Capítulo 8

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Durante el transcurso de la semana Seungmin decidió tomarse un tiempo sin distracciones. Hablaba con sus amigos sobre cualquier asunto, pero evitaba indagar en temas de romance. Habitualmente era Youngmin quién tenía buenas historias sobre coqueteo, pero en esos días ni siquiera él tenía nada que contar.

Precisamente algunas cosas afligian su mente, sobre todo en cada sesión de ayuda a las que seguía acudiendo con Minho, todo iba bien tratándose de la información, pero la agonía aparecía en su corazón cada vez que la charla concluía y Yeunsee se marchaba sin hablarle. De gustarle por su belleza había pasado a encantarle por su misterio, pero esa delgada diferencia entre ellos los volvía un tema de terror; Yeunsee era un viciado.

— ¿Estás escuchándome? —Preguntó Minho con fastidio, había estado hablando durante un largo camino, pero él ocupaba su mente en el chico que avanzaba a metros de distancia sin rumbo aparente— ¿Otra vez estás pensando en Yeunsee?

— No es de tu incumbencia —reparó, notando al susodicho desviarse por un camino que únicamente utilizaban los profesores—. Debo irme, veré a Kwang —anunció, dejando que su amigo de cabellera verde siguiera por una esquina rumbo al comedor. Ni siquiera le dio tiempo para despedirse.

Avanzó a toda prisa hasta la desviación por donde Yeunsee se había retirado. El sendero era de uso exclusivo para instructores, por lo que conducía a pasillos o caminos más rápidos y menos concurridos. Él siguió la ruta con rapidez, ser atleta le permitía tener una buena condición para moverse deprisa, por lo que pudo llegar al área de los campos deportivos sin problema. No veía a Yeunsee por ningún lugar, pero no estaba dispuesto a rendirse. Caminó como si estuviera dando un paseo, el pasto fresco le hizo compañía mientras una brisa provocada por los altos árboles que rodeaban la zona lo guiaron por esos rumbos. Decidió echar un vistazo entre la espesura del bosque en el área. Los enormes árboles podían estar escondiendo a quien buscaba, pero le resultaba grato disfrutar de la naturaleza por un instante.

— ¿Por qué me persigues? —Preguntó una suave voz de manera repentina. Youngmin se quedó quieto, buscando a sus alrededores—Aquí arriba, Youngmin —al decirlo, él inmediatamente levantó la mirada para encontrarlo.

— ¿Sabes mi nombre? —Preguntó sorprendido, pero había una gran sonrisa en su rostro. Yeunsee lo observó por algunos segundos antes de asentir— Yo no te estaba... No te seguía.

— Sí lo hacías —declaró, decidiendo bajar de un salto. Youngmin estaba maravillado—. Eres bueno en atletismo, también pareces ser un buen amigo con tu círculo cercano, pero debo decirte que no eres bueno como investigador —le hizo saber, apoyandose en el tronco del árbol para continuar la conversación, él parecía haberse quedado mudo—. Noté cuando comenzaste a seguirme por los pasillos, cuando aparecías por casualidad en la biblioteca donde soy asistente y cuando merodeabas por mi clase de cristalería. Así que necesito saber, ¿que buscas en mí?

— No estoy buscando nada... —dijo con suavidad, incrédulo por sus fatales resultados— En realidad no lo sé...

— ¿Estás trabajando en un proyecto sobre marginados y viciados? Porque de ser así, no me interesa participar —sonrió con ironía—. Ustedes los privilegiados ya saben todo lo que necesitan respecto a nosotros: somos pobres, apenas nos alcanza para comer y cursamos el colegio por lo que todos llaman "bondad" del planeta, tampoco tenemos elemento y nuestra calidad de vida es baja.

— No tengo ningún tipo de proyecto ni tampoco necesito información —aclaró, decidiendo apoyarse en el árbol vecino, Yeunsee lo miraba atentamente—. En realidad me pareces atractivo, nunca he violentado una sola ley ni principio de nuestro planeta, pero me he percatado y he investigado que verte de la manera en que lo hago no es ningún delito.

— ¿De que hablas? —Preguntó confundido, él sonrió por fin lleno de confianza.

— Tienes razón; hice una investigación. Pero no fue una respecto a ti como viciado, sino de ti como persona. Eres hijo de marginados, pero sigues siendo ciudadano de la tierra, al no tener elemento no sería un delito quererte.

— No, no es delito, Youngmin, pero no significa que sea bien visto. Y no eres el único que ha hecho una investigación —confesó con seguridad, la misma que él poseía y le resultaba cautivadora—, yo también investigué sobre ti y tu familia. Y sé que ellos jamás aceptarían que esté contigo —explicó con cierta decepción, parándose correctamente para retirarse, pero Youngmin tomó su brazo para impedirlo.

— ¿Eso significa que también te interesabas en estar conmigo? —Preguntó lleno de entusiasmo. El jovencito se volvió para asentir— Eres franco como yo, eso me gusta. Significa también que ahora no voy a retirar el dedo del renglón.

— Tu familia no lo aceptará, ¿estarás dispuesto a mantenerlo en secreto?

— Dispuesto —sonrió. Yeunsee se rio ligeramente antes de negar—. Por favor, dame la oportunidad de conocerte y también vas a conocerme mejor. Si al final decides que no soy lo que quieres entonces te dejaré en paz.





La situación familiar de Seungmin era buena, al menos él lo consideraba algo saludable. Sus padres solían trabajar demasiado para mantener su importante posición en el distrito, pero también se encargaban de inculcarles valores en cualquier oportunidad. A veces, en demasiadas oportunidades. Aquella noche durante la cena no pudo evitar sentirse incómodo mientras su padre les contaba algunas historias que había visto en su última visita a La Villa de los Marginados. La cosa iba bien hasta que mencionó que tenían una compañera que recientemente había dado a luz a un niño con un hombre de otro elemento.

— ¡Es simplemente desagradable! —exclamó él, mirando a su esposo con incredulidad—. Engañó a su esposo, encima se atrevió a tener un hijo. Esa pobre criatura tuvo que ir a parar en los laboratorios para dormirlo.

— ¿Dormirlo? —Preguntó Seungmin, por primera vez con curiosidad en cuanto al tema —¿Por qué?

— Combinar elementos resulta en un gen violento, por la alta concentración de carga genética de ambos elementos. No es viable de ninguna manera. Por eso, para tener hijos deben renunciar a su elemento, de otro modo ese producto no es compatible con la vida.

Seungmin dirigió el tenedor a sus labios para distraerse con la comida mientras intentaba ignorar la conversación. Se llevó un sobresalto cuando su teléfono vibró y al encenderse la pantalla pudo ver en la mensajería el nombre de Hyunjin. Inmediatamente bloqueó la pantalla guardando el celular en su bolsillo.

— En la clase de Responsabilidad histórica, nos contaron sobre el chico que va en bachillerato con Seungmin —comentó Ukseung, su hermano menor, obteniendo la atención de su familia de manera inmediata—, lo descubrieron con un chico de otro elemento, dicen que ahora lo pasa muy mal.

— Cualquiera que decida llevarle la contra a la naturaleza, debería resignarse a pasarlo muy mal —se burló su padre.

— Como van las cosas con la juventud de hoy en día, creo que es buen momento para recordarles que en esta casa no se permite que nadie tenga ideas extrañas —les recordó su otro padre, apuntando a ambos chicos.

— Yo jamás haría eso, papá —declaró Ukseung, contento—, es más, en la escuela ya le dije a mis amigos que si alguno decide ir en contra de la paz, lo voy a delatar inmediatamente.

Sus padres rieron, elogiando a su hijo menor por tener en claro lo que quería y quién era. Seungmin intentó reírse también para no levantar sospechas respecto al miedo atroz qué estaba experimentando en su interior.
Al encerrarse en su habitación se apoyó en la puerta, deslizándose hasta poder sentarse en la alfombra. No podía creer que acababa de sobrevivir a esa cena. Dejó escapar el aire de sus pulmones y mordió sus labios mientras los ojos se le llenaban de lágrimas. Tomó el teléfono para ver el mensaje que Hyunjin le había enviado. Desde su pequeño enfrentamiento en el invernadero, una semana atrás, no habían hablado en persona y él se dedicaba a ignorar los mensajes que el de cabellos rizados le enviaba. Las lágrimas rodaron por sus mejillas mientras leía las disculpas de Hyunjin junto a su petición para verse. Limpió su rostro y mordió sus labios antes de escribir, en mayúsculas, qué la dejase en paz y no la buscara de nuevo.

Le dolía alejarlo. Se atormentaba por las noches cada vez que Hyunjin volvía a su mente y él mismo ponía una barrera, pero no podían permitirse estar juntos porque sería firmar su sentencia de muerte.

Antologías De La Nueva Tierra: El Canto Del Dragón (HYUNMIN) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora