28 de junio — Día 3
La noche ha caído rápido, demasiado para mi gusto, mientras que el día ha pasado entre juegos de cartas, cervezas, risas y muchas horas torrándonos bajo el sol. En este proceso, he terminado descubriendo que la escapada del fin de semana ha sido diseñada por y para mí; como una especie de iniciación. Un poco raro, si me preguntas, pero no lo he dicho en voz alta por si me echaban. También me han explicado que el interrogatorio que me ha hecho Nívea era como una especie de prueba de acceso, para decidir si tengo cabida dentro del grupo o no.
—La prueba no reside en las preguntas en sí —me contó Sara después—, sino en la sinceridad con la que respondas. Y era imprescindible que no dudases, que estuvieras más que dispuesto a abrirte delante de todos los integrantes del grupo, sin diferencias, porque los seis... —carraspeó y se corrigió—, «siete» somos una gran familia.
Al escuchar lo de la «gran familia» me vino a la cabeza Pino, ese gran incordio; pero entonces recordé que en cada familia está el típico cuñado que te cae como una patada en los huevos, y no me costó entender que ese iba a ser su rol en mi vida. Eso sí, me sigue pareciendo fascinante cómo funcionan las mentes de estas personas, con ese rollo sectario que nunca he terminado de compartir; pero que, ahora que ahora que formo parte de él, evidentemente, me gusta.
El grito de Sastre, con las respectivas risas del resto, me traen de vuelta a la playa. Estamos sentados alrededor de una hoguera, tomando los últimos resquicios de cerveza que hay fría, mientras cuentan historias de terror. Por suerte, he podido desconectar de la historia de Pino porque, aunque me duela reconocerlo, me estaba empezando a asustar.
—Eso no ha tenido gracia —se queja Sastre.
—Pero si te ha encantado —le pica Pino, dándole un pellizco en el costado que le saca una sonrisa a su amigo.
—Me toca —dice de pronto Harry, recolocándose en el sitio.
«No me jodas —pienso para mí—, que a ti no sé ignorarte.»
—¿Cuál vas a contar? —se interesa Lisa.
—Esta no te la sabes ni tú —le responde orgulloso—. Es más, es una historia que me he aprendido a propósito para contar esta noche. Y es «La leyenda de los amantes de Maro».
—Sí, venga ya —dice Sara recogiéndose sobre sí misma.
—No me jodas, Harry —se queja Nívea.
—Eso mismo he pensado yo —le confieso al oído y se ríe.
—Cuenta la leyenda —comienza a relatar—, que, en una noche como esta, hase ya sincuenta veranos, un muchacho de nuestra edad se escapó de casa en mitad de la noche para encontrarse, en secreto, con su amado —su voz resuena con esa gravedad que tanto me gusta, pero con un tizne mucho más lúgubre y pesado—. Llevaban años viéndose en secreto, lejos de miradas indiscretas que pudieran delatar ese amor prohibido que podría llegar a costarles la vida. Y tristemente, esta ves, así fue —se lamenta—. La que debería de haber sido una noche más en su historial, el chico cogió la barca que tenía oculta junto a esas piedras —y señala a unas enormes rocas que hay al lado del camino—, y se embarcó, bordeando por la costa, para llegar a la cueva que había sido testigo de sus pecados. Esa noche, sin embargo, el mar estaba más alborotado que de costumbre y la barca se tambaleaba de un lado al otro en un baile amenasador; pero él no se rindió, porque entendió que, si su amado le estaba en la cueva, con semejante marejada, podría estar en peligro. Así que luchó y luchó contra el viento y la marea hasta encontrarse con la entrada de su refugio que, como era de esperar, estaba prácticamente inundada. Gritó su nombre sin descanso, llamando al amor de su vida con la garganta desollada de tanto chillar; y le pareció escuchar su vos pidiendo auxilio desde el otro lado. Pero no, no lo era. Lo que estaba escuchando en realidad era el eco de sus propios gritos, solo que con el bramar del agua era incapas de diferensiarlo. Y, por eso, en un último arrebato de puro amor, se asercó más de lo que debía a las rocas con la barca, y...
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Cuando aprendí a quererte
Подростковая литератураJunio de 2019, Rodrigo acaba de terminar el último curso de universidad y, tras meses contando los días para el que iba a ser el mejor verano de su vida, todo se tuerce. Su novio, después de cuatro años juntos, ha roto con él y Rodrigo necesita hui...