— Algún llavero, o prenda de pareja, eso siempre es buen regalo —sugirió Yeonha, avanzando con Hyunjin de la mano por el campus. Una vez más el chico aparecía con esas preguntas sobre cómo mejorar como novio—. Las flores también son lindas, pero se marchitan y las considero un gasto innecesario. Aunque dependerá demasiado de los gustos de la personas —sugirió con cautela, dedicándole una gentil mirada—. Por lo tanto la cuestión es subjetiva.
Yeonha prestó cuidadosa atención a Hyunjin en ese momento, intentando averiguar si de casualidad él notaba que ella era consciente que sus preguntas poseían dobles motivos.
— Me gusta la idea de las cosas sutiles de pareja —sonrió él, dirigiéndose a una banca para que ambos pudieran tomar asiento a la sombra de un árbol, Yeonha concluyó que él continuaba convencido de que ella no lo sabía—, dijimos que el helado era buena idea, ¿verdad?
— Claro que lo es. La ocasión anterior lo preguntaste y sí, es buena idea. ¿Le gustó?
— ¿Perdón? —Él la miró confundido, ella sonrió con dulzura antes de asentir.
— Quiero decir, cuando fuimos por ese helado, ¿te gustó? —Compuso la pregunta, pero Hyunjin se mostró medianamente incómodo antes de aclarar su garganta.
— Sí, me gustó. Fue bonito.
Decir que se sentía entusiasmada era poco. Le encantaba cuando Hyunjin hacía esa clase de preguntas, parecía como si siempre quisiera mejorar en su personalidad como pareja y eso, definitivamente, hablaba muy bien de él. Pero no estaba ciega, por ello no le sorprendió ni mucho menos le ofendió cuando Hyunjin se levantó para saludar a algunos nuevos amigos que últimamente tenía; Minho, Jisung y Youngmin se detuvieron para charlar con él un momento, algo que para los cuatro era de interés, ella no entendía mucho sobre la conversación. Solo podía concluir que Hyunjin era demasiado amable, y justo en ese instante notaba que, efectivamente, se había vuelto más cercano a ese grupo de chicos en particular.
Esperaba no pensarlo demasiado, después de todo era un chico muy social. Por lo que prefirió distraerse cuando ubicó a Kwangmin a la distancia, su mejor amigo y el novio de este la saludaron desde lejos, ella optó por acercarse para entretenerse mientras Hyunjin socializaba. Al avanzar con ellos, no pudo evitar reparar en lo feliz que Kwangmin se veía con Seungmin.
— ¿Y Hyunjin? —su amigo le preguntó de repente, sorprendido al notarla sola. Yeonha señaló a sus espaldas, y por allá junto al árbol se encontraba el susodicho y compañía—. Está con tus amigos, Seung —rio el chico de cabellos anaranjados, animandolo con una gran sonrisa, él asintió echando un vistazo— ¿no quieres ir también?
— No creo —respondió, de inmediato, intentando cambiar la conversación— ¿Yeon como te fue en tu último comercial?
— Fue muy buena experiencia, conocí a...
Yeonha lo conocía algo, era un chico más que introvertido, pero de repente muy risueño. Quizás podría definir a Seungmin como alguien de personalidad pensante. A pesar de ser popular era un chico con ideas propias que difícilmente seguía la corriente a los demás, por su puesto también contaba con la buena opinión de Kwangmin respecto a él. De paso era bonito, un bydei de los más preciosos, también inteligente, así que de alguna manera le daba su aprobación.
Hyunjin se encontraba entusiasmado, había elegido sabiamente un par de artículos para ambos. Quería tener algo que pudiera compartir con Seungmin sin levantar sospechas y su elección le parecía apropiada. Echó un vistazo a su reloj, su novio llevaba cinco minutos de retraso, pero por suerte él era alguien muy paciente. Diez minutos pasados de la hora acordada, por fin la puerta del establecimiento se abrió y pudo visualizar al chico ingresar. Se sorprendió mucho al verla tan bonito, se había puesto ropa cómoda, pero le hacía lucir de maravilla. Sonrió ampliamente cuando se sentó frente a él.
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Antologías De La Nueva Tierra: El Canto Del Dragón (HYUNMIN)
Fiksi PenggemarLa vida terrestre tuvo una segunda oportunidad después de extinguir a los causantes del daño. Los líderes de la nueva tierra impusieron normas para velar por el bien de la existencia humana. Así que nada ni nadie, tenía derecho a corromper sus princ...