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Observo como mueve sus labios mientras me cuenta una o dos cosas sobre ella que, para mi completa sorpresa, han dejado de ser el centro de mi interés. Siento que sus palabras, al menos las que sí escuché cuando empezó a hablar, se volvieron simples e insignificantes.

Niego ligeramente con la cabeza para que esos pensamientos, o al menos esa opinión tan extrañamente mala sobre ella, solamente se escape de mi mente y me deje tranquilo. No es posible que una persona cambie de esta manera, por ello solo debo sacar ese pensamiento de mi cabeza y darle otra oportunidad a esta chica dulce que tengo en frente.

–¿Te estoy aburriendo?...-pregunta de repente y como una cuerda gruesa me arrastra hacia la orilla de la realidad.-perdona, es que no puedo creer que finamente te tengo en frente y poder decirte todo de mí...-una pequeña sonrisa se escapa de sus labios y la duda nuevamente me intenta hundir en los pensamientos, pero ella lo impide al continuar hablando.-y te puedo asegurar que tengo muchas cosas que decirte...-me dice de una forma un poco coqueta y dulce.
–Descuida, solo tengo la costumbre de analizar las palabras de la persona frente a mí...-e incluso las que no me parecen del todo correctas para el personaje que me vendiste en esas malditas cartas.

Siento que el cuello me arde de la rabia al pensar que esta mujer solamente me dio una fachada y yo estuve a un paso de darle todo de mí a alguien solamente por ello. Soy un maldito idiota.

–Para ser completamente honesta, creo que cuando te escribía las cartas, yo podía ser más yo misma de lo que puedo ser al verte a la cara ahora mismo...-esa frase capta mi atención de inmediato.-de alguna forma, en vista de que solamente me dirigía a ti por medio de las letras, ahora siento que me he quedado sin palabras más rápido que en cualquier otra ocasión...-esa quizás pueda ser la respuesta que estaba esperando para la puta duda existencial que me había surgido hace media hora en esta mesa.

Creo que después de escuchar eso, ahora logro entender el porqué de que me sienta fuera de lugar con ella en este momento y de que no sienta la más mínima conexión con sus palabras.

–Debes tener la certeza de que te sigo viendo como esa chica y que lo que sea que digas ahora, no cambiara el hecho de que me he enamorado de ti...-eso le saca una pequeña sonrisa tímida.-tu mente es tu arma más fuerte, ¿sabes?...-un brillo bastante singular nace en su mirada y una sonrisa más extensa se dibuja en sus labios.
–Usted solía decir eso en mis clases...-y en picada, toda idea que tenía sobre esto, cayó.
–¿Qué has dicho?...-digo antes de tragar una enorme bola de saliva que se ha quedado atorada casi en mi lengua.
–¿Esa era una de sus frases en las clases de literatura, recuerda?...-dejo escapar el aire lentamente y le intento regalar mi mejor sonrisa.
–¿Me puedes decir tu edad nuevamente?...-ladea ligeramente la cabeza y me sonríe con extrañeza.
–Tengo veintidós...-de repente me cae una maldita cubeta de agua fría encima.
–Por el amor de Dios...-me levanto de repente de la mesa. Con una exagerada carga de inconformidad, rabia e incertidumbre y solamente me alejo de ahí.

Puedo escuchar sus pasos apresurados atrás mío, pero ni de puta mierda planeo seguir con esta porquería y menos siguiéndole el juego a una maldita EX ALUMNA. ¡Maldición! Que demonios sucede conmigo y las ilusiones que me hice en la puta cabeza por un par de letras bonitas.

–Dereck...-dice ella al sujetar mi brazo con fuerza cuando ya me ha alcanzado.-¿sucede algo? ¿Acaso dije algo que te ha molestado...-la rabia ha empezado a dominar todo mi cuerpo y mis sentidos, por lo que me suelto de su agarre con brusquedad y me alejo unos pasos de ella.
–¿Acaso estás loca? Fui tu profesor de literatura y pensaste que mandarme cartas de amor anónimas provocaría algún tipo de efecto positivo para ti cuando realmente me diera cuenta de que eras tú...-me rio con notable sarcasmo ante lo estúpido que ha sonado el caso.-soy diez o quizás quince años más grande que tú, he vivido infierno tras infierno por mis decisiones asquerosamente malas y decepcionantes, pero puedo asegurarte que meterme con una chica menor que yo no vendrá incluido en la puta lista...-meto la mano en el bolsillo en el que guarde la única carta de amor que quise traerle para enseñarle y se la tiro en los pies.-no me escribas ni me busque más...-doy media vuelta y sigo mi camino hacia mi apartamento.

Sabía que algo muy malo debía tener esa maldita mujer de las cartas. Nadie en su sano juicio haría un acto tan patéticamente cursi ni endemoniadamente seductor a alguien que ya ha perdido la esperanza de volver a sentir eso.

Llegué a mi edificio más rápido de lo que imaginaba y lo primero que logro divisar en mi buzón en la entrada del edificio es un maldito sobre de color blanco sobresaliendo de la entrada. Maldita sea esa niña entrometida.

Tomo el sobre con la intención de romperlo, pero la curiosidad por saber qué demonios ha escrito, esta vez invade mi sistema de repente y me hace guardarlo en mi bolsillo antes de subir hacia mi apartamento. Me voy a cortar los dedos por ser un completo imbécil y fisgón. 

Doy un portazo a la puerta que provoca que Matt se levante de golpe del sillón y me mire con miedo-odio-desagrado en un instante.

–Ya que me levantaste de putazo, cuéntame la desgracia que atormenta tu dulce y aburrida cabecita...-dice antes de colocar su mano en su frente y hacerse pequeños masajes.
–Fue mi alumna...-se quita la mano de la frente y me mira con él ceno fruncido.
–Claro, pero exactamente quién fue tu alumna...-dice mientras se sienta con latente pereza sobre en sillón.
–La puta mujer de las cartas...-parpadea un par de veces antes de levantarse del sillón y acercarse a la cocina.
–¿Tuviste una salida con la mujer de las cartas?...-pregunta después de darle un sorbo al vaso de agua que tiene en la mano.-¿la mujer de la que te enamoraste desde el día uno?...-asiento con la cabeza en respuesta y lo miro con desprecio.-vaya decepción te llevaste al haber conocido al casi amor de tu vida...-dice con notable sarcasmo.
–¿No me has entendido? La mujer de las putas cartas en realidad tiene veintidós años...-mis palabras lo hacen casi atragantarse con el agua de golpe.
–Demonios...-dice mientras se limpia la boca.-pues sí que has tenido acción, amigo...-dice con sorpresa.
–Y ahora vi esto en el buzón...-digo mientras tiro la carta sobre el desayunador con asco latente.
–Pero la chica estaba contigo, ¿no?...-dice con una ligera pizca de duda.
–Pudo haberla escrito ayer...-se queda un instante en silencio mientras analiza mis palabras.-te aseguro que esta mujer es muy hábil, ya lo ha hecho varias veces, ¿recuerdas?...-se acerca al desayunador y toma la carta con una mano.
–O quizás no es tu exalumna la verdadera mujer de las cartas...-balancea la carta de un lado a otro frente a mi rostro y crea un agujero negro en mi cerebro ante esa posibilidad.

¿Puede ser posible que esa niña realmente no sea la mujer de la que me he enamorado? ¿Y si no es, entonces quién es? ¿Y por qué esa chica me estaba dejando una carta en la cafetería? ¿Justo en esa cafetería? Muchas preguntas y debo averiguar sus respuestas pronto. 

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⏰ Última actualización: Sep 11 ⏰

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