De regreso a casa

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Acrópolis luce tal cual como hace 105 años, el camino a mi casa luce igual, todas las calles son amplias, e incluso yo me siento como hace 105 años. Me siento plena, y feliz.

Se que estoy en el pasado, por el simple hecho de que hay cientos de personas fuera del olimpo reclamando a Zeus. Si tan solo supieran lo idiota que es.

Estoy a tan solo 30 metros de mi casa, admiro lo linda y lo fuera de lo común que es, mi madre siempre quiso ser diferente a los demás, así que de 110 casas blancas que hay en toda la ciudad, la nuestra es amarilla, color pollito. Tan resaltante que quema.

Dios mío que rico huele.

!Musaka!

La mejor comida hecha por mi madre, y por toda Grecia, sus manos eran tan perfecta que todos los dioses comían de ella.

—¿Qué haces ahí Hope?—Mi madre interrumpe mis pensamientos, y se encuentra en la puerta sonriendo, mi corazón se acelera, y tengo ganas de llorar.

—¿Me ves? —Pregunto incrédula

—Claro que te veo niña tonta, no entiendo como pudiste ir al templo después de que Zeus anunciara que te iba a matar.

Espera...

¿Hoy es el día de mi muerte?

Observo mis converse desgastadas, mi braga manchada por el vino que Rea me obligo a tomar, y siento a mi corazón latir mucho más.  Sigo mi instinto y abrazo a mi madre.

La abrazo como si fuera mi último día, aunque lo es para ella. La abrazo con todas mis fuerzas

—¿Están repartiendo abrazos y no me invitaron a este gran festín? —Escucho a mi padre decir, y me abalanzo a sus brazos.

Todo lo que siempre necesité, sentirme en el hogar, en 105 años conocí a miles de alma, y ninguno me hizo sentir como en casa.

Siempre valoramos todo lo que tenemos cuando lo perdemos, aunque en mi defensa, nunca supe que este sería mi última dia.

Maldito seas Apolo.

El simple hecho de recordarlo me llena de ira, si no fuese por el, habría tenido una gran vida, habría visto a mis padres envejecer. Enterrarlos quizás, que mierda, ni siquiera se dónde sus cuerpos descansan.

Tan injusto que Rea me haya borrado la memoria, habría preferido olvidarla a ella y a su mundo de Dioses, que a mis padres.

Los amo.

Ellos son todo en mi vida.

—¿Vamos a comer? —Mi padre se toca su barriga y me dedica la sonrisa más tierna del mundo.

No soy consciente de como el dia transcurre y lo rápido que anochece. He pasado todo el dia en la biblioteca con mi padre leyendo, mientras mi madre nos escucha. Solíamos hacer esto una vez a la semana, y como lo disfrutaba.

—Por cierto, ¿Rea pudo hablar con Zeus? Se que la quieres hija, pero no quiero que nada malo te pase.

—Todo estará bien papa, no debes preocuparte por mí. Esto—Lo señalo a ellos, y me acerco a mi madre—Es todo lo que quiero recordar para siempre. Los quiero tanto, perdón por no repetirlo siempre, pero ojalá se lleven con ustedes, que son lo más importante de mi vida—Me atrevo a llorar después de tanto tiempo, porque vale la pena, porque son las personas que más me quieren en la vida, que me criaron con tanto amor. —Dios, los voy a extrañar tanto—Digo en voz alta.

—¿A qué te refieres con que nos vas a extrañar cielo? —

Me habría encantado responderles, pero al abrir los ojos Melpomene se encontraba a mi lado y tenía un cuchillo en sus manos, podría decir que era el fin de mis días solo por la sonrisa maliciosa que me acaba de dar. Solo me basto contar 3 segundos para que ella me apuñalara.

Eterna condenaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora