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El día tan esperado por el equipo de baloncesto por fin había llegado. Iban a jugar la final en apenas una hora, así que estaban practicando entradas y tiros libres en una mitad del campo mientras el equipo rival lo hacía en la otra. Yangyang quería enterrarse vivo al ver que el equipo contrario no había fallado ni una canasta de todas las veces que habían tirado el balón y, si ya estaba nervioso sólo por la situación, ahora estaba mordiéndose las uñas con un nudo en el estómago.

Sin embargo, sabía que todo su interior no se estaba contrayendo sólo por los nervios del partido, sino también por no encontrar el rostro que esperaba en la grada. Desde que el público había comenzado a llegar, Yangyang no había dejado de ojear los asientos según se iban llenando, intentando buscar a Renjun entre los espectadores. Pero no llegaba.

Toda su concentración debía estar en calentar y en el partido que jugaría dentro de nada, pero le era imposible cuando le faltaba su pelinegro favorito para animarlo. Ni siquiera había recibido un mensaje de apoyo, nada en absoluto, y tenía demasiado miedo de escribirle primero porque necesitaba darle espacio y tiempo a Renjun. No quería hacerlo sentir incómodo o agobiarlo, aunque se moría de ganas de hablar sobre lo que pasó y aclarar su mente o simplemente verlo para asegurarse de que estaba bien.

— Hey, Yangyang, eres el siguiente. — uno de sus compañeros lo trajo de vuelta a la pista y Yangyang se dio cuenta en seguida de que era casi su turno de tirar desde la línea de triple. Pero falló.

Todos los tiros que había hecho los había fallado y, con cada balón perdido, Yangyang perdía algo de esperanza, tanto en el partido como en que Renjun quisiera verlo. Sus compañeros lo miraban con preocupación, pero se limitaban a animarlo sin preguntar al respecto, porque todos sospechaban que se trataba del pequeño pelinegro.

Pronto sonó el silbato que ponía fin al calentamiento y todos los jugadores se reunieron con sus respectivos entrenadores. Repasaron las jugadas que habían practicado y el entrenador dijo quiénes formarían el quinteto inicial, siendo Yangyang uno de ellos. Otro pitido más anunció el comienzo inminente del partido, así que el equipo se dio un último abrazo grupal y cada uno de los jugadores fue a la posición que le tocaba, algunos en el banquillo y otros en la cancha. Yangyang estaba a punto de salir, pero su entrenador lo detuvo.

— Oye, Liu. — el hombre, quien también tenía sus sospechas sobre la actitud de Yangyang, le pidió que se acercase con un gesto. — Llevas todo el rato mirando a la grada... No sé a quien esperas, pero te aseguro que vendrá. Incluso si no puede venir, te apoyará desde donde sea que esté, así que da lo mejor de ti mismo, ¿entendido?

— Entendido, gracias. — hizo una pequeña reverencia antes de acercarse rápidamente a sus pertenencias en el banquillo. Comprobó una vez más sus notificaciones, pero ninguna señal de Renjun.

Con un último suspiro salió al campo e intentó no mirar más a la grada para evitar que el dolor en su pecho creciera.









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El árbitro tocó el silbato indicando el final del último cuarto y por tanto del partido y en seguida se escucharon los vítores de toda la grada y los jugadores del equipo de Yangyang. Habían ganado por tan sólo dos puntos, siendo el último tiro de Yangyang el decisivo para romper el empate y otorgarles la victoria. Sin embargo, la inicial euforia que sintió al anotar y celebrar con sus compañeros se desvaneció cuando miró hacia el público con una inmensa sonrisa, esperando ver al chico que ocupaba todos sus pensamientos.

Y aun así no lo vio. No veía su sonrisa orgullosa, ni sus saltitos emocionados, ni sus ojos brillantes. No veía a Renjun por ningún lado. Fue rápidamente a por su teléfono y buscó un mensaje suyo entre todas las notificaciones que había recibido, pero, de nuevo, no encontró nada.

Quiso no darle demasiadas vueltas al asunto, porque también merecía saborear la victoria con sus compañeros, sin embargo parecía imposible. Por muy sonriente que estuviera en los vestuarios, jugando y bromeando con sus compañeros mientras se duchaban, su corazón no paraba de recordarle que Renjun no había ido al partido. "Estará ocupado con la exposición" se decía a sí mismo para animarse. Y en gran parte era verdad, quizá el mayor no había podido asistir porque esa misma tarde tendría que presentar sus obras finales y había aprovechado la mañana para asegurarse de que todo estuviera en orden. Pero podría haber enviado un mensaje.

Cuando terminó de cambiarse de ropa después de ducharse, aún sentía el peso en su corazón ante todas las posibilidades que pasaban por su cabeza.

Renjun no quiere verme. A lo mejor se ha olvidado de la final. Aunque llevaba mucho tiempo tan emocionado como yo. Quizá simplemente me odia.

Las dudas lo carcomían por dentro, pero no podía hacer nada al respecto, porque al igual que ansiaba ver a Renjun y hablar con él, no quería hacerle sentir incómodo bajo ningún concepto. Así que esperaría pacientemente a que el mayor se acercase primero, le daría todo el tiempo del mundo si era necesario. Incluso si decidía no querer saber nada más de Yangyang, el menor lo aceptaría sin ninguna queja. Si Renjun estaba feliz con su decisión, él lo aceptaría.

Salió del recinto deportivo derrotado, cansado mental y físicamente. Aun así, intentó sonreír al ver a sus amigos esperándolo fuera.

— ¡Enhorabuena! — dijo Hendery con entusiasmo mientras lo envolvía en un fuerte abrazo al que no tardó en unirse Xiaojun.

— Gracias, chicos. — por una vez en el día, Yangyang sintió que su sonrisa era genuina. Se separaron del abrazo y el menor de los tres seguía sonriendo. — ¿Qué vais a hacer ahora?

— Queríamos pasar por la exposición de Renjun... — contestó Xiaojun tanteando el terreno con cautela. — ¿Quieres venir?

La sonrisa de Yangyang flaqueó unos segundos. Mentiría si dijera que no se moría de ganas de ver los cuadros de Renjun, llevaba muchísimo tiempo queriendo ver el resultado. Si el mayor estaba emocionado por el partido final de la liga, él lo estaba por ver su proyecto terminado. Pero no podía.

— Mejor no, lo siento, chicos. — ambos amigos hicieron una pequeña mueca, preocupados por el chico.

— ¿Todavía no habéis hablado? — preguntó Hendery, la emoción que antes había en su voz sustituida por la empatía y la compasión. Yangyang negó con la cabeza.

— No quiero incomodarlo o que se sienta presionado. Si necesita espacio, se lo daré hasta que decida volver a hablar conmigo.

— ¿Y si no lo hace? — la leve sonrisa del menor se borró por completo.

Aunque se había prometido aceptar cualquier decisión que tomase el mayor, deseaba, anhelaba que no decidiera olvidarlo para siempre. Estaba bien si no hablaban todos los días, hacerlo sólo de vez en cuando para ponerse al día ya le bastaba. ¿Pero perder todo lo que tenían sólo por una noche? No sería capaz de soportarlo.

— Lloraré mucho probablemente, pero lo aceptaré. — su intento de hacer más liviano el ambiente fracasó por completo, así que volvió a abrazar a sus amigos, haciéndoles saber que estaría bien.

































do mi ti - renmin/renyangDonde viven las historias. Descúbrelo ahora