Camino a lebadia

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La ruta a Lebadia era la más hermosa, tantos años aquí y nunca paso por mi mente venir acá, supongo que Rea también cuidaba mis recuerdos, y en ningún momento se me ocurrió venir. Después de todo, ¿Era Delfos el oráculo al que íbamos a visitar? Aun no lo sé, Rea paso todo el camino hablando con Calíope y me ignoro completamente.

No quiero discutir con Rea, y si soy honesta, con nadie. Mi corazón está roto y siento a pesar de que probablemente veré a mis padres, han pasado un siglo y no creo que me recuerden. Físicamente no he cambiado nada, pero mi mente y mi corazón es otra cosa. Mi padre se sentiría un poco decepcionado de lo que soy ahora.

—No lo creo, eres el mejor ser humano que existe en esta tierra— Dice Rea acercándose a mi.

—Después de todo la pistolita si trona.

Ella parece confundida y su cara me da mucha risa.

—A veces siento que tus amigos de LAM no te enseñaron nada bueno.

—Aprendí mucho de ellos, incluso estaba a nada de enamorarme de uno—Me gusta picar a Rea, sobre todo si ha pasado una hora ignorándome y haciendo como si yo no existiese.

—Si fuera tú, me quitaría de su lado—Me advierte Caliope.

Me encojo de hombro y susurro que es verdad. Pero como siempre olvido que Rea es una Diosa y puede leer mis pensamientos, así que salgo volando a un rio y caigo en lo hondo, puedo escuchar a Caliope desde lejos muriéndose de la risa. Y me entra una rabia que no puedo controlar.

Finjo que no se nadar y que me estoy ahogando. Se que fue Rea quien salto, y en el fondo de mi corazón siento algo. Ella siempre se ha preocupado por mí, y se que debe ser tan impactante como ella tanto como para mi haberme lastimado. Ella siempre ha sido cuidadosa.

—¿Estas bien? Lo siento yo...— Quizás la hubiera dejado terminar de hablar, pero se veía tan tierna con sus ojitos rojos, que tuve que besarla.

—Siempre seré la fan número uno de este amor— Caliope interrumpe nuestro beso—Pero deben apresurarse porque a mi madre no le gusta esperar.

—Ven te ayudo—Rea me ofrece su mano y junta salimos del lago.

—Que sepas que solo te perdono porque viniste a salvarme después de todo, pero podría haber tenido mi teléfono encima.

—Como si te hiciera falta—Pone los ojos en blanco y me rio.

—¿Por qué tenemos que irnos caminando? Pensé que ustedes solo chasqueaban sus dedos y aparecían donde quisieran.

—Rea, ella dijo que camináramos por ti, por si necesitabas procesar algunas cosas.

—¿Cómo qué? — Pregunto confundida.

—No lo sé, vas a reencontrarte con tus padres después de un siglo Hope. Yo también estaría nerviosa.

Veinte minutos de camino después y nos encontrábamos en un pequeño pueblo, todo lucia muy tranquilo, excepto Rea, ella parecía estar preocupada pero siempre que volteaba a verla ella sonreía. Se que lo hace por mí, pero, aunque no lo admita debe ser duro para ella dejar de ser la favorita de Zeus.

—¿Estas bien? —Le pregunto a Rea, ella asiente y sé que me miente. —¿Por que me mientes?

—¿Qué te hace pensar que lo hago?

—Quizás porque te conozco mejor que nadie.

—Hace 105 de años que no me ves Hope, si te digo que estoy bien es porque lo estoy. No vengas a fingir que te preocupas por mi cuando hace unas horas amaneciste en la cama con otra.

Eterna condenaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora