Desde que di la llave a mi amado hijo Ares para reunirse con su esposa Mariam, el ambiente del Olimpo era distinto.
Había pasado tantos años que algunos casi habían olvidado el dios de la guerra pura y su esposa, solo dejando a la hija de Zeus como señora de la guerra estratégica.
Pero una madre no olvida a sus hijos... No como su padre.
Zeus ya no tenía a su primogénito que le hiciera cara, parecía que se había quitado un peso de encima y no encontraría a su odioso hijo provocándole por cada infidelidad que cometía.
Como hecho de menos a mi hijo, él comprendía mi dolor, al igual que el resto de mis hijas, pero él era capaz de llevar las cosas hasta el punto de empuñar sus armas para defenderme.
Lo único que me quedaba en el Olimpo, eran sus hijos. Si, los hijos que tuvo con la promiscua Afrodita.
Mi mente seguía recreando el momento de cuando él subió a la montura de mi paladina y nuera, y se alejaba en el horizonte a gran velocidad hasta perderlo por completo en la delgada línea que el Urano y Gaia se unían.
—Su majestad—La presencia de Iris hizo que saliera de mis recuerdos y la mirase a los ojos—Vuestras madre requiere vuestra presencia.
—Gracias Iris por informarme, iré de inmediato.
Cuando su mensajera abandonó la habitación, no dudó ni un segundo en ponerse en marcha hacia el templo de madre.
Se cruzó con múltiples dioses y que a su paso le hacían una reverencia en señal de respeto, pero no se detuvo en mirarlos.
Cuando la reina de los dioses llegó a la puerta del templo de su madre y antigua reina, no dudó ni un segundo en empujar la puerta para adentrarse en el interior.
Caminó con tranquilidad en el interior de aquel lugar, miró los frescos de las paredes que decoraban el interior, pero sus ojos se detuvieron en la figura de su madre que la estaba esperando.
—Me habéis hecho llamar madre ¿Ocurre algo?
—Hera, mi dulce y pequeña reina—Rea se acercó con lentitud hacia su tercera hija y tomó sus manos entre las suyas—¿Echáis de menos a vuestro primogénito?
—Si, madre. Como no voy echarlo de menos. Es mi hijo—Respondió la reina de los dioses—Pero tengo la sensación de que se ha reencontrado con Mariam, su fiel esposa y mi valiente paladina y nuera.
—Es una gran diosa a la que tenéis como paladina y nuera, a pesar de cada tenéis vuestras diferencias, pero os respetaís mutuamente.
—Madre, todavía no me habéis dicho el motivo de mi llamada.
—Quería decirte...Me voy del Olimpo.
Hera soltó sus manos de las de su madre y ante esas palabras, dio un paso atrás. Negó con su cabeza, no podía concederse la idea de su madre, a la que tanto la había ayudado en este tiempo tanto turbio, se iba a ir de su lado.
—Madre, dime que no es una broma. No os podéis marchar.
—Hera, cariño, ya no hay nada que me ate a este lugar, ni siquiera el trono, pues te pertenece a ti.
—¿Y tus hijos? ¿Los vas abandonar?
—Sois mayores, sabéis cuidaros solos, ya me lo habéis demostrado mil veces. Ganasteis la guerra contra tu padre Cronos y eso fue una clara señal de que sois fuertes e independientes. Mi pequeña reina de los cielos—Rea acarició el rostro de Hera con delicadeza.
—Madre, por favor. No en este instante que os necesito más que nunca—Una lágrima se le escapó de los ojos de la reina y fue limpiada por el pulgar de su madre y antigua reina—Muy pocos me ofrecen consuelo y amparo, quédate madre.
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Esposa de la Guerra III
FantasyUn gran imperio ha caido, pero nace otro grande y próspero. Guerra y conquista es el fundamento para su grandeza, muchos enemigos se forman a su paso, pero se defenderá de ellos. Un gran huella dejará para historia, y será el recuerdo de la grandeza...