[13]

39 8 0
                                    

Parece que después de todo sí estaba un poco enfermo, ya que los siguientes días tuve que quedarme en casa envuelto en la cobija. Tuvo que haber sido por el frío que recibí cuando me quedé dormido en la cafetería.

Es que no sé cómo no se me pudo ocurrir que la mujer que me escribe las cartas comparte el mismo entorno que el mío y que por eso sabe los sitios a los que voy normalmente. ¡Maldita sea! Como si fuera de mi interés si lo hace o no.

Giro refunfuñando sobre la cama y dirijo la mirada hacia la ventana de la habitación. Aunque si lo pienso bien, sigo chocando con una pared porque no sé si ella es estudiante, o profesora, o alguien que llegó de visita.

–Mierda...-no sé cuál es mi problema últimamente, pero estoy hastiado de tanto darle vueltas a ese asunto sin valor para mí.

Hago el intento de volver a conciliar el sueño, pero el sonido de la puerta de entrada siendo abierta me lo impide. Voy a terminar matando a este maldito de Matt un día de estos por no obedecer cuando le ordeno algo.

Cuando el idiota me empuja ligeramente las piernas para llamar mi atención, yo cubro mi cabeza con la cobija y refunfuño con rabia. Me siento de la mierda y él viene aquí jugando este juego estúpido.

–Dereck...-un escalofrío recorre mi columna vertebral en cuanto escucho la suave voz de mi hermana.
–Hey...-digo después de quitarme la cobija de la cara y levantarme lo suficiente para poder sentarme.-¿cómo?...-levanta la llave y la gira en su dedo. De verdad voy a matar a Matt.
–No sabía a donde más ir...-dejo escapar el aire con fastidio y asiento con aire derrotado.

No es buena señal que esta sea la cuarta vez en este mes que ella se escapa de casa y viene a mi apartamento. Aún a pesar de todas las advertencias de todos nosotros, ella sigue viniendo hacia mí para sentirse segura

Sé que en cualquier momento me contará todo, pero por la forma en la que se ve su rostro, no debe haber dormido en toda la noche. En cuanto tenga la oportunidad, y ella no me esté viendo, debo hablar con Apolo para que venga a llevársela.

Cuando acomodé el sillón con las sábanas y la cobija, ella no se lo pensó mucho para acostarse y tomar una larga siesta que acabó cuando la noche ya pintaba el cielo. Sabía que estaba muerta de sueño.

Por suerte Apolo llegó cuando ella todavía estaba dormida y para evitar que se levantara, fuimos a la terraza a conversar sobre qué es exactamente lo que pasa con ella. Entiendo que todos ellos tratan de no involucrarme en los problemas que ocurren dentro de nuestro hogar, pero muchas veces esos problemas se salen de sus manos.

–Pasa de fiesta en fiesta y llega muy tarde a casa, ya mamá no sabe que decirle para que pare...-por el cansancio que pintaba su rostro antes de que se durmiera, imaginaba que tenía algo que ver con eso.-yo también he intentado hablar con ella, pero sabes que nuestra relación nunca ha sido muy amistosa...-dejo escapar el aire con cansancio y levanto la mirada hacia el cielo.
–¿Entonces me estás diciendo que todas las veces que apareció aquí es porque estaba de fiesta?...-asiente con la cabeza en respuesta y deja escapar el aire con derrota.
–No es cierto...-me levanto lentamente del sillón en cuanto escucho su voz adormilada y con un atisbo de fastidio.
–Quisiera que me explicaras qué es lo que sucede porque juro que no estoy entendiendo nada de esto, Freya...-su rostro se llena de vergüenza rápidamente en cuanto nuestros ojos se cruzan.
–Sabes cómo soy y que no soy de ir a fiestas...-la verdad no entiendo nada de esto.
–Entonces explícame...-se me queda mirando por unos instantes antes de llevar la mano a su bolsillo trasero y extenderla en mi dirección.

Cuando comprendo qué es eso que tiene en su mano, lo tomo y lo acerco a mis ojos para observarlo con atención. Una parte de mí se siente aliviada por saber que realmente ella no está haciendo nada malo, pero otra se siente aterrada de que esto realmente esté pasando.

Extiendo la mano con el carnet de voluntaria del hospital hacia mi hermano y la expresión de este se vuelve sombría de repente. Siento que está a punto de decirle algo hiriente y no puedo hacer nada para detenerlo.

–Debes renunciar...-le dice a Apolo con voz firme.
–No lo haré...-las venas del cuello de mi hermano comienzan a repintarse en señal de la rabia que siente.
–No estoy jugando, Freya...-dice él mientras da unos pasos hacia ella con aire intimidante.-renuncia ahora...-los ojos de mi hermana se llenan de lágrimas y su rostro rápidamente se pinta con una tristeza profunda.
–No...-dice ella en un susurro apenas audible.
–Tú no debes trabajar ahí, sabes muy bien que no tienes ningún deber con ese maldito hospital...-me coloco frente a mi hermana en cuanto veo que él se acerca aún más a ella.
–Apolo...-le digo con voz firme, a lo que él responde apretando la mandíbula y alzando las manos en señal de que va a retroceder.-Freya...-digo muy suave cuando he girado en mi sitio para mirarla.-dijiste que te conozco y es cierto, pero ahora mismo estoy tratando de entender qué es lo que esperas conseguir ahí...-un gemido escapa de sus labios mientras las lágrimas bajan desbocadas por sus mejillas.
–¡Él no volverá jamás, Freya!...-giro la cabeza rápidamente hacia mi hermano y le doy una mirada de advertencia.
–¡YA LO SÉ!...-grita mi hermana con desesperación y rabia.-sé que papá no volverá, pero al menos quiero tener la oportunidad de salvar a las personas, de estar ahí para ellas, y-yo quiero redimirme de no haber estado con él...-sujeto los brazos de mi hermana con firmeza para que me mire a los ojos.
–Si quieres trabajar en un hospital, bien. Sigue adelante y esfuérzate...-los ojos de mi hermana están fijos en los míos.-nosotros no te vamos a impedir hacer eso, pero no en ese maldito hospital y con esa gente que solo desgastaron a papá hasta llevarlo a la muerte...-mi hermana baja la mirada al suelo y yo me alejo unos pasos hasta quedar a la par de mi hermano.

En esos instantes en los que solamente guardó silencio y no levantó la mirada del suelo, sentí que mi corazón iba a explotar en cualquier instante por la forma tan desenfrenada en la que palpitaba.

–Está bien, buscaré otro hospital...-dice finalmente, a lo que yo respondo con un suspiro aliviado y una sonrisa. Sabía que la convencería.

Cuando giro mi rostro hacia mi hermano, este también parece aliviado por esto, pero no dice una sola palabra. Para ser honesto, no me sorprende que solamente pase su brazo por mis hombros y atraiga a nuestra hermana hacia nosotros para abrazarnos todos juntos.

Si soy completamente honesto, no esperaba que mi hermana todavía sintiera ese dolor por la muerte de mi padre. Cuando él falleció, era muy pequeña y no había pasado tanto tiempo con él como mis hermanos y yo, pero para evitar que sufriera un trauma, Apolo prohibió que ella fuera al funeral o que siquiera supiera que estaba agonizando en el hospital.

Mi querido profesor. ♡Donde viven las historias. Descúbrelo ahora