09

424 40 10
                                    

Renjun adoraba los miércoles. No por las asignaturas que tenía ese día, ni porque fuese la mitad de la semana lectiva, sino porque era el día que podía quedar con Yangyang por las tardes.

El resto de días ambos tenían cosas que hacer, Yangyang entrenaba y Renjun pasaba tiempo con Jaemin, y sólo podían verse pequeños ratitos entre clase y clase o a la hora del almuerzo. Por eso, apreciaba poder relajarse después de las clases con Yangyang al menos una vez a la semana.

Así que ahora, ambos se encontraban uno frente al otro sentados en una bonita cafetería no muy concurrida, hablando y riendo sin parar. Habían pedido cada uno una bebida y un trocito de tarta para compartir, aunque Renjun prefería observar con ojos brillantes cómo Yangyang disfrutaba del dulce.

— ¿Te dije que sólo tenemos que ganar dos partidos más para ir a la final? — preguntó el menor frunciendo el ceño mientras masticaba.

— ¡No me habías dicho nada! — respondió Renjun con los ojos como platos y una sonrisa enorme. — ¿El siguiente partido es en casa? — Yangyang asintió.

— Por lo que si pasásemos a la final, también la jugaríamos en casa.

— Incluso si jugaseis fuera, iría a verte. — ese simple comentario hizo que Yangyang sintiera una calidez inexplicable en el pecho y tomó otro trocito de tarta con felicidad.

— ¿Tú cómo vas con los retratos? — sus ojos curiosos se fijaron en el pelinegro antes de meterse a la boca el trozo que tenía en el tenedor.

Había pasado una semana desde que le dieron el visto bueno a los bocetos y, honestamente, Renjun sólo había elegido el tamaño de los lienzos y había pasado el primer dibujo a limpio, pero no había tocado ni una vez el pincel. De todas formas, ya tenía todo listo y por fin se sentía inspirado para comenzar, así que no tardaría en ver algo de progreso.

— Sinceramente, todavía no he empezado, pero pronto lo haré. — el mayor desvió su mirada a los labios de Yangyang manchados de nata y tomó una servilleta mientras continuaba hablando. — Aunque no te enseñaré el tuyo.

Yangyang estuvo a punto de quejarse, sin embargo, su respiración se detuvo en cuanto vio la mano de Renjun acercándose a sus labios con una servilleta, limpiando sus comisuras llenas de tarta.

Era un gesto irrelevante en realidad, sólo le había hecho el favor de quitarle los restos de comida. Pero pese a ello, el corazón de Yangyang dio un vuelco, mientras su estómago se llenaba de mariposas, viendo cómo los ojos de su amigo se centraban en su boca. Sin poder evitarlo, se relamió los labios y miró hacia otro lado con las mejillas sonrojadas.

— Te puedo enseñar los otros dos, de todas formas. — dijo Renjun arrugando la servilleta usada para dejarla a un lado.

— Mejor poco que nada, supongo.

Su conversación continuó, a pesar de que Yangyang pudiera escuchar aún los latidos alterados de su corazón resonando en sus tímpanos. Agradecía que Renjun pareciese ajeno a cómo su cuerpo entero había reaccionado a un toque tan simple, que ni siquiera había sido directo por el papel que separaba sus pieles.

Normalmente él era el que más cómodo estaba con el contacto físico, tanto en público como en privado, porque era su manera de demostrar afecto y Renjun lo sabía. Por eso se había convertido en una costumbre besar su mancha de nacimiento cuando quería expresar algo muy profundo. Pero que Renjun iniciase el contacto físico, que fuera algo más íntimo -al menos para Yangyang- que un abrazo y que fuera en un sitio público, era sorprendente cuanto menos.

Lo peor de todo es que sus ojos ahora se distraían con los labios rosáceos del mayor constantemente y casi no podía seguir el hilo de la conversación. ¿Cómo sería tocarlos? ¿Serían suaves por el cacao? ¿Usaría un cacao de algún sabor específico? ¿Cómo sería besarlos?

Sin embargo, la corriente de pensamientos del menor fue interrumpida por una voz desconocida.

— Aquí tenéis un poco de tiramisú, chicos. — la señora que dirigía la tienda dejó un platito sobre su mesa con una gran sonrisa. Por su parte, los dos chicos compartieron una mirada confundida.

— Disculpe, pero... nosotros no hemos pedido esto. — dijo Yangyang con amabilidad.

— Invita la casa. — parecía imposible pero la sonrisa de la mujer creció. — Me recordáis mucho a mi hijo y su pareja, por eso os lo doy.

Esta vez ambos sintieron sus mejillas arder.

Agradecieron a la señora y se quedaron unos largos instantes en silencio antes de reír por lo bajo. La confianza de Yangyang había regresado tras la pequeña interrupción, así que paró un pequeño trocito del postre y lo acercó a los labios del mayor, cuyas mejillas se volvieron a teñir de rojo en cuestión de segundos.

Aun así, Renjun abrió la boca y se comió todo lo que había en el tenedor sin rechistar, haciendo sonreír victorioso al menor. Y su pequeña quedada -o cita, si le preguntas a la dueña del local- en la cafetería continuó entre más risas y charlas.


















— - — - —



















Tras dejar la cafetería y agradecer de nuevo a la dueña, se dedicaron a pasear hasta llegar a un parque donde poder sentarse. Era casi de noche, pero ninguno de los dos parecía querer despedirse del otro, por lo que simplemente estaban alargando su tiempo juntos y disfrutando la compañía ajena.

Renjun apoyó la cabeza en el hombro de Yangyang, quien aprovechó su cercanía para tomar sigilosamente una de las manos del mayor entre las suyas. Aunque estaban al aire libre, sin la protección de las cuatro paredes de sus cuartos, parecía no importarles, porque a fin de cuentas estaban en su pequeña burbuja que siempre les acompañaba hubiera gente alrededor o no.

— ¿Podremos comer juntos después de tu partido? — preguntó el pelinegro levantando la vista hacia el rostro de Yangyang, quien se topó con sus orbes relucientes al devolverle la mirada. — Puedes venir a mi casa y me haces compañía mientras pinto.

— ¿Sólo me quieres para no estar sólo mientras haces un trabajo de clase? — inquirió el menor con una ceja alzada y una sonrisa divertida bailando en sus labios. Renjun sólo rodó los ojos antes de cerrarlos y volver a apoyar su cabeza correctamente sobre el hombro del chico.

— Pues ve a comer con los de tu equipo. — a pesar de utilizar un tono serio, la sonrisa en su rostro lo delataba por completo.

— ¿Podré quedarme a dormir contigo? — preguntó dando un suave apretón a la mano de Renjun.

El mayor asintió con la cabeza y después de su breve conversación, continuaron en silencio, comentando de vez en cuando las cosas que veían por el lugar hasta que decidieron que era hora de volver a casa. Renjun acompañó a Yangyang hasta su apartamento y se marchó hacia el suyo con un sentimiento de calidez que se extendía por todo su cuerpo, había sido una tarde llena de paz y afecto.

Con Yangyang siempre era así: calidez, tranquilidad y cariño.

































muchas gracias por los cien votos 😭🤲🏻 + hice esta tontería pq me hacía ilusión 😞🩷

muchas gracias por los cien votos 😭🤲🏻 + hice esta tontería pq me hacía ilusión 😞🩷

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
do mi ti - renmin/renyangDonde viven las historias. Descúbrelo ahora