[29]-Parte 3

26 2 0
                                    

La voz de Enzo tratando de detenerme, la adrenalina corriendo por todo mi cuerpo mientras avanzaba hacia la mesa donde ella se encontraba sola y ese extraño sentimiento de que no debía sentirme mal por ella, hicieron de mí un completo desastre.

Entendí muy tarde que había cometido el peor error de mi vida cuando las consecuencias de mi preocupación vinieron y golpearon mi rostro con mucha brutalidad.

Golpeo la mesa suavemente para que se levante, ya que tiene su cabeza acostada sobre ella y aguardo en silencio. Parece que está muy borracha, pero no lo puedo asegurar del todo porque jamás la vi borracha.

Ella levanta la cabeza lentamente y con los ojos medio abiertos, intenta enfocar su mirada en mí. Me perturba como una enorme sonrisa se dibuja en sus labios.

–Miren quién ha venido a rescatarme...-dice cada palabra con bastante dificultad, pero a la vez con felicidad.-mi adorado esposo...-esa frase me deja completamente helado, pero más cuando ella se levanta de su silla y se tira sobre mí para abrazarme.
–Cara...-digo en un susurro y con los brazos completamente estáticos en su sitio a ambos lados de mi cuerpo.-estas ebria...- la sujeto por los hombros para alejarla un poco de mí y hacer que me mire a los ojos.
–Podré estar ebria, pero estoy completamente consciente de lo que hago y de lo que siento...-su insistencia mientras está ebria casi resulta cómica y quizás en otra situación me reiría de ella en su cara, pero por su tono de voz elevado comienza a llamar la atención de varias personas.
–Claro, como tú digas...-rodeo sus hombros con el brazo y comienzo a caminar con ella hacia la salida.
–¿Por qué no puedes ser así todo el tiempo?...-siento su mirada pegada en mi cuello, pero no voy a bajar la mía para mirarla.
–¿Te refieres a un estúpido sin escrúpulos que rescató a la persona que le arruinó su vida?...-ella ríe ligeramente y niega con la cabeza mientras avanzamos por la acera despacio.
–El hombre ingenuo y dulce del que me enamoré...-eso me arranca una risa cargada de ironía y de fastidio.
–Lamentablemente para ti, ese hombre ya no existe...-un paso en falso provoca que mi mano descienda hacia su cintura y de un jalón la atraiga hacia mí.

Sus ojos bajan hacia mis labios y se quedan ahí por unos instantes, pero eso no causa ningún efecto en mis emociones. Quizás en otro tiempo mi corazón hubiera comenzado a latir con violencia contra mi pecho.

–Eres tan hermoso...-eso me arranca una ligera risa.
–Puedo asegurarte que ahora me ves hermoso, pero por la mañana me verás como la mierda más grande de tu vida...-me da una expresión de niña mimada y acuesta su rostro contra mi pecho.
–¿Por qué no puedes solamente amarme como me amabas al principio?...-dice antes de alejarse de mí y ponerse a caminar por su cuenta.
–Cara...-digo antes de seguirla como un padre sigue a su hija malcriada por el supermercado.-déjame llevarte a casa para que duermas y dejes de estar diciendo estupideces...-hago el intento de sujetar su brazo, pero ella se quita con brusquedad y avanza unos pasos más antes de girar para mirarme.
–¿Acaso crees que amar es una estupidez?...-dejo escapar el aire con frustración y hago el intento de responder, pero ella continúa.-yo sé que estás consciente de que te amo y que todo lo que he hecho es por nuestro bien...-ahora siento en mi garganta un montón de palabras groseras y llenas de sarcasmo que quiero tirar directamente en su cara.
–Si quisiera pasar toda la noche escuchando tus estupideces, jamás me hubiera divorciado de ti, pero gracias al cielo ya no cargo un anillo que me encadena a una mujer desquiciada y loca...-su frente comienza a arrugarse y hace un puchero antes de ponerse a llorar como una niña pequeña.

Cualquier otra persona se hubiera aprovechado de ese momento de estupidez total y la hubiera grabado con la cámara de su teléfono, pero ahora mismo estoy sintiendo tanto bochorno que no me siento capaz de sacar mi teléfono para grabarla.

Varias personas que pasan a su lado se cubren la boca para que ella no las vea burlándose de tremendo espectáculo que está armando en media calle. Yo podría haber sido una de esas personas, pero tuve que empezar a sentir remordimiento al verla ebria.

Mi querido profesor. ♡Donde viven las historias. Descúbrelo ahora