pero por mucho que él quisiera participar en su felicidad no podía continuar dándole alas.

— Hola, Hyunjin —respondió con tranquilidad, el aludido se levantó para devolverle su asiento— ¿a que debemos tu compañía esta mañana? —Preguntó cómo quien no quiere la cosa.

— Solo pasaba por aquí y me quedé a saludar.

Ni siquiera sabía disimular, por lo que sospechaba que pronto terminaría golpeandolo por eso. Agradeció cuando el profesor ingresó al aula y Hyunjin tuvo que irse. No pudo evitar soltar un suspiro agotado mientras buscaba su material de trabajo. Rodó los ojos al escuchar a Minho reír.

— Él... no es muy bueno disimulando, ¿verdad? —murmuró su amigo mientras el profesor no los veía. A Seungmin se le detuvo el corazón por un momento y volteó a verlo con los ojos bien abiertos.

— ¿Perdón?

— Nada —sonrió el chico, lleno de maldad mientras reparaba en los detalles que seguramente aún desconocía—, estás a salvo conmigo.

A salvo o no, Seungmin estaba enojada. Quería golpear a Hyunjin por ser tan evidente y también golpearse a sí mismo por no tener el valor de ponerle un alto a la situación tan enfadosa. Decidió desquitar su frustración con las personas de su club. Se fijaba tanto en los detalles malos que terminó regañando a muchos, nunca había hecho algo como eso. Finalmente terminó pidiendo al entrenador que lo dejara retirarse antes, por lo que se fue a toda prisa hasta las duchas.

Antologías De La Nueva Tierra: El Canto Del Dragón (HYUNMIN) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora