Epílogo

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Marinette.

La luz cegadora del sol llegó a mí una vez salí del auto, maldiciendo cuando los barrotes de la enorme reja quemaron mis manos por el caluroso clima que se desplegaba. No requerí pensar mucho tiempo, al momento las negras rejas se abrieron ante mí y me permitieron el paso a la enorme construcción frente a mí. Las puertas estaban abiertas de par en par, no me extrañó, pero tampoco me detuve un momento a pensar en la razón, algo me llamaba y me exigía entrar de inmediato, como si el tiempo que corría fuera crucial, claro que lo era, el nerviosismo y temblor que me recorrió al ser mis pasos lo único que se percibía al rededor me lo indicaba, una razón muy importante... pero, ¿exactamente cual era?

Caminé por instinto hacia una enorme habitación, el estudio al parecer. Una vez tomé asiento en el elegante sofá frente a mí, pude centrarme en lo muy rápido que latía mi corazón, estaba nerviosa y un poco asustada, comenzaba a cuestionarme el por qué de mi llegada a ese lugar, ni siquiera recordaba haber despertado aquella mañana, y aunque la estancia me parecía conocida, no terminaba de entender exactamente dónde estaba.
El tic-tac del reloj resonaba en los pasillos, y los cantares de los pájaros acompañaban la escena. Estuve a punto de ponerme de pie para salir corriendo una vez él reloj resonó marcando... cual fuera que sea la hora cuando las puertas se abrieron, revelando a una figura rubia que se acercó lentamente. Si toda la situación ya me resultaba extraña, el no poder notar su rostro o sus facciones terminó por aterrarme, sin embargo, no me moví, por alguna razón, mientras más se acercaba, más paz me brindaba, más lograba visualizar su rostro.

-¿Aburrida?-

No pude articular palabra alguna, algo en mi interior me lo impedía, estaba impactada por alguna razón, no reconocía a la hermosa mujer frente a mí, de rasgos delicados y elegante al igual que todo el lugar, muy bien vestida con traje blanco y tacones a juego... me era imposible apartar la mirada de esos bellos ojos verdes, era tan parecida a...

-¿Qué pasa querida?, luces confundida, ¿es que acaso has olvidado quién soy?-

-Y-yo... n-no entiendo que...

-Comprendo, ha de ser incómodo entablar conversación con alguien que jamás conociste-

¿Cómo?...

Antes de terminar de procesar sus palabras, el movimiento de sus brazos llamó mi atención, ¿cómo no había notado el bulto que cargaba?
La suave cobijita terminó por deslizarse suavemente, revelando así a un hermoso bebé de oscuros cabellos y piel pálida que dormía profundamente.

Precioso...

Toda la confusión y terror que segundos atrás me dominaban terminó por desaparecer con tan solo verlo, claro, cómo no hacerlo ante tan lindo pequeño. Tuve que contenerme al notar las intenciones de aquella mujer, deseaba despertarlo, deslizando su meñique suavemente por la pequeña nariz. Mi frustración fue apaciguándose una vez los preciosos verdes fueron revelándose, y pronto, una hermosa sonrisa cuando los enfocó en mí.

- Te esperaba desde hace tiempo... creo que es apropiado que se conozcan -

Extendí mis brazos por instinto una vez el pequeño agitó sus manitas en busca de mi persona.
Lo abracé como si mi vida dependiera de ello una vez fue acercado a mí, era tan cálido, tan suave, tan... pesado pero a la vez tan ligero, era perfecto, mi corazón lo gritaba así mientras mi cabeza fabricaba más y más nudos.

Le dí un poco de espacio cuando lo sentí inquieto, permitiendo que acariciara con curiosidad mi rostro.
Dirigí mi mirada a la rubia que mantenía su presencia en esa habitación, quizá en busca de respuestas, cómo es que este pequeño me alegraba tanto el corazón cuando últimamente era un abismo lo que reinaba en mi pecho, más solo obtuve una sonrisa calmada de su parte.

Mon amour compliquéDonde viven las historias. Descúbrelo ahora