Capítulo 33

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Hyunjin sonrió al ver las estrellas, la presencia de Seungmin a su lado le permitía sentirse en paz. A pesar de que no contaban con demasiado a su favor, sin nadie que quisiera ayudarlos, podía saber que estaba todo bien entre ellos. Decidió observar a Seungmin, acercándose para besar su sien, él inmediatamente se mostró contento.

— Entonces, creo firmemente que Youngmin es un tonto. Así que no me importa cuanto intente molestarme, no lo consigue.

— Estoy orgulloso de ti, Seung, te has vuelto muy valiente.

Seungmin se acomodó para mirarlo, abrazando sus piernas, frente al estanque al que solían escaparse algunas noches. Notaba al Etxu de Hyunjin presente en la conversación. Desde el festejo de la cosecha con los marginados, sus Etxu parecían estar conectados.

— Cuando nos casemos, después de unos años quiero que tengamos dos hijos. Uno se llamará Yeochan y al otro le pondrás nombre tú.

— También quiero hijos, aunque no he pensado en nombres. Pero voy a buscar uno precioso para él —le aseguró, ganándose una sonrisa enamorada.

Hyunjin acarició el rostro ajeno, acomodando algunos mechones de su cabellera púrpura. Los ojos de Seungmin brillaban tanto como la noche misma, lo sentía parte de él. Como un suspiro suave de los dos.

— Te amo, Hyun...

— Pero te amo más, sirenito.






Changbin observó su reloj para confirmar la hora, honestamente había llegado con un buen tiempo de antelación, pero no le molestaba esperar. El kiosko del distrito era un lugar bonito, con la gente tan ocupada era sencillo encontrarlo vacío por las noches. Levantó la mirada al ver un suave destello en el cielo, sonrió mientras Jeongin descendía a su encuentro.

— Tuve que escaparme, estoy castigado de por vida por si no sabías —le contó, riéndose de sí mismo—. De todos modos todo el mundo parece saber sobre mi actual vida de castigos.

— Eso es injusto, pero me ha quedado claro que muchas cosas hoy en día lo son.

— Sin duda, pero ¿de que quieres hablar?

— Primero que nada debes saber que no tengo ninguna mala intención —declaró, tomando asiento en las bancas del kiosko, Jeongin hizo lo mismo dejando una distancia prudente entre ellos—. Es solo que no sé como voy a hacer algo así, y creo que a ti también te debe interesar.

— ¿El qué?

Changbin decidió buscar en su mochila para mostrarle los papeles con los resultados, también había impreso algunos documentos de la oficina de su padre e incluso había guardado videos y fotografías en una memoria portátil, también tenía respaldos en su teléfono. Se había equipado lo suficiente, listo para la guerra.

— Si no entiendes algo puedo explicarte y...

— No soy estúpido, entiendo todo perfectamente —comentó mirándolo por un momento—, pero no es nada nuevo.

— ¿Cómo dices?

— Me atreví a querer a alguien de otro reino porque ya había visto algo como esto. Es un secreto a voces entre los militares del reino aéreo y mi padre es el superior de todos en la base —le recordó—. También tenía mis dudas, así que decidí averiguar en su oficina, todos los militares deben tener una me imagino. En fin, ya sabía todo esto, pero ¿que podría yo haber hecho solo contra todo un sistema? Los aéreos lo saben, al menos los militares. El gobierno mismo lo oculta, todos están de acuerdo con ello. La razón es simple: los del elemento fuego y nieve no pueden existir porque inmediatamente estarían en la cima de la jerarquía. La soberbia de los aéreos no lo permitiría.

— ¿Y piensas quedarte de brazos cruzados?

— Solo somos dos personas contra todo un reino. ¿Que podríamos hacer?

— Lo estás viendo desde el panorama incorrecto. Mira, piensalo, los militares aéreos dominan el mundo, es verdad. Pero por muchos que sean al rededor del globo terraqueo hay muchas más personas en los reinos que estarán furiosos en cuanto todo esto salga a la luz. Además, los marginados no dudaran en alzar la voz, ellos serán los más enfadados, también los viciados, los mixtos. Los que viven en reinos acuáticos, terrestres e incluso aéreos reteniendo sus vidas solamente porque no quieren ir a La Villa de los Marginados.

— ¿Una revolución? —Indagó curioso por la sugerencia, Changbin asintió—. Es verdad, no podrían matarlos a todos, pero ¿con que objeto? ¿Amas a alguien de otro reino?

— Yo no, pero tengo amigos que sí —confesó— y los juzgaba hasta que reflexione, ahora las cosas tienen sentido. Mi intención al contarte esto es que personas como tú, como mis amigos, como los viciados, marginados... Personas como yo, que simplemente quieren justicia no permitamos que nadie más tenga que vivir una vida de desprecios y humillación cuando, de hecho, ellos son los superiores.

Jeongin se lo pensó por un momento, acariciando sus cabellera rosa sujeta en una trenza. Necesitaba evaluar las posibilidades de éxito: medias. Las posibilidades de ser derrotados, sometidos y enviados a la villa de los marginados: altas.

— Mira, pese a las humillaciones y el golpe bajo a mi autoestima y valor como persona, creo que justo ahora tengo una oportunidad en el reino aéreo.

— Te tratan como basura.

— Y ellos son el contenedor —respondió, mirándolo con desafío—. Soy inteligente, hábil y además un pegaso. No quieren deshacerse de mí, de quererlo ya lo hubieran hecho. Entonces, si te apoyo sería condenarme de nuevo. Si ganamos, que lo dudo, podré ser libre. ¿Para qué? No lo sé, pero libre. Sin embargo, si perdemos, que es lo más probable, terminaremos marginados y sin Etxu. Olvidados.

— Te equivocas en eso —reparó él, ganándose una mirada confundida—. Incluso si ellos consiguen someternos, incluso si nos marginan... Jamás van a olvidarnos. Este planeta no perdona. Si el gobierno nunca olvida ni muestra misericordia con quienes violentan sus leyes entonces todos los que estén de nuestro lado jamás olvidarán ni mostraran misericordia con el gobierno que les ha arrebatado sus derechos.

— ¿Y que propones?

— Que reunamos las pruebas necesarias, se las mostremos a todo el mundo y entonces, cuando los marginados y los reinos estén lo suficientemente enojados el trabajo se hará solo. El gobierno no tendrá opción más que decir la verdad.

— ¿Y si no lo conseguimos?

— Si no lo conseguimos nosotros lo conseguirán nuestros hijos, nuestros nietos, nuestros bisnietos. No debemos permitir que las siguientes generaciones olviden todo lo que nos han hecho sufrir durante siglos. Así que necesitamos recopilar información, pruebas y crear muchos respaldos. Yo hablaré con mis amigos, y también haré algunas visitas especiales.

Jeongin se sonrió, comenzando a sentirse orgulloso, aunque el miedo también estaba presente. Tomó un poco de aire antes de asentir.

— De acuerdo.

Antologías De La Nueva Tierra: El Canto Del Dragón (HYUNMIN) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora