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Renjun por fin sentía que estaba haciendo las cosas bien.

Había estado evitando enfrentar la conversación que le debía a Jaemin durante tres días e incluso lo había evitado en los pasillos de la universidad, quedándose en un aula vacía a la hora del almuerzo para no verlo en la cafetería. Ni siquiera respondía sus mensajes o llamadas.

No hacía falta decir que con Yangyang estuvo haciendo lo mismo.

Al menos hoy resolvería el asunto con Jaemin, o eso esperaba. Ignorando todos los mensajes y llamadas perdidas que tenía por parte del menor, le envió un mensaje breve y conciso pidiéndole verse esa misma tarde en el parque donde siempre solían quedar.

Renjun había llegado quince minutos antes por culpa de sus nervios, habiendo parado antes de ir hacia el parque en una tienda para comprar las galletas favoritas de Jaemin, con la tonta esperanza de que si la conversación terminaba mal, al menos tendría un último bonito recuerdo.

Durante el tiempo que estuvo esperando sentado en un banco a la sombra, se detuvo a apreciar su alrededor y una sonrisa nostálgica se instauró en su rostro. En aquel parque tuvieron una de sus primeras citas y el recuerdo parecía más nítido que nunca.

Las vacaciones de verano habían comenzado y Renjun y Jaemin llevaban ya casi dos semanas siendo novios, por eso querían aprovechar que ya no tenían clases para tener citas y quedar con sus amigos. Era un martes cualquiera, pero Renjun sentía cada milímetro de su cuerpo saltar con emoción, porque iba a pasar la tarde con el chico al que tanto amaba.

Jaemin le había avisado de que llegaría un poco tarde, así que ya había buscado un sitio para sentarse con el menor más tarde. Sin embargo, pocos minutos después vio a su novio caminando con una pequeña bolsa colgada del brazo.

— ¿Qué llevas ahí? — preguntó Renjun tras abrazar al menor, quien sonrió ampliamente mientras sacaba lo que contenía la bolsa.

— Dijiste que no se te ocurría qué podríamos hacer hoy, así que... — el pelinegro sintió que se enamoraba más con cada pequeño detalle de Jaemin. — compré lienzos pequeños y pinturas para hacer ese trend de tiktok que querías probar.

Renjun sonrió nostálgico ante el recuerdo. Todavía conservaba el dibujo que hicieron aquel día, era difícil deducir qué se podía ver en el lienzo, pero habían acordado que era un árbol con una ardilla debajo.

Un suspiro escapó de sus labios y su sonrisa, que parecía reflejar la alegría que sintió en aquel recuerdo, se convirtió en una mueca triste. El pelinegro miró a su alrededor buscando algo con lo que distraerse mientras esperaba, aunque no fue necesario encontrar nada cuando sus ojos se toparon con el chico al que había estado esperando.

Intentó disimular el amargo peso en su corazón cuando Jaemin lo saludó con un abrazo, preguntándole si estaba bien y diciendo lo preocupado que había estado al estar días sin saber sobre él. Renjun sólo asintió y volvió a tomar asiento en el banco, dejando un hueco a su lado que en seguida fue ocupado por el menor.

— ¿De qué querías hablar, Ren? — preguntó con cierta preocupación en su voz, lo que hizo sentir aún peor a Renjun. Con cada segundo en silencio que pasaban, Renjun intentaba encontrar la valentía que necesitaba para comenzar a hablar.

— Creo... creo que deberíamos terminar, Jaemin. — dijo finalmente casi susurrando, con miedo a lo que vendría después. — Y te debo una disculpa, una grande.

— ¿Qué? ¿Por qué? — el menor tenía el ceño fruncido, pero cuando Renjun se atrevió a levantar la vista hacia sus ojos, pudo ver aún el cariño en ellos. — No me tienes que pedir perdón por nada. En todo caso es al revés, yo me tengo que disculpar... por todo.

do mi ti - renmin/renyangDonde viven las historias. Descúbrelo ahora