Capítulo 107

608 64 3
                                    

—¿Por qué no me lo dijiste, Taehyung?

—Es que no fue serio, bebé.

—¿Cómo que no? Tu brazo se puso morado.

—Pasará.

Jungkook descubrió la herida en mi brazo y como siempre se anda preocupando de más, decidió curarme y vendarme el brazo, le dije que me había tropezado de regreso a casa y me regañó por no ser cuidadoso. No se ha enterado nada de lo sucedido ayer y más vale que no lo sepa nunca.

Era martes por la mañana, él se ha levantado temprano para continuar estudiando, me ha dicho que pudo dormir muy bien, pero que algunos mareos le habían recibido al abrir los ojos. Así que sin esperar más, salí de nuevo en busca de dinero o algo de comida con el brazo inmovilizado y más inútil que nunca.

Caminé durante una hora buscando un lugar que pudiera darme un empleo con una paga inmediata, pero ninguno se atrevía a dármelo. Recordé el colegio, un día debatimos sobre la pobreza en el mundo, yo había elegido el robo como consecuencia de la pobreza y defendí mi punto como pude, aunque Namjoon me dijo que no tenía la razón. Creía que en realidad el robo no derivaba de la pobreza, sino que la flojera y el vandalismo acarreaban a hacerlo, afirmé con ahínco que había empleo en el país, lo que no había eran ganas de trabajar.

Entendí que hay una gran diferencia entre lo que dicen los portarles informativos y los medios de comunicación, con la realidad. Existe


pobreza, pero nadie se ha atrevido a decirlo, hay desempleo, pero nadie se ha atrevido a combatirlo. La gente pobre no roba por placer y no todos ellos son delincuentes…

no somos como larvas que nos pegamos para obtener dinero.

Tenemos nombre y apellido, no somos solo una cifra en el reporte anual del Estado y no somos lo que la sociedad juzga sin conocer. Somos personas que hemos caído en desgracia, con más ganas de trabajar que un director presidiendo una empresa, queremos vivir, solo queremos una oportunidad.

Me preguntaba, mientras esperaba junto a la fila de jóvenes pidiendo trabajo para vender de revistas, que si alguna vez habían conocido a alguien como Jungkook, quien nunca ha tenido mucho ni tampoco a ambicionado tener más, que en los momentos más difíciles ha ayudado a los demás sin dudarlo, aunque nadie pudiera devolverle el favor después, me preguntaba si habían encontrado el amor a través de esos ojos brillantes y si alguna vez alguien les había sonreído de manera tan pura solo porque le dijiste cuán hermoso se veía bajo la luz de la luna.

Admito, he vivido dentro de una burbuja, nada me mojaba ni alcanzaba, era impenetrable ante la realidad. Cuando nací ya tenía cuarta parte de las acciones puestas a mi nombre y un babero de cuatro mil dólares que ensuciaba a todas ganas, lo único que sabía de la pobreza era que nunca viviría en ella. Crecí con todas las cosas que el dinero podía ofrecerte: cosas, viajes, drogas, putas y alcohol. Pero he salido de la burbuja y la caída ha sido tan dura que me ha hecho falta anestesia para sobrellevar el dolor. El dinero también me enseñó que a falta de él aprendes a valorar las pequeñas cosas, los pequeños detalles, las cosas


que antes jamás tendrían protagonismo en ninguno de mis pensamientos.

No podía levantar a cabeza, el sol quemaba y mi piel comenzaba a ponerse rosada. Esperamos alrededor de tres horas, unos más ansiosos que otros, unos con más necesidades que otros. Éramos como cincuenta esperando alguna señal, solo dos fueron contratados.

Le di cinco patadas a la pared de aquel local, estaba enfadado, tan molesto como nunca había estado en la vida. Desesperado cuando las campanas de una capilla cercana habían sonado, señalando que eran las doce del mediodía.

Caminé cerca de una panadería, analicé la situación, dos señoras de mediana edad hacían una fila esperando sus pedidos, una llevaba una canasta y dentro la billetera. Se veían muy distraídas como para ponerse en alerta cuando algo sucediera sorpresivamente. Solté un suspiro de resignación y di media vuelta para seguir con mi recorrido, no podría robar, no si lo hacía en nombre de Jungkook, cómo podría manchar su hermoso nombre con mis actos.

Las horas fueron pasando como campanadas, luciendo lentas pero veloces sin notarlo. El atardecer se desvaneció cuando imploraba por trabajo en una cafetería, que me negó empleo como diez veces. Rogué, rogué sin importar que todos los clientes comenzaran a murmurar, pero me echaron tan pronto como pudieron.

Regresé al edificio resignado, tragándome las lágrimas, tenía mucho en qué pensar pero no quería hacerlo, solo repetía sin parar “perdóname, perdóname, perdóname”. No había conseguido nada, absolutamente nada.


Jungkook me recibió con un abrazo efusivo, aunque lucía cansado. Tomé su mano y nos dirigimos hacia la cama para tomar asiento, juntos sobre el borde. Yo me negaba a mirarlo y él no presionó, sabía que él tenía muchas preguntas, pero sé bien que él no las haría, no cuando me veo tan decepcionado.

—Lo siento… —Susurré con la voz quebrada, tratando de sonar lo más tranquilo posible.— Perdóname… yo…

Estaba tan avergonzado por no haber conseguido nada, me odiaba con todas las fuerzas.

—Está bien, no tienes que disculparte por nada. —Interrumpió Jungkook, tomando mi rostro entre sus manos, mirándome con esos ojitos tan brillantes.

—Soy un inútil. —Justifiqué al borde de las lágrimas.

—No, no. E-es mi culpa, debí conseguir empl-

—¡No! Tú tienes que seguir estudiando, mi deber era cuidar de ti.

—Y lo haces, me has cuidado, nos has cuidado muy bien.

Yo presioné sus manos con mis palmas, adorando su calor corporal. Un puchero se formó en su boquita y en cuestión de segundos comenzó a llorar a todo volumen. Deslizó sus manos de mi rostro y abrazó mi cuello, casi lanzándose sobre mí.

—Bebé, ¿qué…

—¡Escúchame! Eres el mejor novio del mundo, nunca serías un inútil, no entiendes que… has hecho tanto.

—No lo suficiente.


Tomé su cintura entre mis brazos y caímos sobre la cama, sin despegarnos uno del otro. Hasta ese punto, él había mojado mi chaqueta con sus lágrimas. Quería pedirle que no llorara, pero yo estaba a punto de hacerlo. No podía, tenía que ser fuerte.

—¡Taehyung!

—Bebé, por favor…

—Te amo, no importa lo demás.

Nos amamos, no importaba lo demás.

Estuvimos como una hora abrazados, cuando sus lágrimas cesaron y el intenso atentado de lágrimas había calmado en mí. Jungkook ordenó sus libros en un costado y decidimos meternos en la cama para continuar abrazados.

—Nunca había sido tan feliz en mi vida como en estos meses en donde vivimos juntos, amor. —Susurró él, mirándome a los ojos.

Jungkook me enseñó que el dinero no podía pagar por una vida y que el amor no estaba esos kilos de valor dentro de una caja fuerte en el banco, me enseñó que el amor estaba en una sonrisa, en un beso de buenas noches, de buenos días. Me abrió los ojos, me mostró que yo no era alguien malo, solo estaba bañando en dinero y me nublaba la vista. Me enseñó a ser yo sin tener que fingir y entendí que tal vez mi corazón era tan grande como para ajustarse a mi amor por él.

—¿Qué puedes decir de mí? Soy el hombre más afortunado del mundo por tenerte entre mis brazos justo ahora, bebé.

—Yo… solo quiero vivir a tu lado por siempre, quiero amarte para siempre. —Dijo antes de regalarme un beso.


—Jungkook.

Mañana sería otro día, mataría para obtener dinero si era necesario, mataría para darle comida a la persona que más amo.

—¿Sí?

Cásate conmigo.

—… duerme, precioso.

—Está bien, tú igual y sueña conmigo.

—Siempre soñaré contigo…

Dormir era el mejor remedio para todo, para olvidar, para descansar, para detenerse, para calmar: el dolor, el hambre, el miedo y la tristeza. Para olvidar por un rato que estábamos tan débiles y frágiles, haciéndonos a los valientes, muriendo de hambre y de miedo.

Aquella noche había llegado una nueva nota a la puerta, el contenido llevaba consigo dos palabras: “Found you”, que nunca lograron encontrar, porque la nota había sido desaparecida tan pronto como arribó.











Jungkook, el chico tonto ➳taekook [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora