[30]-Parte Final

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Desde que me mudé, no había podido conciliar el sueño de una forma tan deliciosa como en esta cama, con el olor familiar de mi casa y con el suave sonido de las aves cantando por la mañana.

Desearía haber podido descansar más, aunque sea unos cinco minutos más, pero la estruendosa de mi madre pronunciando mi nombre al entrar en la habitación y la nalgada que vino después, me hicieron saltar en el colchón y abrir los ojos con pesadez.

–¡Jesús! Son las siete de la mañana, mamá. ¿Qué haces entrando a la habitación así?...-digo cubriendo mis ojos para evitar que la luz que entra por la ventana me pegue directamente.
–Debes levantarte, Dereck e irte ahora mismo...-quito la mano de mis ojos para poder mirarla y comprobar que lo que está diciendo es en serio.
–¿Porqué?...-antes de que ella pueda responder, mi hermana abre la puerta de golpe y entra casi corriendo.
–Estás en todos los medios, Dereck...-estaba a punto de regañarla por venir diciendo estupideces a la habitación, cuando estira su brazo con el teléfono en la mano y me muestra una fotografía mía con la bruja de Cara.
–Pero, ¿que clase de mier...-la puerta se abre nuevamente y esta vez entra Apolo con expresión asustada y con el teléfono pegado a su oído.
–Le aseguro que debe haber un malentendido, esas fotografías deben estar alteradas o deben haber sido hechas por la misma persona involucrada que quiere hundir al señor Emerson...-un millón de pensamientos comienzan a rondar mi cabeza y la confusión es palpable en cada uno de los rostros de mi familia, incluso en el mío.

Sabía que esto podría salir muy mal, entendía las consecuencias que tendría el solamente estar a cinco pasos de distancia de ella, pero el sentimiento de que debía protegerla en ese estado en el que se encontraba, taladraba todo mi sistema y me impedía alejarme.

–¿Qué ha pasado, Dereck?...-susurra mi madre mientras acaricia mi rodilla con delicadeza.
–Lo que ha pasado es que esa bruja se ha aprovechado de mi hermano otra vez...-dice Freya hecha una furia antes de ponerse a caminar de un lado a otro por la habitación. Quiero arrancarme la piel de la cara por no haber meditado bien las cosas antes de lanzarme hacia la trampa que esa desgraciada mujer me tendió.

La puerta de la habitación se abre nuevamente y esta vez es Enzo, quien me mira con su mirada compresiva y ese aire de no querer maltratar aún más mi orgullo con alguna palabra.

–Me tendió una trampa...-mi voz atrae la mirada de todos hacia mí.-yo dejé que ella jugara conmigo otra vez y me hiciera creer una...-me detengo unos segundos para respirar profundamente porque creo que uno de mis pulmones está colapsando por la rabia que siento.-yo soy el culpable de todo y cualquier cosa que quieran decirme por haber sido un imbécil, háganlo ahora...-mi madre pone su mano en mi rodilla e inhala profundamente, más no dice una sola palabra.
–Es normal, estás enamorado de ella y claro que ibas a ir a rescatarla...-dice mi hermana alzando los hombros y mirándome con ojos llenos de comprensión.
–¿Qué demonios es lo que pasa con todos ustedes? Saben que por mucho tiempo los he mantenido preocupados por mí por ser un tremendo imbécil al enamorarme de esa bruja y aún así siguen actuando como si no hiciera nada que los afecte...-Apolo y Enzo se acercan un poco hacia mí, pero en sus miradas no hay reproche ni fastidio.
–Solo pasó, Dereck...-dice Apolo regalándome una ligera sonrisa.
–Sí, no es como que fuera el fin del mundo que aparezcas en la televisión y que vean esa hermosa cara que tienes...-ese comentario de Enzo me arranca una sonrisa que se evapora rápidamente cuando me doy cuenta que tengo que irme lo más pronto posible o la policía me encerrará.
–Será mejor que me marche...-no puedo creer que tenga que irme como si fuera un maldito criminal y no como una persona normal y corriente que vuelve a su casa.

Tomo una ducha mientras las imágenes de la noche anterior vienen a mi cabeza una tras otra: el papelón que esa bruja armó en media calle, el viaje en taxi, sus palabras, la forma en la que se me acercaba y fingía que me amaba o más bien, fingía que estaba ebria.

Respiro profundamente y levanto la mirada hacia el techo al darme cuenta de que he sido un tremendo imbécil al creerle esa artimaña tan antigua, sucia y barata que solamente una mujer desesperada usaría para arrancarle las armas a su enemigo.

¡Maldición! Solo una mujer sucia como esa podría pensar eso porque solo ella sabe cómo, con solo su simple presencia, causa un efecto abominable en mí.

Empaco la poca ropa que traje y me llevo la maleta escaleras abajo donde ya toda mi familia me está esperando en la puerta para despedirse de mí. No es la primera vez que me despido de ellos, pero sigue sintiéndose como una completa mierda.

–Lo arreglaremos, te lo prometo...-dice Apolo sujetando mi hombro con firmeza y dándome esa poca seguridad que solamente él podría darme.
–Pronto iré a visitarte...-dice Freya antes de envolverme con sus brazos y abrazarme con mucha fuerza.
–Ambas iremos...-dice mi madre antes de abrazarme por el cuello con mucha fuerza.-todo estará bien, cariño, ya lo verás...-me alejo para regalarle una sonrisa con la intención de tranquilizarla y beso su frente con suavidad antes de abrir la puerta para salir.

Avanzo por el camino de la entrada, sin mirar hacia atrás ni prestarle atención a la maldita voz de mi cabeza que me está gritando que soy un completo estúpido, con intención de ir hacia mi auto cuando siento la mano de Enzo rodeando mis hombros.

–Debí escucharte cuando me dijiste que me fuera de ahí...-él aprieta mi hombro ligeramente para atraer mi atención.
–No se puede escuchar a la mente cuando el corazón es el que habla, Dereck...-siento que las venas de mi frente están a punto de explotar por la fuerza que estoy haciendo al morder la parte interna de mi mejilla.
–Creí que me estaba enamorando de la mujer de las cartas y resulta que no era así, esa bruja no se había ido de mi cabeza...-él sujeta mi cuello con firmeza antes de hablar.
–Estás enamorado de la mujer de las cartas, Dereck...-niego con la cabeza en respuesta mientras meto mi maleta en el asiento trasero del auto y abro la puerta al conductor para entrar.-y también estás enamorado de Cara y no puedes dejar de estarlo...-enciendo el motor del auto y tengo la intención de irme, cuando él introduce su brazo para impedirme hacerlo.-debes hacerte esta pregunta, Dereck...-sus ojos se cruzan con los míos y solo entonces me doy cuenta que está hablando en serio.-"¿Por quién arriesgaría mi vida sabiendo que también arriesgaría la suya por mí?"...-sin decir más, se aleja del auto y finalmente me deja irme.

Su pregunta rondó por mi cabeza en el viaje de regreso y retumbó cuando me di cuenta que no puedo responder a esa pregunta porque no sé la respuesta. Realmente no sé qué podría responder ante eso o más bien, en manos de quién podría poner yo mi vida.

No sé en qué momento llegué al edificio, pero al menos llegué en una sola pieza y con la puta cabeza inundada de mucha mierda. En ese instante deseaba desaparecer de la faz de la tierra.

Al entrar al edificio, pude ver en el televisor del hombre que cuida la entrada la fotografía mía y de Cara a todo color. Las ganas de vomitar y de querer tirarme de cabeza contra el suelo comenzaron a inundar mi sistema rápidamente.

Me apresuro hacia el sector del correo y abro la casilla mía para recoger todas las cartas que tenga. Solo veo recibos, documentos de la universidad, cosas sin importancia, hasta que...El familiar sobre blanco aparece ante mis ojos y hace que mi corazón comience a latir con fuerza contra mis costillas.

–¿Cómo demonios es posible que sepas cuándo enviar una carta qué alivie mi alma?...-me apresuro a subir las escaleras hacia el piso de mi apartamento y entro rápidamente.

Quizás esta sea la señal que necesitaba para saber que responder ante esa pregunta que me viene taladrando el cerebro desde que salí de mi casa. Dejo las demás cartas sobre el desayunador y llevo su carta hacia mi habitación.

Hoy me he sentido como un maldito adolescente con tantos sentimientos rondando un sistema y dejando que las cosas malas me afecten. Soy un maldito hombre de treinta y resto de años, no puedo sentirme así, no me permito sentirme así.

Dejo escapar el aire antes de comenzar a abrir la carta y prepararme para todo lo que venga escrito ahí que, de alguna forma, me dará consuelo en estos momentos de completa agonía.

Mi querido profesor. ♡Donde viven las historias. Descúbrelo ahora