Capítulo VII. La fobia de Batgirl.

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Samary.

Cuando nos disponíamos a salir de nuestro edificio de apartamentos, para dirigirnos a las oficinas centrales de Nikolau L.G. Electronic, en Midtow, fuimos abordadas por una horda de periodistas, no podíamos alcanzar el taxi que habíamos solicitado, estábamos totalmente rodeadas.

Vale se colocó delate de mí, para protegerme. Yo con las gafas de sol y el bolso cubría mi rostro, intentando que los flases de las cámaras no me dejaran ciega. Los gritos y las preguntas de los periodistas no cesaban, mientras se empujaban los unos a los otros, lógicamente en esa marea humana también fuimos empujadas las dos, casi no podía oír lo que me decía Vale, lo que si sabía era que mi amiga estaba bastante enfadada, su forma de mover su cuerpo bruscamente lo delataba.

De pronto fuimos rodeadas por hombres vestidos de negro con traje de chaqueta y camisa blanca, ellos se encargaron de empujar a la muchedumbre de periodistas lejos de nosotras, levanté la mirada para saber que había pasado, y vi una gran limusina parada delante de nuestro edificio, y como de una película, a cara lenta, de la limusina salieron dos hombres, unos más alto que otro, pero los dos muy atractivos, robándose las miradas de todos de los que allí estábamos, en su segundo se hizo el silencio, mientras veíamos a esos dos hombres acercándose a nosotras.

Uno era rubio, muy bien vestido y con una sonrisa letal, caminaba hacia nosotras mientras se colocaba bien las mangas de su camisa, bajo su chaqueta de diseño. El otro era moreno, más alto, con sus ojos cubiertos por unas gafas de sol Gucci, iba vestido con un traje italiano hecho a medida de color gris oscuro, su caminar era seguro, parecía que te dijera que no lo molestaras, llevaba, mientras caminaba, una mano en el bolsillo de su pantalón era como una pantera caminado por su territorio, era una fiera de ciudad.

- "¿Son ideas mías o esos dos están caminando a cámara lenta?."- oí como decía la descarada de Vale, no pude evitar soltar una carcajada nerviosa, porque verdaderamente esto parecía una película de gánster.

Cuando llegaron a nuestra altura, el moreno se quitó las gafas, y la mirada intimidante del Demonio atravesó mis gafas de sol para clavarse en mi pupila.

- "¡Peligro!, puro y descarnado peligro, ese hombre es letal en todos los sentidos. Si esto fuera un ensayo de química, ahora mismos las alarmas habrían saltado, y yo estaría aislada con la sustancia más peligrosa de este mundo, dentro de la campana de protección, a la espera de mi muerte."- me dijo mi subconsciente deseando que los periodistas volvieran asaltarme, -"¿Pero que tenía este hombre, que me alteraba tanto?"- mi mente estaba paralizada, y me quedé sin palabras, sabía que él me estaba hablando, pero yo sólo podía quedarme atrapada en su mirada, mientras sus palabras se las llevaba el viento, no llegaban a mí, así es como debía sentirse un ratón antes de ser devorado por una gran cobra.

Hasta que, como siempre, mi gran amiga me hizo aterrizar, con un pellizcó en mi antebrazo, mi gemido de dolor me sirvió para que salir del trance.

- "Perdone señor Nikolau, mi amiga aún está en shock es la primera vez que somos asaltadas de esta forma por los carroñeros de la prensa."- dijo mi amiga mirando con odio a los periodista que trataban sin éxito traspasar el cordón de seguridad que, habían formado los hombres de negro.

- "Sólo le decía a mi prometida, que me perdonara por no prever que esto iba a pasar, no volverá suceder, desde hoy me encargaré que tengan las dos protección."- dijo mi alterante prometido. La sensación de ser controlada me invadió, y obre en su contra, de la forma más infantil.

- "¿Por qué? Yo no deseo ir con escoltas, me gusta pasear tranquilamente sin que ... ¡Auhh!, Zorra Valerie, deja de pellizcarme, ¡joder!"- dije al recibir un segundo pellizco de la maldita rubia. Se que me había revelado de manera tonta, lo sé, pero es que ese hombre me ponía nerviosa, además algo me decía que, si no ponía freno a las imposiciones del Demonio, pronto se adueñaría de todo, de mí. Así que así nos quedamos los dos mirándonos a los ojos como retándonos, para ver quién de los dos se salía con la suya.

Casada con el enemigo de mi esposoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora