La vida comenzó a ser sencilla después de estar determinado a elegir a Hyunjin. De alguna manera sentía que había encontrado la paz que tanto tiempo estuvo buscando, creía firmemente que nada ni nadie podría perjudicar esa elección.
Algún par de meses después del comienzo de las clases las cosas iban tranquilas. Sus rutinas escolares marcaban en orden, y por ser el último ciclo escolar las presiones habían aumentado. En el club de Danza Artística había algunos nuevos miembros, el más destacable de todos era Félix. Aunque en un comienzo el entrenador se había estado negando a la idea, después de una audición no le quedó más remedio que reconocer su talento y oficialmente ya era parte del equipo. Seungmin podía notar lo contento que Jisung se sentía al poder danzar con su novio.
— Ha sido increíble, con el invierno tan cerca, las presentaciones de año nuevo se robaran la atención y tú estarás entre los estelares —se emocionó Jisung, sacudiendo a Félix con alegría—. Todo el mundo va a ver lo grandioso que eres en esto. Aunque ya me enteré de que tu popularidad ha aumentado, y no me gusta para nada que los otros chicos te vean —se quejó, consiguiendo una risa divertida por parte de sus dos oyentes.
— Eres demasiado celoso, Jisung, pero al final de cuentas es tu culpa —le acusó Félix—, te dije que dejases de insistirle al instructor.
— Pero que bueno que no lo hizo, honestamente me hace feliz que seas tú quien se quede en mi lugar cuando me vaya —opinó Seungmin, dejando su bolso en la casilla.
Mientras todavía hablaban el bullicio de un escándalo cercano detuvo la conversación. El grupo de amigos decidió averiguar lo que ocurría, dirigiéndose fuera del gimnasio. En efecto, todo el mundo parecía estar hablando de un acontecimiento caótico, ellos sabían lo que significaba y también lo más sensato sería retirarse del lugar. Tomó la mano de Félix para guiarlos por otra de las salidas hasta una sección diferente del campus. De todos modos los murmullos eran protagonistas, el alumnado parecía haber enloquecido.
— Sabemos lo que debe significarse —comentó Félix, dubitativo, mientras Minho se aproximaba a toda prisa hasta ellos, Hyunjin detrás de él.
— ¡Chicos! ¿Ya lo supieron? —Preguntó el joven de cabellera verde, Hyunjin se notaba pensativo— ¡Hoy se presentó ante la gobernadora un terrestre y una acuática! ¡Les van a retirar los Etxu por la tarde! —les contó indignado.
Entre tanto alboroto, Seungmin no pudo evitar buscar a Hyunjin quién también se había acercado para saber su opinión. La noticia sobre una pareja de diferentes elementos siempre resultaba ser todo un escándalo. Parecía que jamás estarían acostumbrados a ver algo como eso, de manera que una vez más los profesores se encargarían de recalcarles la historia de la nueva tierra, sus principios y leyes.
— No se mezclan reinos, redundar es satisfactorio —murmuró Hyunjin como si fuese un sermón tétrico—. Hablé con Nam hace un momento, dijo que la nueva pareja iría a su villa —le contó a Seungmin, quien le dedicó una suave sonrisa— ¿Estás bien?
— Ya que tú sabes casi de todo, ¿de casualidad sabrás dónde o como es que les retiran el Etxu?
— De hecho, sí lo sé. Tyra me contó sobre como fue cuando a ella le quitaron el suyo y Nam también.
— ¿Alguna vez has ido a una de esas ceremonias? —Quiso averiguar, obteniendo un asentimiento inseguro—. Vamos, cuéntame.
— No es tan complicado conseguir el acceso, si logras acudir como testigo puedes estar en los asientos. Pero si prefieres violentar la seguridad entonces es un poco peligroso, pero no imposible.
Seungmin sonrió ligeramente. A veces le sorprendía la cantidad de aventuras que Hyunjin había vivido, pero era un joven que no le temía a nada.
— Quiero ir —declaró, golpeando suavemente su hombro—. Encargate de todo, avísame la hora y te esperaré en casa de Minho. No importa si vamos legal o ilegalmente.
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Antologías De La Nueva Tierra: El Canto Del Dragón (HYUNMIN)
FanfictionLa vida terrestre tuvo una segunda oportunidad después de extinguir a los causantes del daño. Los líderes de la nueva tierra impusieron normas para velar por el bien de la existencia humana. Así que nada ni nadie, tenía derecho a corromper sus princ...