Nuit à aimer

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El suave contacto de nuestros labios, así como nuestras pesadas respiraciones era lo único que podía escucharse en aquel cuarto de baño. Mis sentidos parecían más definidos que antes, siendo cada uno de sus besos lo suficiente para causar un ligero temblor que recorría cada parte de mi cuerpo. Nuestro respirar falló por unos segundos, provocando nuestra separación en busca de oxígeno.

-En verdad... ¿estás totalmente segura de esto?, no quisiera que te arrepintieras después-

-No, yo... estoy lista-

Él dio un par de pasos hacia atrás, desanudando al fin la toalla en su cintura, permitiendo que el seco sonido de la misma al caer fuese lo único que logró percibirse los siguientes segundos. En definitiva mis ojos me traicionaron, aventurándose a recorrer con lentitud cada parte de su exquisito cuerpo hasta detenerse en un punto en especifico... quizás por demasiado tiempo.

Oh, Dios... vamos, no es como que nunca antes lo hayas visto así...

En cuanto aprecié aquella intensa mirada fija en mí, dejé de dudar. Mis manos actuaron por si solas; comenzando con la tarea de deshacerse de cada una de mis prendas, ¿tenía vergüenza? Para nada, él ya me había visto desnuda incontables veces, y aún así en este momento me estudiaba como si jamás lo hubiera hecho, me devoraba con la mirada.

Después de algunos segundos, tomé la seguridad para aproximarme hasta la ducha, siendo seguida de cerca por un callado rubio... no decíamos ni una sola palabra, y aún así, nos entendíamos a la perfección. Una vez las gotas de agua comenzaron a recorrer nuestros cuerpos, no pude evitar dirigir mis manos a su torso ¿A esto se le llamaba deseo? Sin duda sí, varias veces lo había visto modelar trajes de baño y todo tipo de prendas que no dejaban nada a la imaginación, pero tenerlo a escasos centímetros de distancia, con total libertad de tocar su piel... era sin duda una completa delicia.

Terminarás saltándole encima si continúas así...

Me detuve de pronto... ¿esto de verdad estaba pasando? Busqué aquellas esmeraldas al momento, y lo que hallé fue mejor de lo que esperaba: aún no estaba consumido por el deseo, más bien me observaba atentamente, con curiosidad y ternura... había amor en su mirar, acompañada de una suave sonrisa que me atreví a corresponder sin darme cuenta.

Te amo...

Fue como decirlo en voz alta, pues en menos de dos segundos ya se encontraba besándome con suavidad, de una forma tan... embriagante. Muy seguramente mis mejillas estarían ardiendo, el morbo de percibir cada roce de nuestros cuerpos hacía que el deseo fuera aumentando, era una situación tan tentadora que me estaba quemando por dentro, no entendía cómo este hombre podía lograr ponerme así con tan solo unos besos.

-¿Por qué me miras así?-

Fue lo único que pude decir al separarnos un poco.

-¿Cómo?-

-Así... como si...

-¿Estuviera ansioso por ver qué pasará en los próximos minutos, o como si fueras lo único que vale la maldita pena en esta vida?-

-¿A-ambas?-

-Porque ambas son correctas; y por cierto, no sabes lo mucho que me encanta verte sonrojada-

Sus manos pronto comenzaron a delinear mi cuerpo, y no pude evitar soltar un suave jadeo en cuanto sentí el primer roce de sus labios sobre mi cuello.
Tuve la necesidad de sostenerme de algo, y no dudé en abrazarme a él con esmero; no quería que se detuviera. Poco a poco iba perdiendo conciencia en mis acciones, quería que me tocara, que me besara, quería ser completamente suya esa noche, ahogarme entre el placer que podía y sabía que me daría.

Mon amour compliquéDonde viven las historias. Descúbrelo ahora