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Renjun y Chenle estaban sumidos en un silencio extraño. No era incómodo, simplemente había demasiadas cosas que procesar para Chenle.

— ¿Por eso llevas cuello alto ahora? — fue lo único que salió de su boca después de casi tres minutos en silencio.

Las mejillas de Renjun se tiñeron de un tono carmesí que llegaba hasta la punta de sus orejas y trató de arreglar el cuello de su jersey mientras se aclaraba la garganta.

— No me estás ayudado, Lele.

Era domingo por la mañana, demasiado temprano para el cuerpo agotado de Renjun, pero la necesidad de sacarse el feo sentimiento del pecho y aclarar sus pensamientos era mucho más grande que el cansancio. Por eso, había llamado a Chenle para verse en una cafetería que estaba cerca de la casa del menor y le había contado todo lo ocurrido la noche anterior en la fiesta.

— ¿Pero después de despertarte qué hicisteis? ¿No te dijo nada sobre lo que pasó? — preguntó Chenle extrañado y Renjun agachó la cabeza avergonzado, porque sabía que la respuesta que estaba a punto de darle no le iba a gustar ni un pelo al menor.

— Lo dejé durmiendo y me fui. — su voz era apenas un susurro audible, ni siquiera se atrevía a mirar a su amigo.

— Pero le dejaste una nota o un mensaje o algo, ¿no?

La insistencia de Chenle lo hizo sentir peor y pensó con racionalidad en lo que había hecho. Había tenido sexo con uno de sus mejores amigos, le había puesto los cuernos a su novio, había dejado a Yangyang solo en una casa ajena y ni siquiera se había dignado a dar señales de vida.

— No... — cuando se atrevió a mirar a los ojos a Chenle, el pesado sentimiento en su pecho aumentó. — Sé que no es lo correcto, Lele, pero entré en pánico y no sabía que hacer, por eso huí.

Renjun se llevó ambas manos a la cara, intentando contener las ganas de llorar que llevaban persiguiéndolo desde que se había despertado. Era un cobarde y lo admitía. Y lo peor de todo es que estaba contándole todo aquello a Chenle, quien tanto había sufrido porque su exnovio lo abandonaba de la misma manera.

— Hey... Es verdad que no está bien que te marchases así, lo sabes. — en los ojos del menor vio una silenciosa petición para que no sacase el tema de su última relación, así que sólo asintió con la cabeza. Chenle sonrió y sujetó la mano de Renjun por encima de la mesa antes de proseguir. — Ahora que pareces más tranquilo, ¿por qué no hablas con él o con Jaemin?

Debía hacerlo. Tenía que hablar con ambos tarde o temprano, pero no se sentía capaz. En su mente sólo se reproducían escenarios con final trágico en los que perdía inevitablemente a sus amigos y su novio -si todavía podía referirse a Jaemin de esa forma-.

Si le decía a Jaemin que le había engañado, obviamente su relación terminaría y todos sus amigos apoyarían a Jaemin como es normal, porque él había sido un asqueroso infiel.

Y si hablaba con Yangyang, dudaba que el menor quisiera volver a verlo después de haber tenido sexo con él. En primer lugar, porque seguramente sólo había accedido a hacerlo por el alcohol y la adrenalina del momento. Segundo, porque era un cobarde que lo había dejado allí tirado sin decir nada más.

Lo mirase por donde lo mirase se quedaría solo y no le extrañaba, era lo que merecía después de lo que había hecho. Pero aun así no podía evitar que las lágrimas se acumulasen en sus ojos al pensar en perder a todos los que siempre había querido y amado.

— No puedo hablar con ninguno, soy incapaz. — comenzó a hablar mirando hacia sus manos apoyadas sobre su regazo, aguantando con todas sus fuerzas las ganas de romper en llanto. — Me da pánico perder a cualquiera de los dos, los amo muchísimo y no soportaría dejar de compartir mi vida con ellos. Además- — volvió a aclararse la garganta al sentir crecer el nudo que la apretaba. — Además, también perdería a nuestros amigos, ¿por qué querrían ser amigo de un traidor? Ya me parece surrealista que tú no te hayas marchado, sobre todo después de lo que pasó con-

do mi ti - renmin/renyangDonde viven las historias. Descúbrelo ahora