Capítulo XLII. Los nueva vida de una renacida.

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Valerie.

- "Eso es todo señora Martin, con esto que nos ha aportado, tardará mucho tiempo en volver a salir a ver la luz del día. Estará encerrado por muchos años."- me dijo el teniente.

Habíamos recibido ya la noticia por parte de la policía que Samy había sido liberada, y algunos policías, entre bromas, nos contaron que tuvieron que enviarlo al hospital, la parecer el Demonio había hecho de las suyas. Esto provocó la risa incontenible de mi marido, mientras yo lo miraba seria, para que no fuera un poco menos descarado, delante del teniente, aunque por dentro no podía sino aplaudir a mi cuñado, por salvar a mi única familia, a mi hermana elegida.

- "¿Ya podemos retirarnos?, mi esposa debe de estar agotada."- pidió mi esposo.

- "No hay problema, señor Martin."- no dijo el teniente.

Mientras nos dirigíamos al hotel, yo recordé lo que lleva como un tesoro en mi bolso, y decidí que necesitábamos, en ese momento, saber lo que había ahí.

- "Gordon, puedes llevarnos a la playa, va a amanecer, y deseo ver el amanecer."- mi marido me miró extrañado. - "Pervertido hay algo que debemos ver juntos."- le dije, él me miró aún más extrañado.

Cuando llegamos, cogí un jugo de naranja, dos copas de cristal y una botella de champaña, del bar de la limusina.

- "¿Qué vamos a celebrar señora Martin?, ¿El haber acabado ya con ese maldito?."-me preguntó mi marido mientras cogía una manta de detrás de la limusina, y me quitaba a las botellas de las manos.

- "No exactamente, adorado esposo, eso ya fue cerrado y olvidado para siempre."- le dije sonriendo mientas agarraba mi bolso.

Yo me descalcé, caminar con tacones por la arena era totalmente imposible. Miré a mi alrededor, estaríamos, geniales los dos, yo con un traje de fiesta azul, y él con un esmoquin, caminando de manos por la arena, mientras mi hombre sostenía, con la otra mano una manta, donde dentro había una botella de champaña, de zumo de naranja y dos copas, una imagen para recordar.

Cuando llegamos a una gran explanada frente al mar, mi marido colocó la manta dirigida hacia la zona donde salía el sol, pronto iba amanecer. Yo pretendía que en el momento que el sol saliera, yo abriría el sobre, deseaba que, si por alguna casualidad estaba embarazada, a mi hijo o hija, cuando me preguntara como supe yo que estaba embarazada de él o de ella, le diría que el día que nos enteramos su padre y yo, que nuestro amor había creado a su ser tan perfecto, ese día salió el sol en nuestra vidas para siempre.

- "Bacon, tengo algo que contarte."- le dije tras sentarme, junto a mi marido, mientras él me abrazaba. Él me miró como instándome a que hablara, veía que tenía algo de nervios, pero yo estaba igual. Me giré hacia mi bolso y cogí el sobre, quedaban pocos minutos para que amaneciera. - "Aquí tengo un sobre donde pone los resultados de mi prueba de embarazo, quería abrirlo contigo."- le dije.

La reacción de mi marido fue de lo más graciosa, de golpe, cogió la botella de champan y la abrió, y directamente de la botella tomó un gran trago. Mientras su cara permanencia como si fuera de piedra. Cuando terminó, respiro hondo y me dijo

- "Decididamente guerrera quieres acabar conmigo, un día me vas a matar de un susto. ¿No podía decirme que sospechabas que estabas embarazada? Me hubiera gustado acompañarte a hacerte las pruebas."- sólo sonreí los primeros rayos de luz iluminaron la cara de mi marido.

- "Es la hora"- dije mientras abría el sobre, sentí como mi marido me abrazaba, pero como yo, estaba temblando.

Y allí estaba, positivo, yo Valerie Martin estaba embarazada. Sin poder evitarlo me eche a llorar, mientras un rugido animal que se oyó en toda la playan, salía de los labios de mi marido.

Casada con el enemigo de mi esposoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora