Capítulo XL. El castigo de una guerrera.

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Samary.

- "Ya está todo listo, sólo queda recoger el traje de fiesta que usaremos esta noche para la gala."- Me dijo Valerie tras la maldita, y por fin última, sesión de fotos que tendré como Samary De Angelines.

A partir de mañana me dedicaré a lo que me gusta, investigar y desarrollar nuevos prototipos para las empresas Nikolaus, por su parte mi inseparable Valeria pasará a ser la jefa de departamentos de relaciones públicas y directora comercial de la empresa Nikolaus, después del trabajo que desarrollo ayer mi amiga para arrebatarle la empresa al malnacido, tanto mi marido como el suyo, se quedaron impresionados con el poder para convencer de mi mejor amiga, era una relaciones publicas nata, y una gran comercial, podía vender arena en el desierto.

A lo que ninguna de las dos vamos a renunciar, y porque se lo debemos a nuestra salvadora, es a seguir llevando la asociación benéfica de Samary de Angeleis, para que, las y los modelos que empiezan no sufran lo que mi salvadora pasó, hasta mi marido agradecido con ella, por darme esta segunda oportunidad, como dice él, de regresar a su lado, ha prometido que la empresas Nikolaus, harán donaciones a esta causa de manera regular.

Luego estaba lo otro, el maldito sobre que acabamos de recoger con los resultados, de si podíamos, o no estar embarazadas una o las dos, o las dos, eso era lo que más nerviosa nos tenía, en especial a cierta fuerte guerrera, que no dejaba de pasar de estados de ánimos de auténtico terror, a estar completamente excitada y dichosa.

Sinceramente creo que ella me ponía más nerviosa, parecía que vivía en una montaña rusa de emociones constantes, y eso que es la serena, experta en conocimientos sobre la emociones humanas, Valerie Martin, imagina como estaba mi estado de ánimo era mucho, todo esto era más que complicado.

Principalmente, porque ella es mi reguladora, la que hacía que mi miedos se mantuvieran bajo control, y ahora ni ella ni yo estábamos ni tranquilas, ni ecuánimes, y desde luego nada ayudaba a que hiciera más de veinticuatro horas que no sabíamos nada de nuestros maridos.

Por lo menos sabíamos que los veríamos a las seis de la tarde, antes de asistir al evento, donde ellos serían nuestros acompañantes, o eso esperábamos.

- "Oye, Samy, ¿No te parece extraño, que estemos tan rodeada de escoltas?, desde esta mañana me estoy dando cuenta que nuestros servicio de seguridad se ha incrementado."- me dijo Vale al oído, mientras nos dirigíamos al salón de belleza para prepararnos para la gala de esta noche.

- "Ahora que lo dices tienes razón, ¿Habrá pasado algo?"- le pregunté también en un murmullo al oído.

- "Algo me dice que si, y también algo me dice que esos dos saben algo, y no quiere que no nos enteremos, por eso no sabemos nada de ellos desde ayer."- me contesto muy seria Vale.

-"¿Como podemos saberlo?"- pregunté - "De seguro los escoltas tiene la orden de no decirnos nada."-

Una luz se iluminó en los ojos de Vale, esa cabeza peligrosa había tenido una idea, y de seguro que era aún más peligrosa.

- "¿Qué tal si tú, preciosa e inteligente Batgirl, no coges tu ordenador y te introduces en Donnelly? Cámaras lo que sea, debemos saber que está ocurriendo."- una sonrisa asomó a mis labios, esta maldita Robin sabe cómo poner un cebo para que pique.

- "Vale, pero después del salón de belleza."- le dije.

Durante el tiempo que las estilistas nos atendían, nos llegaron los mensajes de nuestros esposos, donde nos decían que nos veríamos en el vestíbulo del hotel, media hora antes del evento, este mensaje no hizo más que confirmar nuestras sospechas.

Ya en el hotel no tarde en coger el ordenador mientras Vale me servía algunas ositos de goma, pero quede estupefacta, Donnelly había sido desconectada de la red, había sido aislada informáticamente, sólo había dos formas que eso ocurriera, o que Donnelly hubiera recibido un ataque importante de hackeo, o que Daimon no quisiera que yo supiera que era lo que estaba pasando, ese sistema había creado por mí, y era un sistema anti hackeó inexpugnable, ni yo podía entrar.

Casada con el enemigo de mi esposoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora