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Cuando Renjun llegó a la mesa de la cafetería donde solían sentarse todos sus amigos, una sonrisa cálida apareció en su rostro al escuchar –como de costumbre– a Chenle y Jisung peleando por cualquier tontería.

— Hola, hyung. — saludó a Mark que estaba distraído con su teléfono mientras comía para no tener que prestar atención a la discusión de los dos menores del grupo.

— Hey, ¿qué tal todo? — Mark guardó su móvil en el bolsillo cuando Renjun se sentó a su lado, sacando la comida de su mochila. — ¿Te han dado la nota del trabajo?

Renjun sonrió inmediatamente ante la pregunta. La semana pasada tuvo que entregar el dibujo en acuarela de un paisaje, pero no quería hacer cualquier paisaje sacado de internet, así que le había pedido a Mark que le enseñase alguna foto de su infancia en Canadá para poder pintarla. Decir que le quedó precioso se queda corto; cuando se lo enseñó a Mark, el canadiense casi se echa a llorar por la emoción que le produjo ver su infancia plasmada en un papel con tanta belleza.

— Sí, a la profesora le encantó. Resulta que su luna de miel fue en Canadá y también le trajo muy buenos recuerdos. — el menor sacó de su mochila el dibujo y le enseñó a Mark la parte de atrás, donde la profesora había escrito en rojo 9'75 con una carita feliz al lado. — Dijo que no me puso el diez porque faltaba algo de limpieza en las líneas, pero que le había encantado.

— Porque eres un genio, Renjun. — la voz de Jaemin sonó a su espalda y el pelinegro se giró hacia su novio con una amplia sonrisa. — Enhorabuena.

Jaemin, quien llegaba junto a Jeno, se sentó al lado de Renjun, mientras su mejor amigo se sentaba frente a él, teniendo al lado a Jisung. Los dos menores habían dejado su discusión de lado al ver la nota de Renjun para felicitarlo, pero en seguida encontraron otro motivo por el que pelear, siendo esta vez que Chenle le había robado comida a Jisung cuando no miraba el otro.

Todos los demás los dejaron a lo suyo para comenzar a comer y hablar de cualquier cosa. Jaemin apoyó su cabeza en el hombro de Renjun, sujetando entre sus manos la que no estaba utilizando para comer el mayor.

— ¿Donghyuck sigue enfermo? — preguntó Jeno extrañado al no ver al castaño acompañándolos, Mark simplemente asintió con la cabeza.

— Podríamos ir a verlo después de clase, — sugirió Jisung, quien ya se había rendido intentando evitar que Chenle le robase la comida. — si le parece bien, tampoco queremos empeorarle el dolor de cabeza.

Todos estuvieron de acuerdo y Jaemin sacó su teléfono para enviarle un mensaje a Donghyuck antes de que el tema de conversación volviera a cambiar. Tras guardar su móvil, Jaemin llamó la atención de Rejun sigilosamente picando su costado con el dedo índice. El mayor bajó su mirada para encontrarse con los orbes de Jaemin mirándole atento y suspiró mentalmente. Si pudiera ser su centro de atención siempre.

— ¿Quieres venir a mi casa después de ver a Hyuck? — preguntó casi en un susurro para que la conversación quedase entre ellos. — Tengo todavía ropa tuya en el armario, así que no hará falta que pases por tu casa.

— Avisaré a mis padres, entonces. — Renjun sonrió antes de dejar un suave beso en el cabello de Jaemin, recibiendo a cambio un beso en su hombro.

Amaba esos momentos, cuando eran sólo ellos dos en su pequeña burbuja, incluso estando con el resto del grupo. Renjun se sentía tan atendido y amado, aunque muy muy en el fondo sentía que faltaba algo. Sabía que debería agradecer que Jaemin estuviera con él, que debería apreciar cualquier muestra de afecto del castaño por pequeña que fuera, pero faltaba algo.

Todos esos momentos, cuando estaban a solas, cuando se daban la mano, incluso cuando se besaban, se sentían como si fueran sólo amigos por algún motivo. Un motivo que para Rejun estaba más que claro.

Dirigió su vista de nuevo hacia abajo, mirando a Jaemin, o mejor dicho admirando. Pero el chico apoyado sobre su hombro tenía una suave sonrisa en los labios mientras sus ojos se dirigían a alguien más. Renjun miró entonces hacia delante y vio a Jeno masticando con las mejillas llenas de comida mientras atendía a lo que explicaba Mark.

Una vez más, el de cabello negro suspiró internamente.



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Como habían acordado, fueron todos a casa de Donghyuck después de clase, habiendo parado antes en un supermercado para comprar fideos instantáneos -a petición del chico enfermo para que no le vaciasen la nevera-. En ese momento se encontraban todos en la sala de estar, cada uno acomodado en un sitio: Jisung en un sillón, Donghyuck en otro tapado hasta las orejas con una manta, Mark y Chenle en el suelo frente a Renjun, Jaemin y Jeno que estaban sentados en el sofá.

Jeno tenía la cabeza en el regazo de Jaemin, mientras el menor acariciaba y jugaba con sus mechones rubios. Cada vez que Jeno hacía algún comentario sobre lo malo que era Mark jugando a Mario kart o lo mucho que gritaba Chenle, Jaemin miraba hacia abajo con una sonrisa tan brillante que, según Renjun, podría opacar al sol. Y cada vez que Jaemin admiraba al chico en su regazo, Renjun admiraba a su novio, que tan ensimismado estaba que no notaba la mirada del chino sobre él.

El pelinegro sentía su pecho hundirse cada vez más, con una desagradable sensación de amargura. Se sentía mal por notar ese peso en su corazón, pues Jaemin nunca fue frío o indiferente con él; de hecho, cuando pasaban la tarde juntos, solían estar en la misma posición en la que estaban Jeno y él en ese momento. Y sin embargo, había algo diferente. Quizá era la forma en la que Jaemin sonreía cada vez que pasaba sus dedos por los mechones de Jeno. O cómo Jeno miraba al menor con un puchero cada vez que paraba de atusar su cabello. O cómo Jaemin reía levemente ante el gesto del rubio antes de continuar con sus mimos.

Dolía, claro que dolía, pero decidió intentar concentrarse en el juego y no pensar en lo mucho que deseaba que Jaemin también tuviera ese brillo singular en sus ojos cuando era él en vez de Jeno.

— ¿Necesitas salir un momento? — Renjun se sobresaltó un poco al escuchar a Chenle hablarle en chino desde el suelo. Al parecer había estado tan distraído que el torneo ya había terminado y le tocaba jugar a los siguientes, así que simplemente negó a la pregunta del menor con la cabeza y le regaló una sonrisa.

— Estoy bien, no te preocupes, Lele.

A pesar de no estar convencido del todo, Chenle le pasó el mando a Renjun para que pudieran jugar los siguientes y se quedó bajo el mayor con la cabeza apoyada en una de sus piernas, en un silencioso intento de darle ánimos, que Renjun agradeció revolviéndole el pelo antes de focalizar toda su atención en la partida.















do mi ti - renmin/renyangDonde viven las historias. Descúbrelo ahora