Capítulo 18

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Gritos...

Dolor...

Sangre...

Caos...

Muerte...

Los romanos estaban haciendo todo lo que podían contra los galos dirigidos por el caudillo Breno

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Los romanos estaban haciendo todo lo que podían contra los galos dirigidos por el caudillo Breno. Marte intentaba poner orden en aquella batalla, ordenando las filas, reagrupando a los hombres para que volvieran a atacar con fuerza contra estos bastardos bárbaros.

—¡Atacad!—Gritó Marte—¡No deben llegar a Roma!

Los romanos volvieron a descargar con todas sus fuerzas, pero cada vez eran menos los que estaban en pie luchando por la defensa de su territorio.

Los buitres ya estaban dando vueltas sobre los cuerpos de los caídos y algunos ya se estaban alimentando de sus cadáveres.

—¡No retrocedais!

*

Algo no iba bien, podía sentirlo en el aire y la intranquilidad llenó mi ser. Ra estaba pendiente de mi en cada momento, aquella rapaz de las dunas doradas de Egipto y que cuya plumaje era de plata, no me perdía el ojo.

La criatura que estaba dentro de mi no paraba de moverse, estaba también intranquila o que ya se estaba preparando para salir.

—Ninguna señal de Marte... algo no ha ido bien, es que lo siento, debí haber ido con las tropas.

—Roma, no estas en condiciones y apenas puedes moverte—Dijo Fortuna.

—Pero son mis romanos y mi marido los que están luchando contra los galos, Fortuna y yo estoy aquí, sin poder hacer nada al respecto.

—Bastante tienes que en cualquier momento puedes ser madre.

La tranquilidad del templo fue irrumpida por el estruendo del abrir de la puerta principal y que tras ella se escucharon gritos agonizantes. Sentimos que venían corriendo alguien hacia nosotras y no puede evitar sentir que mi corazón se aceleraba.

—¡Los galos!¡Los galos están destruyendo la ciudad!—Gritó Jano, dios de las puertas, del principio y del final.

—¡Roma, debéis ponernos a salvo!—Gritó Carna, esposa de Jano.

—Debo defender mi ciudad de esos invasores—Me levanté con dificultad, con la respiración acelerada al igual que mi pulso— Traedme el castigador ¡ya!—Ordené y me lo trajeron—¡¿Donde está Marte?!

—No está aquí Roma—Respondió Jano—¡Rápido, tenemos que irnos! Securitas nos ha informado que no hay seguridad en las calles de la ciudad y que estos malditos galos están destruyendo todo lo que tienen a su alcance!

—No puedo abandonar a mi ciudad a manos de esos galos—Dije mientras tomaba entre mis manos el castigador y le hice un gesto a Ra para que saliera en búsqueda de Marte.

Esposa de la Guerra IIIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora