Capítulo 30

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En las tierras hispanas, mis hijos y Escipión avanzaban rápidamente en la conquista de territorios y de los apoyos de Aníbal. Cartago Nova cae rápidamente en manos nuestras. Aquella base púnica estaba a nuestra disposición y nuestro siguiente paso era avanzar directamente a África.

Circe, con sus pócimas, aliviaba a los soldados heridos y envenenaba al enemigo para que no ofreciera resistencia.  Los gemelos fomentaban a la legiones alzando con fuerza sus voces que llenaban de valor y honor los corazones de los legionarios. Mis hijas aportaban sus escudos junto a los de los legionarios y sus gladios terminaban bañados en la sangre de los enemigos

Aníbal tenía la sospecha de algo estaba pasando y de que no estaba llegando más hombres a Italia y esto de se debe a que su hermano, Asdrúbal Barca, había muerto a manos de los romanos en Hispania. Todos los aliados que habían sido de Cartago, cambiaron de bando y se aliaron con Roma, haciendo que Aníbal mermara su poder.

En las campañas que estábamos en Hispania, no había noche en que aconsejaba cada paso en esta conquista a Escipión, todo debía estar medido y calculado para que no hubiera ningún fallo y no retroceder ni un palmo.  Marte aportaba sus puntos de vista y corregía los fallos en las estrategias, además, de que él se encargaba personalmente de los prisioneros de guerra, los cuales eran vendidos como esclavos y aquellos osaban insultarlo, terminaban siendo torturados hasta la muerte.

Ra sobrevolaba sobre el campamento y de los alrededores para vigilar si venía el enemigo hacia nosotros, los centinelas más de una vez se quedaban mirando aquella ave rapaz de plata que los vigilaba. Bestia, mi fiera montura, se alimentaba de los cuerpos de los enemigos a escondidas, pues si la veían los soldados, el miedo hacia la yegua invadiría su alma, pero el animal era consciente de su naturaleza.

Escipión consiguió que el Senado accediera que el golpe mortal para Anibal debe ser en la propia Cartago, pero para ellos no solo debía ser con las legiones que estaban sometiendo las zonas hispanas que estaban a manos de los púnicos, sino que con las tropas que estaban en Sicilia, desembarcaran en las costas de África y se unieran a las filas del Escipión.

Seguimos avanzando hacia el sur y cruzamos el estrecho donde estaban las columnas que había puesto Hércules como límite del mundo conocido y que más allá de ellas estaba los desconocido.

Con nuestros pies en África, nos movimos rápidamente hacia Cartago, pero esta noticia que la ciudad iba ser atacada por Roma, Aníbal tuvo que abandonar su posición de Italia para socorrer a Cartago.

*

—Nuestros hombres están listos madre—Dijo Virtus—Temo por los elefantes.

—Las fuerzas de los elefantes podrían llevarse por los hastati y los princeps, y llegar a los triarii. A menos que la caballería númida, que está nuestro flanco derecho y sea apoyada por la caballería latina, la del flanco izquierdo—Comentó Nerio sobre el mapa de operaciones.

Escipión formó alrededor de veinte mil legionarios, más catorce mil auxiliares y la caballería, que comprendía cuatro mil jinetes númidas traídos por Masinisa I, rey de Numidia, y dos mil setecientos equites romanos.

Los romanos adoptaron la disposición clásica de batalla de la legión, denominada triplex acies: con los lanceros hastati en primera línea, los veteranos príncipes en segunda y los lanceros triarii, armados con lanzas largas, detrás. Las unidades se encontraban separadas por pequeños pasillos que les permitían maniobrar, por los cuales debían escapar los hostigadores vélites cuando la carga cartaginesa se hiciera insostenible, al mismo tiempo que evitarían que los elefantes rompieran la formación.

Entre los mandos romanos y aliados númidas que secundaron a Escipión durante la batalla, estaba el propretor de la flota con base en Cerdeña, Cneo Octavio, un legado llamado Minucio Termo, Cayo Lelio, Dacamas y Masinisa I.

Esposa de la Guerra IIIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora