Une autre façon de voir les choses

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Marinette.

Una noche fría había pasado ya,oficialmente un día secuestrada,luego de pasarla dando vueltas e ideando una forma de escapar,me había dejado vencer por el sueño que tanto había tardado en llegar,siendo despertada por la helada agua que aquellos hombres no habían dudado en derramar sobre mí.

-Buenos días,bonita,para que no digas que te tratamos mal,aquí está,desayuno en la cama,anda que es el último día en el que probarás bocado,y por favor,no desperdicies la comida o harás enojar al jefe y...no querrás otro moretón en ese lindo rostro,¿o sí?-

En cuanto aquel pelirrojo se retiró no dudé en patear el plato,no les había recibido ni un solo pedazo de comida y no lo haría ahora,por nada del mundo,había sido difícil, pero prefería aquello antes que morir envenenada o algo parecido.
Justo al momento la puerta volvió a abrirse para mostrar al hombre del ojo blanco,quien se aproximó lentamente hasta retirar la cubeta que había dejado el día anterior.

-¿No siente más náuseas?,digo,antes de que me la lleve...¿no?...de acuerdo-

Esta vez no me contuve,lo había pensado por horas en la madrugada y aún no lo comprendía.

-¿Por qué...por qué hace ésto?,¿por qué no me maltrata como aquellos otros hombres?-

-...Yo jamás he ocupado la violencia...quizá es difícil de creer pero es cierto,solo hago esto para tener con qué comer,así que pierda cuidado conmigo,no soy como esos dos,ni siquiera trabajo para el señor Agreste...con permiso-

No sabía que pensar con todo aquello...dinero,era solo eso entonces.

Por supuesto...

Minutos más tarde ya lo tenía de vuelta conmigo,llevaba dos baldes,uno lo dejó a mi lado como antes,el otro contenía agua que utilizó para remojar un trozo de tela,aproximándose a mí después para pedir un silencioso permiso...no me opuse,dejé que limpiara cualquier tipo de rastro.
Fue difícil aguantar el dolor que me recorría a cada contacto con los golpes,pero me ayudó el que tuviera la paciencia y delicadeza para limpiar mis heridas,al menos eso.

-No fue solo lo de ayer,¿verdad?...volvieron a lastimarla-

-...Sí-

Dirigí mi vista hacia la comida tirada,él también lo vió,entendiendo todo al momento,justo por eso me había ganado un par de golpes más...sinceramente ya no me habían importado tanto como los primeros,¿qué más podía esperar estando aquí?.

-Ya veo...si fuera usted habría hecho lo mismo,no se preocupe,limpiaré antes de que ese par se de cuenta,en cuanto a usted...mire,ésta vez traje doble playera,huélala para que vea que está limpia,en verdad,mientras voy a tirar eso usted puede cambiarse...si me permite,solo le haré un corte a las mangas y creo que ya no tendrá problemas para ponérsela...oh,también la suya,sujétela-

Justo eso hizo,tomé mi blusa para que no me dejara expuesta una vez callera,guardando de nuevo la navaja para ponerse de pie y levantar la comida de antes,revisando con la otra mano un viejo reloj de bolsillo antes de dirigirse a mí nuevamente.

-Ahora sí,la dejo para que se cambie sin prisas-

Quizá estaba confiando demasiado,pero ya nada me quedaba,no tenía nada que perder. En cuanto me deshice de aquella ropa rota y sucia me dediqué a colocarme la que él había dejado para mí,por suerte era lo suficientemente grande como para no apretar mi vientre,ya solo bastó anudar las mangas que se habían cortado para que las cadenas pasaran. En una vieja habitación sucia y fría,pero al menos volvía a estar tan limpia como podía,y claro,también estaban las mantas que él había dejado para mí la noche anterior.

Mon amour compliquéDonde viven las historias. Descúbrelo ahora