[2]

67 9 1
                                    

El día me hacía entender que había caído en el número de la suerte y tendría un buen día hasta que entré a la dirección por el llamado "urgente" del director. ¡Tremenda sorpresa!

Esperaba que fuera para algo más importante y no para darme una calurosa bienvenida a su honorable institución en la que tendría grandes compañeros de trabajo, incluyéndolo a él. 

Conforme paso más días en este lugar, mi tolerancia con las personas se vuelve cada vez más limitada y no pienso hacer nada para evitarlo.

De repente, la puerta de la dirección se abre y un grupo de mujeres y hombres entra, con sonrisas en sus rostros, energía que parece llegar al cielo y un extraño aire de emoción. No tardo mucho en darme cuenta que la emoción de todos ellos es por verme.

Me pongo de pie rápidamente, en un débil intento de disimular mi incomodidad por esta situación tan bochornosa en la que me ha metido el director, para comenzar a saludar a cada uno de ellos.

Sin importar cuánto intenten disimularlo, igual puedo ver en sus miradas lástima y en su apretón de manos puedo sentir las ganas que tienen de transmitirme alguna especie de fuerza para que continúe "luchando" contra esta situación.

–Es un placer trabajar con todos ustedes, realmente les agradezco la calidad bienvenida y espero nos llevemos muy bien durante mi estadía aquí...-internamente los estoy mandando a todos al demonio por no disimular un carajo.

Salgo de la dirección con los puños y la mandíbula apretada por toda esta estúpida situación cuando alguien se tropieza conmigo en el corredor y se sujeta con firmeza de mi brazo para no caer.

No me di cuenta de que traía algo en sus manos hasta que vi como un montón de hojas comenzaron a volar alrededor de nosotros.

–Profesor Emerson...-dice con voz agitada y los ojos muy abiertos por la sorpresa.
–¿Se encuentra bien?...-ella se suelta de mi brazo y se hinca rápidamente en el suelo para comenzar a recoger todas y cada una de sus hojas.
–¿Y usted se encuentra bien? ¿No lo he golpeado?...-la miro con una mirada cargada de cansancio e incredulidad por sus preguntas.
–Pero si no fui yo el que casi se golpea la cabeza contra el suelo...-me regala una sonrisa tímida y se levanta rápidamente del suelo.
–Parece que me he perdido su bienvenida, señor...-suelto un suspiro y asiento con la cabeza ligeramente.-espero que se sienta cómodo en esta universidad...-extiende una mano en mi dirección, mientras que con la otra sujeta todas las hojas que se le han caído y me regala una sonrisa amable.
–Es usted muy amable...-digo sin más antes de seguir el camino hacia el salón en el que me corresponde dar clases.

Por todo lo que es bendito y bueno, realmente desearía que me tragara la tierra ahora mismo para no tener que ver ningún maldito lugar de esta ciudad.

Creo que lo único bueno de estar aquí es que podré seguir dando clases y hacer lo que me gusta. Eso vuelve a este sitio un poco más tolerable de lo que imaginé al principio.

Este sitio no es tan grande como otras universidades prestigiosas ni tampoco es pequeño como una universidad de un pueblo, por lo que no me es difícil encontrar cada uno de los salones que necesito ubicar.

Termino de colocar las cosas que necesito para la primera clase que daré hoy cuando alguien toca la puerta de mi salón.

Giro mi cabeza hacia su dirección y lo que me encuentro es a una mujer joven, con una sonrisa en su rostro y que me llama con la mano para que me acerque a ella.

–Profesor Emerson...-me dice con firmeza y amabilidad cuando ya estoy frente a ella.-me llamo Lory y soy la encargada de la biblioteca...-asiento ligeramente con la cabeza en respuesta y tomo la mano que me ha ofrecido.-he venido para informarle que su buzón está listo y que también hemos hecho un espacio para usted en los casilleros correspondientes a los profesores que están ubicados en la biblioteca...-siento miedo de responder algo o de interrumpirla porque quizá sea de esas personas que si se interrumpen, se pierden en lo que dicen.-¿puede usted observarlo cuándo tenga un tiempo?...-asiento con la cabeza y me dispongo a decir algo cuando ella extiende su mano hacia mí.-alguien ha dejado esto en su buzón hoy...-tomo lo que me ofrece y ella se va como si fuera un soldado del ejército, sin dejarme decirle nada.

Creía que lo que decía el idiota de Matt era una broma, pero parece que tengo cara de pocos amigos y por eso nadie se atreve a tener una conversación normal conmigo en esta universidad.

Niego ligeramente con la cabeza antes de volver a mi asiento y continuar con lo que hacía antes de que ella viniera. No sin antes colocar el objeto que me ha entregado sobre el escritorio.

Leo nuevamente las notas que he preparado en la cafetería sobre la clase de hoy y analizo lo que diré a los alumnos antes de que mi cerebro retornara hacia ese día en el que ocurrió el suceso en la cafetería.

La rabia invade mi cuerpo rápidamente al recordar a ese desgraciado que dejó su carta encima de mi mesa y simplemente se fue del lugar. ¡Maldito acosador!

Mis ojos se levantan lentamente de las notas y se enfocan en el objeto que me ha entregado Lory minutos antes. No sé cómo no me pude dar cuenta de que lo que ella me entregó es exactamente igual a lo que recibí en la cafetería hace unos días atrás.

Si esto lo han entregado en mi buzón, significa que ese hombre sabe el lugar en el que trabajo y quizás sepa en qué lugar vivo. Esto debe ser una maldición que esa perra desgraciada me ha enviado.

Antes de que pueda reaccionar a botar la carta, mis estudiantes entran lentamente al salón y lo único que se me ocurre hacer es esconderla en mi bolso.

Esa porquería debe de decir un poco de obscenidades hacia mi persona o quizás maldiciones de parte suya por el divorcio. Sea lo que sea, debo ponerle fin a esto hoy y buscar a ese hombre o enviarle una respuesta para que me deje en paz de una buena vez.

El día, las clases, los estudiantes, los profesores e incluso la institución comienzan a tornarse con un aire un poco familiar, no tan pesado como pensé que sería una universidad de una ciudad más grande que el pueblo en el que vivo y eso me resulta cómodo, con un ambiente que llega a agradar después de un tiempo a alguien como yo.

Es curioso que todo lo que le agrada a la gente de la ciudad sean los edificios a los que veo como estructuras detestables y todo lo que me agrada a mí, sea lo que ellos ven como algo insípido y sin vida.

Después de tomar un baño caliente y realizar las notas de mis clases de mañana, me acuesto en mi cama con la intención de descansar el cuerpo, pero sin darme cuenta, entro en un sueño profundo del que horas más tarde despierto cubierto de sudor y con la rabia hasta la tapa de la cabeza.

–Esa maldita mujer sigue mortificando mi vida...-digo antes de levantarme de la cama con dificultad e ir a la cocina por un vaso de agua.

Al pasar junto a mi bolso del trabajo, recuerdo la carta que dejé escondida ahí y que hoy me disponía a ir a la cafetería a hablar con aquel hombre que la ha enviado.

Con el vaso en una mano y la pereza inundando mi cuerpo, me acerco al bolsillo donde la he guardado y la saco para cumplir el deseo de ese estúpido de leer toda la porquería que ha escrito sobre mí.

Suelto el aire con pesadez mientras abro el sobre y saco el contenido de este. Ya con solo leer la primera línea me estoy odiando por siquiera considerar en cumplirle el capricho a ese hombre desconocido.

"Mi querido profesor.

Hoy nuevamente me he encontrado pensando en usted, en su mirada perdida y a la vez concentrada en lo que sus dedos escriben sobre la hoja de papel.
No sé qué es, pero hay algo en usted que me resulta curioso, algo que me mantiene alerta y con deseos de acercarme para por lo menos conocer cómo es la letra del ladrón de mis suspiros y de algunas noches en vela.
Dios, yo realmente quiero conocer qué es lo que lo mantiene atento a escribir sobre esa hoja y a fruncir el ceño como si aquello fuera su enemigo mortal.
Deseo con toda mi alma conocer qué es eso que lo mantiene tan atento y tan distraído.
Dígame, ¿quién es mi enemigo? Ese que lo distrae de mirarme aún cuando yo me siento como la ladrona de todas las oportunidades arrebatadas de las mujeres que desean observarlo, pero no pueden.

Atentamente: Su ferviente observadora.

Leo la última frase una vez más y levanto la mirada hacia la ventana que tengo enfrente para analizar el contenido de esta carta. Tal parece que me he equivocado y que quién ha escrito esta carta no ha sido un acosador sino una mujer.

Observo nuevamente el contenido de la carta y, sin darle la más mínima importancia, solamente me levanto de la silla, tiro la hoja sobre la mesa y vuelvo a mi habitación para tratar de continuar durmiendo.

Mi querido profesor. ♡Donde viven las historias. Descúbrelo ahora