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Durante todo el fin de semana, Jaemin no había podido parar de pensar en Renjun y la tarde que pasó con él en su casa. Sus pensamientos variaban desde lo radiante que se veía Renjun, hasta lo amarga que se sintió su sesión de besos.

No es que Renjun besase mal, todo lo contrario de hecho, pero no se sentía correcto. No cuando a pesar de estar besando a su novio, al chico que debía amar como a nadie, estaba pensando en su mejor amigo. No cuando se dio cuenta de que, mientras sus labios seguían el movimiento de los de Renjun, su mente estaba entretenida imaginando cómo sería hacer aquello con Jeno.

No era justo, ni para Renjun, ni para Jeno, ni para él mismo.

Por eso, necesitaba más que nunca hablar seriamente con Jisung y pedirle consejo sobre la situación que él mismo había creado.

Poco antes de que empezase su última clase antes del descanso le había enviado un mensaje al menor pidiéndole que fuese con él en el almuerzo, así que en cuanto el timbre sonó, Jaemin recogió sus cosas a toda prisa y salió como un tornado del aula, dirigiéndose hacia la clase de Jisung.

Lo encontró hablando con un par de compañeros de clase, entre los que vio a Chenle, pero sin darle tiempo a despedirse de ellos, lo agarró del brazo para arrastrarlo hacia algún aula que estuviera ya vacía. Por su parte Jisung, aunque no entendía del todo la situación, le seguía el paso todo lo rápido que podía.

No tardaron mucho en encerrarse en un aula, descansando unos breves segundos para recuperar su respiración, sobre todo Jaemin que era el más alterado de los dos, no sólo por haber casi corrido para llegar hasta allí sino por todos los pensamientos que llenaban su cabeza.

Le había dicho a Jisung que necesitaba hablar con él y pedirle consejo, pero ni siquiera sabía cómo empezar. "Mientras besaba a mi novio estaba pensando en mi mejor amigo" no sonaba para nada bien, a pesar de ser exactamente lo que pasaba. Además, si no podía ni admitirlo en su cabeza, ¿cómo iba a hacerlo en voz alta? Se sentía una mierda de persona y no sabía qué hacer, sólo tenía ganas de encerrarse en casa y llorar.

— ¿Qué es lo que querías hablar? — preguntó Jisung en un susurro, como si temiera alterar aún más al mayor.

Jaemin salió de sus pensamientos y miró con ojos aguados a su amigo, su labio temblando mientras aguantaba las ganas de llorar. Sin embargo, fracasó estrepitosamente cuando sintió la primera lágrima mojando su mejilla y dando paso a un llanto que le desgarraba el pecho.

Al sentir sus piernas igual de débiles que su corazón, se sentó en el suelo con las piernas pegadas al pecho y la cabeza apoyada sobre sus rodillas. Jisung no tardó en acercarse a Jaemin y sentarse a su lado para pasar un brazo por encima de sus hombros, diciendo pequeñas palabras de ánimo a la par que su mano libre acariciaba con cuidado los mechones desordenados de Jaemin.



Así pasaron unos largos minutos, en los que Jisung creyó que se quedarían de esa manera durante toda la hora del almuerzo y no podrían hablar. Sin embargo, se sorprendió cuando el mayor levantó la cabeza, secándose con las mangas de su sudadera las escasas lágrimas que le quedaban en el rostro.

La respiración de Jaemin había vuelto a la normalidad y en aquel momento se encontraba mirando a la nada, en silencio, mientras Jisung esperaba paciente a que decidiera hablar.

Su cabeza era un completo lío. Se sentía la peor persona del mundo y sólo quería evadir a todo el mundo hasta ser olvidado por todos. No tenía ni idea de cómo empezar aquella conversación.

— El viernes Renjun y yo nos besamos. — dijo Jaemin con voz monótona y el rostro de Jisung reflejó toda la confusión que sentía.

— Pero ya os habíais besado otras veces, ¿no? — el mayor asintió con la cabeza, aún sin mirar a Jisung. — ¿Entonces? ¿Esta vez no te gustó?

Esta vez Jaemin negó con la cabeza, mordiendo el interior de su mejilla al notar de nuevo el nudo en su garganta. Jisung simplemente frunció el ceño, aunque se sintió más aliviado al saber que sólo había sido un mal beso.

— ¿Por qué? ¿Renjun besa mal y te has dado cuenta ahora? — bromeó mientras sonreía levemente.

— No, es que estaba pensando en Jeno.

Jisung se quedó atónito. Jaemin lo había dicho con la misma monotonía de antes, pero en las esquinas de sus ojos se podía ver una lágrima asomando de nuevo. Así que, antes de que pudiera volver a llorar, Jisung se acercó más a él y trató de tranquilizarlo, pasando la mano en círculos por su espalda.

— Vale... Wow, no me esperaba eso, pero... — el cerebro del menor trabajaba a toda velocidad para intentar encontrar las palabras adecuadas. — Pero hay solución, creo.

— La única solución es que desaparezca de sus vidas para siempre y así no les haré daño. Soy una mierda, Jisung. — por fin dirigió su mirada al chico, quien no había dejado de mover su mano, ya sin saber si trataba de relajar a Jaemin o a sí mismo.

— No es eso, Jaemin. — dijo casi en un susurro. — Lo que has hecho está mal, pero al menos lo sabes y lo reconoces, ¿no? — a pesar de ser una situación difícil, Jisung mantuvo un tono de voz suave y calmado para no afectar más al mayor.

— Sí, pero eso no arregla nada. — Jaemin dejó de abrazar sus piernas para sentarse con ellas cruzadas mientras jugaba con sus maños nervioso.

— Por eso hay que buscar una solución. Y no me vale lo de desaparecer de sus vidas. — añadió antes de que el mayor pudiera responder algo, provocando una pequeña risa en él.

— No sé, Jisung. — se quedó unos breves segundos callado. — ¿Debería hablarlo con Renjun? Lo más probable es que me deje si se lo digo.

Pese a que la voz de Jaemin transmitía todo el pánico que le producía la idea de separarse de Renjun, Jisung pensó que era la única oportunidad que tendría de hacerle entrar en razón, incluso si le dolía.

No estaba bien meterse en asuntos ajenos, pero después de ver todo lo que estaba pasando, sabía que se les había ido de las manos.

— ¿Y no crees que es lo mejor? — los ojos del mayor se abrieron como platos cuando miró a Jisung.

— ¿Estás loco? No. — negó con la cabeza incrédulo. — No quiero perder a Renjun, lo amo muchísimo.

— Y no lo niego, Jaemin, pero seguir con él después de esto sí que sería cruel, ¿no crees?

Jisung sabía que era chantaje emocional en cierto modo, pero no se le ocurría otra forma de hacerle entrar en razón. Y durante unos segundos pareció funcionar, porque ambos quedaron en silencio; Jaemin hundido en sus pensamientos y Jisung tratando de descifrar lo que sucedía en su cabeza.

El menor se alarmó cuando vio que Jaemin comenzaba a llorar de nuevo, aunque esta vez era un llanto más suave y silencioso.

— Pero lo amo, Jisung, lo amo de verdad. — susurró mientras secaba las pocas lágrimas que mojaban su rostro.

— Quizá lo amas como me amas a mí, pero no como lo haces con Jeno.

Y aquello pareció calar de verdad en Jaemin.






























do mi ti - renmin/renyangDonde viven las historias. Descúbrelo ahora