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Bajamos la calle y doblamos unas dos esquinas hasta llegar a la casa de mi hermana. Beli sacó la llave de su bolsillo y abrió la puerta.

Lo primero que se lograba ver era una sala pequeña con dos sofás medianos color naranja. También había una alfombra marrón que ocupaba gran parte de la sala, una mesita blanca, una TV mediana algo antigua y una enorme estantería. 

Beli me hizo un gesto con la cabeza para que pasara.

— ¿Qué tal?— preguntó.

— Es linda— dije y mi hermana sonrió.

— Espera a ver tu habitación— dijo— esta arriba.

Subimos las escaleras cargando mi maleta por detrás, pasamos por un pequeño pasillo hasta llegar a una puerta.

— En esto es en lo que he estado tan ocupada— dijo y abrió la puerta de mi nueva habitación.

Era un cuarto pequeño con paredes blancas y piso de madera, tenia una ventana que daba vista directa hacia el pueblo y a lo lejos se lograban ver los árboles del bosque. Abajo de la ventana había una cama improvisada. El colchón estaba encima de cajas de madera y cubierto por una sabana blanca y almohadas. Al costado de la cama había una repisa con varios cajones y al otro extremo de la habitación se encontraba un escritorio. También había una estantería para guardar libros y cosas por el estilo; y en el suelo, una alfombra circular gris.

Era simple, pero muy bonito.

— ¿Qué te parece?— me pregunto Beli— se que no es nada a comparación de tu cuarto en casa de mamá y...

— Me encanta, Beli, es perfecto.— dije con total sinceridad.

— Me alegra mucho que te guste— dijo sonrió— claro que tu también lo puedes decorar como quieras... ahora te dejo para que puedas desempacar.

— Esta bien— dije.

Beli salió y cerro la puerta detrás de ella.

No me apetecía para nada desempacar, lo único que quería era irme a dormir.

Desempacare más tarde

Pensé, aparte la mochila y me tumbe sobre lo que se había convertido en mi nueva cama.

***
Estaba en la escuela otra vez, Sam y yo estábamos comiendo en la cafetería, como todos los días.

— ¿Y cómo te fue en el examen?— me pregunto Sam.

— Estuvo más sencillo de lo que esperaba— dije.

— ¿Ves? Te lo dije, eres muy buena en historia. No era necesario que te mataras estudiando anoche— dijo Sam sonriendo.

— Enserió pensaba que me iba a ir mal— admití.

Seguimos comiendo mientras hablábamos de otras cosas por un rato hasta que en un momento Sam volteo a ver su reloj. Nunca antes había visto ese reloj en la cafetería, era de color negro y no tenia números, solo agujas.

— Oh, ya es hora— dijo Sam.

— ¿Hora de que?— pregunte confundida.

— Hora de que me vaya— dijo Sam.

— Pero aún no termino el almuerzo...

En ese momento se escucho un grito en el pasillo y unos tres hombres aparecieron en el comedor con grandes armas. Todos los alumnos comenzaron a gritar, algunos corrieron y otros se escondían debajo de las mesas o de las sillas mientras que los hombres disparaban. Sin embargo, Sam y yo seguimos sentadas. Yo estaba aterrada, con ganas de salir corriendo. Pero por alguna razón, no podía moverme, me estaba empezando a desesperar.

Por su parte, Sam se veía totalmente tranquila, como si nada.

Sin embargo, uno de los hombres armados, caminaba hacia nosotras. Lentamente, sosteniendo el arma de forma amenazante.

— Sam, deberíamos irnos...— empecé. 

— Char, necesito que seas fuerte— dijo, ignorándome por completo— se que esto será duro para ti pero no estas sola— se le veía muy seria, Sam no era seria— quiero que sepas que nunca lo estarás. Fuiste una gran amiga...

— Sam ¿Qué estas diciendo?

— Estoy diciendo que debo irme, mi momento de reencontrarme con el Padre ha llegado. Ya hice lo que tenia que hacer. 

— ¿De que estas hablando?— pregunto desesperada, aunque sabia exactamente a lo que se refería. Podía sentir el pánico apoderarse de mi, algo terrible estaba por ocurrir. 

Entonces el hombre que estaba detrás nuestro disparo y la bala llego directamente hacia Sam. 

Lo que sana a un corazón- TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora