Esposa de la Guerra III

Capítulo 42

En esta gran campaña de conquista, Julio César al mando de diez legiones y con la colaboración de Craso, nos adentramos a la Galia que estaba poblada de distintos pueblos bárbaros, a los cuales nos referiremos como galos. Era evidente que esta campaña alzaría el nombre de Julio César, pero él era consciente de que los dioses estaban de su lado.

En las noches, Minerva y yo nos reunimos con Julio César para exponerle y debatir las diversas estrategias que debíamos llevar a cabo, no sin antes tener la información de los diversos exploradores antes de entrar al ataque. En cuanto a Marte, comprobaba que todo estuviera al día y que no le faltara nada a los legionarios, además de participar en las reuniones que realizabamos por la noche.

En cuanto a mis hijos, no había batalla en que ello disfrutasen con la sangre y dolor del enemigo, noté el pique que había entre mis gemelos y los gemelos de Venus, no era un pique que provocase una rivalidad, dade que en esta situación ambas partes colaboraban en la campaña. Mis hijas no dejaban que ningún galo se escapase con vida y llevaban la cuenta de cuantos habían matado y de los que había hecho prisioneros, para mas tarde venderlos como esclavos.

El olor de los cadáveres que había en los campos de batalla o escaramuza, fueron un banquete para los buitres y los perros, sin dejar de lado de aquellos animales que estaban en la zona, siendo las mayores bajas por parte de los galos.

-¿Cuántos llevas Belona?-Preguntó Nero mientras se quitaba la suciedad de su rostro.

-Yo llevo unos 320. ¿Y tú?

-317 llevó yo ya matados. Lua, ¿Cuántos llevas?

-Eeeh ¿318?-Sacó el gladio del cuerpo de un galo que había matado hace un instante.

-Ni tan mal-Rió Belona.

-Chicas, será mejor que volvamos con el resto, ya hemos rematado a los que quedaban moribundos.

Las tres hijas de la guerra montaron sobre sus respectivas monturas tras haber neutralizado el grupo de galos que intentaron hacer una emboscada al campamento romano, que estaba a pocos metros de donde estaban ellas. Nero levantó su cabeza para que Ra sobrevolaban por encima de ellas, el halcón de su madre nunca las había abandonado en ningún momento y las tres diosas lo sabían. En su camino de vuelta, vieron cómo las legiones se estaban desplazando hacia otro lugar, lo cual tuvieron que desviar su recorrido para unirse a ellos.

-Mira quiénes vienen corriendo- Señaló Marte al ver a sus tres hijas viniendo al galope hacia ellos-De seguro que vendrán de matar algunos galos ¿No crees Roma?

-No tengo dudas de ello Marte, sabiendo a los que nos estamos enfrentando y que estos conocen perfectamente su tierra. Pero, cada vez los estamos acorrando más y pronto solo les quedaría dos opciones: rendirse o morir luchando.-Miré a Marte a sus rubíes ojos-Todavía no olvido el saqueo que me hicieron estos bárbaros, el caos y destrucción que infligieron a mi ciudad y mi pueblo, sin olvidar en el estado en el que me encontraba-Miré hacia delante, donde se encontraban mis dos gemelos que compartían una charla con sus gemelos hermanastros, ajenos de la conversación que estaba teniendo con su padre.

-Han pasado 323 años... justamente la edad de nuestros gemelos... y yo estaba fuera de la ciudad y no te pude proteger, te puse en peligro sabiendo en el delicado estado que estaba-Marte tomó mi mano y la apretó para que lo volviera a mirar-Pero estamos aquí ahora para pagar el daño que nos hicieron, tanto a tu ciudad como a nuestro pueblo.

-Nos os quiero interrumpir pareja, pero, tenéis un mensaje de vuestra hija Concordia--Mercurio hizo acto de presencia delante de nosotros, el mensaje que tenía entre sus manos que se lo entregó a Marte.

-Dile a nuestras hijas que hagan presión en el Senado y que mantengan la calma. No podemos permitirnos un desequilibrio político en estos momentos.-Dictó Marte-En caso de que se complique, busquen apoyo en Juno y en Cibeles, ellas saben perfectamente como se debe solucionar los asuntos políticos.