Ya era lunes por la mañana anoche me acosté sin cenar, desayune dos rebanadas de pan con los últimos trozos de Jamón, así que hoy sin falta tendría que ir a comprar y lavar mi ropa.
Recogí la ropa sucia y las toallas las metí en mi bolso y me encamine hasta la salida pero las voces de Hanna y Liam llamaron mi atención así que iría a saludarlos.
- Hola – entre con una sonrisa.
- Buenos días – dijeron Liam y Hanna al mismo tiempo, algo que me hizo gracia.
- ¿Quieres desayunar? – me pregunto Hanna
- No, ya he desayunado – el ruido de unos cubiertos cayendo en cima de un plato me alertaron de que había alguien más en la cocina, mis ojos conectaron con los suyos pero hoy tenía algo de enfado en su mirada, suponía que era por lo que había visto anoche.
- ¿y dónde vas tan temprano? - dijo Liam sacándome de mi cruce de miradas con Dominic.
- Tengo que hacer unas cosas, no creo que tarde – aclare
- ¿Quieres que te acompañe? – se ofreció Hanna
- No, tranquila, creo que me las puedo arreglar sola – y sin más di una última mirada a Dominic que seguía con su mirada en mí y salí de la casa.
Primero fui al supermercado a comprar un paquete de pan tostado, Jamón y una botella de zumo, allí pregunte por alguna lavandería me dieron las indicaciones y llegue sin ningún tipo de problemas, la casa de Dominic estaba bastante bien situada tenía todo a mano.
Sin darme cuenta el medio día había llegado, me dirigí a casa de vuelta y cuando entré un magnifico olor a pasta me pego de golpe, me dirigí a la cocina esperando encontrar a Liam y Hanna, pero mi cuerpo se tensó cuando solo encontró a un Dominic cocinando y quemándose con el agua de los espaguetis, se me escapo una risita y él lo noto.
- ¿Disfrutas mirando todo lo que no debes? – dijo dándose la vuelta y cruzándose los brazos.
- A lo mejor si cerraras la puerta nadie te miraría nada – conteste seria.
- ¿No te deje claro que no quiero verte, ni cruzarme contigo? – dijo apoyándose en la encimera.
- Sí, yo lo siento, por lo del otro día, no debí meter mis narices donde no me llamaban – agache mi cabeza, no iba a enfrentarle sabiendo que esta era su casa y que me podía poner en cualquier momento de patitas en la calle
- Pues eso, te recuerdo que estas en mi casa – sentenció como si me hubiera leído el pensamiento.
- Y no sabes lo que te agradezco que me dejes estar aquí – le dije mirándole a los ojos.
- No necesito tu gratitud – dijo despreciando mis palabras.
- Bueno... yo me voy a mi... a mi habitación – no me salía llamar habitación a ese sitio.
- ¿Qué llevas ahí? – pregunto señalando la bolsa con su cabeza.
- Es... esto es mi comida – dude por un momento en decirle la verdad.
- ¿Y cuando la compras? Sales las veces contadas de tu habitación. – su respuesta me desconcertó se suponía que no me podía cruzar con él.
- La compro una vez a la semana, pero por el incidente de la fiesta me ha durado menos de lo pensado. – dije sin saber porque estaba dándole explicaciones.
El no dijo nada más simplemente asintió mientras fruncía el ceño, me di la vuelta y me encerré en la habitación sacando la compra y la ropa limpia y colocándolo de buena forma en la maleta.
Estaba preparándome una rebanada de pan hasta que un golpe en mi puerta me sacó de mis pensamientos.
- Dime una cosa – dijo Dominic nada más abrir la puerta, aquí venia cuando me echaba de su casa.
- ¿Qué he hecho ahora? – pregunte asustada.
- ¿Llevas comiendo eso, desde que llegaste? – se veía enfadado
- Sí, pero no es de tu comida, es de mi dinero tengo un poco ahorrado – dije nerviosa.
- Ven aquí – dijo alejándose de mi puerta pero mis pies no reaccionaban – como tenga que arrastrarte hasta la cocina va a ser peor Kiara.
- ¿Qué pasa? – dije cuando llegue a la puerta de la cocina.
- Siéntate ahí – dijo señalando una banqueta yo obedecí y me senté
- Come – dijo mientras ponía un apetecible plato de espaguetis delante de mí.
El se sirvió otro y se sentó a mi lado esto era raro, me sentía nerviosa a su lado, y él lo había notado, porque me temblaba el pulso y no podía evitar estar sonrojada.
- Te dije que no quiero cruzarme contigo, no que no comieras comida normal, puedo ser un cabron Kiara, pero no dejaría a nadie sin comer, ahora mismo me siento como la mierda sabiendo que has estado una semana a base eso que sea que compraste – dijo enfadado
- Lo... lo siento... es que yo no sabía qué hacer – dije avergonzada.
- Como sea, ya sabes dónde está la concina – se levanto – pero todo lo demás sigue en pie, esto ha sido una simple excepción, tú en tu lado yo en el mío.
Y sin más salió dejándome sola en la cocina terminando sus deliciosos espaguetis.
ESTÁS LEYENDO
Nadie dijo que fuera fácil.
RomancePara mis padres adoptivos soy un gran estorbo desde que nació mi 'querida hermanita' ellos simplemente querían una niña maravillosa, y yo no cumplía sus expectativas, nunca estábamos de acuerdo en nada y eso creaba demasiada tensión. ¿Qué idea se l...