Briser la glace

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Marinette.

Debía aceptarlo,las entrevistas jamás me habían gustado, pero sabía que eran una parte esencial para lograr tener atención, si las aprovechabas podrían traerte bastantes cosas buenas... razón por la que no me gustaban, en realidad a mi no me importaba impresionar al público, claro que era lindo conocer a más personas y que te reconocieran, pero muchas veces eran tan incómodas que prefería olvidarlas.

-¿Es cierto que Gabriel Agreste es demasiado estricto?-

-Claro que lo es, pero hay que tener carácter para liderar una de las empresas más importantes de moda-

-No nos cabe la menor duda, respecto a su hijo, Adrien Agreste, la verdad es que los hemos notado bastante cercanos, y no creemos que sea solo por trabajo, ¿o sí?-

-¿Qué les digo? Adrien es una bomba total, es lindo trabajar con él, pero hay que saber tratarlo también, de un día para otro puede cambiar de actitud, una totalmente opuesta a la anterior. Claro que lleva tiempo, tiempo que se puede tener incluso fuera de la empresa-

-¿Y has sabido manejarlo?-

-Aún me cuesta trabajo lidiar con él, pero creo que nuestra relación se fortalece-

-¿Qué tanto?-

-Más de lo que quisiera-

Y esto sí que es verdad...

La sonrisa de la entrevistadora creció en segundos, justo lo que Gabriel quería lograr en esa gala; tal parecía que todo iba de maravilla.

-Nos alegra escucharlo. ¿Tres palabras que usarías para describirlo...?-

-Obstinado pero bastante dulce y... sumamente atractivo-

-Justo la forma en la que muchas mujeres más lo han descrito, al menos ahora sí podemos saber que no estaban exagerando, aunque dinos, ¿eso te molesta?-

De un momento a otro la sonrisa de mis labios fue disminuyendo mientras aquellas palabras se repetían en mi cabeza, ¿que si me molestaba que muchas más creyeran lo mismo que yo, no sólo eso, que lo supieran con exactitud...?

-... ¿Se encuentra bien?-

-¿P-perdón?... en realidad, y-ya debo irme, lo lamento-

-Pero espere, aún tenemos un par de preguntas más-

No lo resistí, quizá fui grosera pero eso poco me importó, no supe que me pasó, simplemente... quise huír.

Adrien.

Y aquí estaba ahora, luego de... quién sabe cuántos tragos, hablando con aquella preciosa... alcohólica mientras la mayoría que pasaba por la barra nos miraba con extrañeza.

-Marinette, por favor ya deja esa copa-

-Aún no termino... ¿qué te estaba diciendo?... a sí, los hombres son, ¿cómo decirlo? ¡Unos totales idiotas!, dime, ¿por qué tienen que ser así?, ¿acaso es parte de su biología?-

-¿Y me lo preguntas a mí? Preciosa, de verdad pienso que ya has tomado bastante-

-Yo soy una adulta, así que puedo tomar lo que quiera... ¡mesero, un trago más!-

-¡No! Basta ya, y no grites, si es que no quieres salir mañana en televisión como la alcohólica de la noche; ya de por si mi padre me matará por tenerte así-

De pronto ella al fin se detuvo y me miró con seriedad... quizá demasiada.

-... Que bonitos ojos tienes-

Mon amour compliquéDonde viven las historias. Descúbrelo ahora