Capitulo 1

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En un reino lejano, en aquel gran castillo con suelo brillante decorado con azulejos color blancos; caminaba un Alfa rubio de ojos marrones, con su corona en su cabeza y una larga capa roja que arrastraba detrás suyo. El Rey de aquel reino era muy perfeccionista, siempre le pedía a su gente que mantuviera el castillo lo más limpio posible; aunque era un poco torpe. Siempre solía caerse y provocarse pequeños accidentes. Afortunadamente su hermano, quien era su mano derecha y también un Alfa, estaba siempre para cuidarlo.

— Corazón, ten más cuidado. Te vas a matar algún día de estos.

El mayor ayudó a su hermano junto a los guardas del pasillo a levantarlo, pues se había caído de las escaleras por pisar su capa.

— G-gracias Doffy... Ay, mi trasero.

Aquel rubio que solía utilizar unas gafas alargadas para ocultar su ojo color cielo, se había negado a reinar. Pues era el mayor y el verdadero heredero al trono. Aunque seguía controlando todo por las sombras, su hermano menor era muy torpe para eso.
Gracias a él, el reino era un lugar feliz. Había algunos lugares donde había pobreza, pero siempre trataban de cubrir todas las necesidades.

Para eso estaba el Príncipe.

El recorría todos los rincones; repartiendo comida, ropa, medicamentos y todo lo que la gente pudiera necesitar. Además era un médico profesional y uno muy talentoso, así que se dedicaba a ayudar donde lo necesitaban.

— Listo. Mañana estarás como nueva.

— Gracias, Príncipe Law. Es un honor para mí ser cuidada por usted.

Aquella señora le sonrió amable, tomando su mejilla a modo de darle un pequeño pellizco de cariño.
El alfa pelinegro sonrió de lado nervioso, no le gustaba mucho el contacto físico.

Después de ella vinieron más pacientes. Algunos ni siquiera estaban heridos ni enfermos, solo querían ver y conocer aquel apuesto Príncipe con mirada gris y sin emoción alguna; pero con su corazón lleno de amabilidad.

Habían muchas jovencitas omegas de varias edades, observándolo con sus manos en sus mentones y con sonrisas enamoradas. A más de una les sacaba un suspiro; y en sus mentes fantaseaban con que aquel Príncipe las invite a comer con él en el castillo.
Era una tradición típica del reino; cuando un Príncipe era cautivado por alguien, invitaba a esa persona a almorzar o tomar un té. Era el honor más grande para cualquier persona, sea hombre o mujer. Afortunadamente allí estaba bien visto y aceptado por la mayoría, a pesar de la época.

— Príncipe Law, cuándo nos invitará a un baile?

— Si Príncipe, nunca ha organizado uno.

Aquellas niñas reían mientras intentaban llamar su atención sin vergüenza alguna, el Alfa pelinegro en su mente reía divertido por sus atrevimientos.

— No me interesan esas cosas, jovencitas. Además deberían estar estudiando, vayan vayan.

Las echo mientas vendaba el brazo de un paciente. Aquellas omegas salieron corriendo mientras reían a carcajadas. Era muy divertido para ellas molestar a aquel apuesto Alfa aún soltero, sin interés en casarse.

Su padre siempre le insistía a buscar una compañera o un compañero, ya que solía estar muy solo y únicamente estaba acompañado de sus guardias y su mano derecha Beppo, quien era un oso polar parlante; un especimen tocalmente raro de ver.
Además Law ya tenía 27 años, estaba en plena edad de casarse y era un Alfa Dominante puro. 
Pero siempre se negaba, y aunque parecía no interesarle el matrimonio, aún no había encontrado al tipo de persona que buscaba. Un Omega que sea un sol que ilumine su oscuridad.

El Príncipe de ojos grises | LawluDonde viven las historias. Descúbrelo ahora