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Veo por unos segundos más como parpadea el guión de la página en blanco de mi ordenador antes de que me dé cuenta que llevo demasiado tiempo sentado aquí y aún no tengo nada escrito.

Tengo las dos cartas sobre el escritorio y mis dedos sobre el teclado, pero no viene nada a mi mente que me ayude a empezar. Me regaño internamente por siquiera intentar que estas cartas me den algo de inspiración.

Matt se mudó a un apartamento más cerca de donde vive la misteriosa mujer con la que se acostó la otra vez y ahora me encuentro completamente sólo en este diminuto cubículo repleto de cuadros que mi madre me obsequió para no olvidar el calor de mi hogar. De mi verdadero hogar.

Acuesto mi espalda sobre el respaldar de la silla y elevo la mirada hacia el techo en busca de una señal divina que me ayude a inspirarme o algo que me enseñe cómo encontrar una simple palabra para empezar a escribir.

Un extraño e inusual pensamiento cruza por mi mente de repente y, aunque una parte de mí se maldice por siquiera pensar en ello, otra siente la necesidad de ir. Para alguien insensato como yo, ya se sabía cuál parte ganaría.

–Necesito un café...-me levanto rápidamente de la silla y comienzo a caminar hacia la puerta, cuando recuerdo la primera carta que recibí justamente en esa cafetería.

Suelto la manilla de la puerta y me devuelvo a la silla frente al ordenador para poder meditar si realmente vale la pena ir a ese sitio en el que posiblemente una acosadora me esté viendo desde algún econdite o mejor me pego el puto trasero a esta silla para esperar hasta que venga la iluminación divina.

Mi teléfono vibra en mi bolsillo y me saca perezosamente de mi dilema con respecto a una posibilidad de encontrar o no inspiración.

–¡¡Viejo!!...-dice Matt con una voz bastante chillona que provoca que me aleje el teléfono de la oreja.
–Puta madre...-digo con la vibración todavía en el tímpano.-espero que tengas un buen motivo para interrumpir mi momento de escritura o te juro que voy a golpearte por imbécil...-como me salga con algo de su noche de sexo con esa mujer, lo voy a golpear tan fuerte que va a desear no haberme llamado nunca.
–Solo mueve tu culo hacia la cafetería en la que siempre estás escribiendo sobre tus estúpidas clases y eso...-su tono de voz muestra alarma y quizás un poco de preocupación.
–¿Esta todo bien?...-pregunto antes de levantarme de la silla lentamente y acercarme a la mesa junto a la puerta para tomar las llaves del apartamento que guardo en el jarrón.
–Juro que debes venir a ver lo que hay aquí...-no comprendo cómo es que mi falta de ideas me hace salir del apartamento y avanzar hacia la calle.

Pero me sorprende más el hecho de salir del apartamento para seguirle la corriente al imbécil de Matt que posiblemente solo quiere molestarme por quedarme todo el sábado en casa y no ir de fiesta con él.

Conforme avanzo por la acera de las sucias calles, me doy cuenta de que la gente, que desde que llegué a la ciudad me ha parecido completamente perdidos en sus propios universos, muy de vez en cuando levantan la mirada para observar más allá de su propia existencia. Decir eso de unos robots de sociedad debería ser considerado un halago.

Giro en la siguiente cuadra y continúo avanzando por la acera por donde se encuentra la cafetería, cuando una extraña sensación de incomodidad me invade al ver pasar a unas jóvenes junto a mí y sentir que, al ver que estoy de espaldas, se han detenido solamente para mirarme de pies a cabeza o más bien, al revés.

Inseguro hasta de mi propia vida, continúo avanzando hasta el local en donde puedo ver en la pura entrada a mi amigo acompañado de una mujer rubia y con un vestido lo suficientemente apretado para distinguir cada una de sus curvas.

–Matt...-al escuchar mi voz, gira su cabeza rápidamente en mi dirección y se apresura a venir hacia mí.-¿qué demonios haces afuera de una cafetería en lugar de entrar y beber una taza de café?...-niega con la cabeza y me da un atisbo de sonrisa como único intento de seguirme la broma, pero no le sale nada bien.
–Es Cara...-la sensación de hormigueo, del frío del invierno, de la electricidad que recorre la columna vertebral de arriba a abajo y del dolor de una piedra que aplasta con fuerza el pecho cuando se sabe que la dueña del alma ha decidido pisotear aquello que el mundo enseña que es lo más importante, es lo que sentí en ese breve instante en el que hasta el más pequeño recuerdo de nosotros vino a mi mente.

En ese instante, en ese desquiciante y asfixiante momento de confusión, tuve en mis manos la decisión de si debía abrir la única barrera que me separaba de ella o solo dar la vuelta y marcharme de ese lugar para ya no volver a darle el poder sobre mí.

Mi mano se estiró hacia la manilla de la puerta y la sostuvo con firmeza por un breve momento, con la intención de que quizás podría abrir esa barrera que nos separaba, pero entonces algo en mi cabeza se conectó con la realidad.

–¿En serio crees que soy imbécil?...-le digo mientras lo observo por el reflejo de la puerta.-¿en serio me has hecho levantarme de mi escritorio solo para planearme una cita ciegas con alguien?...-de no haberme acercado un poco más a la puerta y no haberla visto mejor, habría creído que realmente era ella.
–Mierda...-dice con los dientes apretados y casi inaudible antes de darme la vuelta para encararlo.-juro que pensé que esa mujer podría hacerse pasar por esa zorra, pero al parecer sigues siendo más listo que yo...-niego con la cabeza en respuesta y desvío la mirada hacia otra dirección para evitar mirarlo. O quizás solo es para evitar que note que estoy nervioso como nunca.

Mi otro débil intento por disimular mi nerviosismo ante tremendo susto que me he llevado por este idiota es cerrando los puños y entrelazando los brazos sobre mi pecho para que me dejen de sudar de una buena vez.

Rápidamente me doy cuenta que de no haber desviado mi atención, no me habría percatado que en la mesa vacía cerca de donde estamos, apoyado en un adorno de la mesa y un servilletero, se encuentra un sobre que me resulta muy familiar y que es probable que tampoco tenga ningún nombre escrito.

Mi querido profesor. ♡Donde viven las historias. Descúbrelo ahora