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La pantalla de su teléfono llevaba apagada un buen rato y el único sonido que llenaba la habitación de Jaemin era el agua de la ducha detrás de la puerta del baño. Sin embargo, Renjun estaba tan sumido en sus pensamientos que ni siquiera notó que el móvil que sujetaba no mostraba nada en su pantalla o que la puerta del baño se abrió, dejando ver a un Jaemin que secaba su cabello con una toalla.

Renjun estaba recordando todo lo que había hecho con sus amigos esa tarde. Mentiría si dijera que no se lo había pasado bien, pero seguía sintiendo las ganas de llorar en su garganta ante el recuerdo de Jaemin y Jeno en su propio mundo. Habían jugado varias partidas como todos, pero cuando ninguno de los dos tenía que jugar, se acomodaban en el sofá y se entretenían hablando entre ellos, acurrucados y sonrientes. Jeno incluso le dio de comer unos snacks a Jaemin, llevándolos el mismo hasta los labios del menor. Las mejillas de Jaemin se teñían de un bonito color rosa cada vez que el rubio sonreía a su lado y Jeno lo miraba con tanto cariño que, si no supiera que Jaemin era su novio, pensaría que eran la pareja perfecta.

Pero aquello sería imposible, porque Jeno veía al menor como su mejor amigo, nada diferente.

Renjun, mientras tanto, estuvo toda la tarde intentando no fijarse en ellos, no darle importancia, y casi lo consiguió. Chenle lo entretuvo en todo momento, sin dejarle tiempo para pensar en lo bonito que debía sentirse que Jaemin le amase de la misma forma en que él lo hacía. El dolor en el pecho se quedó ahí, incluso ahora lo sentía, pero al menos no tuvo la necesidad de fingir una sonrisa gracias a Chenle.


— Si piensas tanto, te va a salir humo de la cabeza.

La voz de Jaemin sobresaltó al mayor, a quien se le resbaló el teléfono de las manos, cayendo justo sobre su cara. Jaemin rió escandalosamente al ver a Renjun sobando su frente para aliviar el dolor y dejó la toalla sobre el respaldo de la silla del escritorio para tirarse con cuidado sobre el cuerpo de su novio.

— Y si me asustas así, me dará un paro cardíaco. — el pelinegro suspiró mientras negaba con la cabeza y llevó sus manos a los mechones castaños húmedos de Jaemin, jugando a revolverlos y peinarlos de nuevo.

— ¿En qué pensabas tanto? — el menor cerró los ojos satisfecho con las caricias, dejando que el sueño invadiese su cuerpo.

En lo mucho que quiero ser Jeno.





Pero no podía responder aquello, sería injusto para ambos. La única vez que habían hablado sobre cómo Jaemin se comportaba con Jeno, a pesar de haber comenzado a salir con Rejun, tuvieron una discusión horrible que duró casi dos semanas. Renjun le había reclamado que seguía acercándose mucho al rubio para coquetear con él, pero Jaemin justificó que así solía comportarse con todos sus amigos. Y era cierto, Jaemin intentaría besar incluso a Jisung, pero ambos sabían que las intenciones detrás de acercarse tanto a los labios de Jeno eran muy distintas. Por si fuera poco, durante esa semana y media en la que no se hablaron, Jaemin y Jeno no se separaban ni un segundo; el rubio animaba y hacía reír a Jaemin, mientras Renjun miraba desde lejos. Al final, Jaemin y él pudieron hablar las cosas y decidieron no sacar de nuevo el tema de Jeno, por el bienestar de ambos.

— En el próximo proyecto de dibujo artístico. — en parte no era mentira, debería empezar a preocuparse por el último trabajo que le mandaron. — Tengo que hacer tres retratos.

— ¿¡Tres!? — el menor se levantó del pecho de Renjun, sujetándose con ambos brazos, para mirarlo incrédulo. El chino dejó salir una suave risa y empujó despacio la cabeza de Jaemin para que volviera a acomodarse.

— Sí, pero son sólo los bocetos. Si la profe les da el visto bueno, empezaré a pasarlos a lienzo, pero para eso tendré más tiempo. — Jaemin asintió con la cabeza, cerrando de nuevo los ojos.

Se quedaron así durante un tiempo, hablando de todo un poco hasta que decidieron que estaban demasiado cansados para seguir formulando frases coherentes. Una vez arropados, Renjun abrazó a Jaemin, manteniendo la cabeza del menor cerca de su pecho mientras Jaemin rodeaba su cintura con ambos brazos.

En seguida se escuchó la calmada respiración de Jaemin, que ya había caído en los brazos de Morfeo. Renjun permaneció unos minutos mirando el tranquilo rostro del menor, sintiendo que también caía cada vez más profundo por él, pero no había nadie que lo sujetase.
















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— ¿Y no le dijiste nada? — Yangyang preguntó con el entrecejo fruncido.

— No, — Renjun contestó mientras sacaba sus cosas para la primera asignatura del día — ya te dije que no le diría nada más.

Tanto Yangyang como él habían llegado más pronto de lo habitual, así que tenían tiempo suficiente para hablar de sus cosas sin ser interrumpidos por el timbre. Renjun había aprovechado para contarle lo que pasó el día anterior en casa de Donghyuck y después en la de Jaemin, explicando lo que sentía al ver a su novio tan próximo a Jeno. Y no hacía falta aclarar que a Yangyang no le gustaba nada la situación en la que estaba su amigo.

Yangyang y Renjun habían sido vecinos de pequeños en China, pero dejaron de hablar cuando Yangyang se fue del país para estudiar durante primaria y secundaria. En cambio, el universo decidió unirlos de nuevo en el segundo año de universidad en Corea del Sur, así que Renjun no dudó en contarle toda su situación y tener a su mejor amigo de la infancia como confidente de nuevo.

La única diferencia es que, cuando eran pequeños, le confiaba secretos como "me comí todas las chuches que quedaban" o "escondí el mando de la televisión", mientras que ahora le confesaba lo miserable que se sentía o lo mucho que ansiaba un amor de verdad.

No negaba que el amor de Jaemin no fuera real, sin embargo, no era el que deseaba.

— Sabes lo que opino de todo esto, pero — Yangyang se sentó bien en su silla y colocó su mano sobre la mano del mayor, acariciando con el pulgar la mancha negra del dorso. — estoy aquí para lo que necesites.

— Lo sé, Yangyang. — Renjun sonrió ampliamente. — Y por eso iba pedirte que me dejes dibujarte para un proyecto.

— ¿Sólo para eso me quieres? — el menor alzó una ceja divertido y se cruzó de brazos contagiándose de la sonrisa de Renjun.

— Y para que me compres algo en la cafetería, me apetece un batido de vainilla.

Yangyang negó con la cabeza sin borrar la sonrisa de su rostro y tras un par de súplicas y pucheros de Renjun, accedió a ser su modelo, pero no a comprarle un batido.











do mi ti - renmin/renyangDonde viven las historias. Descúbrelo ahora