40 ✅

10 2 2
                                    

Un par de horas después; cuando mi madre, Beli y yo terminamos de poner la mesa; tocaron el timbre. Beli corrió a la puerta y vio por el huequillo. 

― ¡Son ellos!― exclamó.

― ¿Y que esperas? Abre― le dije.

― Si, si, si... ¡No, espera!― se volteo hacia mi― ¿Cómo estoy?

Puse los ojos en blanco.

― Estas preciosa, hija― le dijo mi madre― Ahora, abre.

Mi hermana tomo aire y abrió.

En la puerta aparecieron dos señores, un hombre y una mujer algo mayores de edad. Detrás de ellos se encontraba Simon que parecía tan nervioso como Beli ante el echo de conocer a su suegra. 

Los señores Da Silva nos saludaron con mucho entusiasmo y nosotras respondimos el saludo. Simon saludo a mi madre y también a mi.

― Un gusto volver a conocerte, Charlotte― dijo.

― Lo mismo digo― reí. 

Despues, Beli nos invito a todos a sentarnos y los Da Silva se quedaron totalmente impresionados al ver toda la comida que Beli había preparado. Antes de cenar, hicimos una oración para agradecer por los alimentos y por el momento, el señor Da Silva fue el que la dirigió. 

― Señor Dios, te damos gracias por otra Navidad en familia, gracias por los alimentos que tenemos esta noche y por el momento que pasaremos con estas maravillosas personas. Te damos gracias por que hoy es representación del nacimiento de Jesucristo, nuestro Salvador, decidimos celebrarla como es, dándote gloria y agradeciéndote por a ver bajado del cielo para juntarte y morir por nosotros.  Te regonas por el alma de aquellas personas que aun no te conocen, ayúdanos a ser luz y a adorarte por el resto de nuestros días. En el nombre de Jesús, Amén.

― Amén― dijimos todos y empezamos a comer.

― Es la mejor cena de Noche Buena que he tenido en mi vida― expreso la señora Da Silva.

Simon se sirvió un poco de todo en su plato.

― Si que te has lucido con la cena, Bel― le dijo a mi hermana. 

― Mi hijo me dijo que era muy buena cocinera― dijo el señor Da Silva― no estaba equivocado en absoluto.

Mi hermana solo logro sonreír y agradecer, agobiada por tantos elogios. Pero se los merecía, su comida era muy buena. Durante el resto de la cena, el señor Da Silva se la paso contando anécdotas divertidas sobre su juventud y algunas otras de cuando Simon era niño que hacían que el pobre se pusiera rojo de la vergüenza.

La verdad era que Simon resulto ser bastante amable y simpático. Era un gran lector, se había leído toda la colección de las Crónicas de Narnia cuando era adolescente, los libros de Jane Austen, Herman Melville, Julio Verne y algunos autores latinoamericanos como Mario Vargas Llosa, Gabriel García Márquez y José Mauro de Vasconcelos. Así que si, el tipo me agrado.

Simon también nos comento que trabajaba como importados de alimentos, gracias a ese trabajo pudo conocer a mi hermana. A Beli ya se le habían pasado un poco los nervios y logro soltarse un poco más en la conversación. Se le veía feliz, por lo que yo también estaba feliz por ella.

Por otra parte, mi madre había logrado entablar una animada conversación sobre platas y otras cosas de las que hablan las señoras de 50 años con la señora Da Silva. 

Todo marchaba bien hasta de repente, a las 11 de la noche más o menos, escuche que tocaban el timbre. Beli se encontraba en la cocina con Simon y no quería molestarlos, así que fui yo misma a abrir. 

Me aproxime a la puerta pensando quien podría ser a esas horas y mire por el huequillo. Etienne.

Lo que sana a un corazón- TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora