CAPÍTULO CINCO

923 73 12
                                    

"La hija de Taddeo"

12 de diciembre, Nueva York.

Eros.

Tengo mucha responsabilidad sobre mis hombros después de que murió mi padre, el rey, pero me valió mierda, dije que me daría un receso para procesar la dura muerte de mi padre y así me dejaran de joder por un tiempo el Parlamento. Seré el rey de Italia pronto, solo que ahora estoy dándome unas vacaciones antes de que todo se vaya a la mierda y deba portar la corona real. Heredé el legado más importante, valioso y simbólico para la nación italiana. Aparte del trono, heredé sus socios. La Bratva.

Yo estaba bien por mi cuenta, solo yo con mi mafia, no tenía que seguir órdenes de nadie, fuí un criminal desde muy joven, estuve en la cárcel un par de veces y mi padre me salvó el culo. Fundé la organización cuando tenía tan solo 19 años, ahora, diez años después la convertí en una mafia pequeña muy peligrosa y extremadamente poderosa.

Lo que nadie sabe, es la causa de la muerte de mi padre..., yo fui quien lo mató y jamás me he arrepentido por ello. Aproveche que el viejo se moria de cancer.

Recuerdo perfectamente ese día. Estaba en su despacho revisando el dinero que estaba lavando y ocultando con la machada de ser rey. Entré al despacho con toda mi ropa escurriendo agua, había una tormenta, una fuerte tormenta y no solo afuera de la casa, sino también en mi interior. Su mirada conectó con la mía y frunció el ceño cuando me reparo el aspecto.

—¿Que quieres? ¡Lárgate!

No respondí, me acerqué a él quedando a dos metros de distancia.

—¿Por qué estás así? ¡Me estás mojando la alfombra, bastardo!

Bastardo. Esa palabra fue como el apagado del interruptor de mi poca humanidad. Toleré años y años de maltrato psicológico y físico por parte de él. Y ese día ya estaba cansado de aguantar, solo quería sacarme la ropa sucia, darme un baño y dormir. No solo llevaba agua en mi ropa empapada, sino sangre. Tenía el rostro y el traje salpicado de la sangre de mis víctimas que horas atrás maté lentamente.

—¿Dónde estabas?

—En una fiesta.

Bufó.

—¿A quien mataste? ¡¿Tengo que intervenir como siempre?! Sigues siendo la misma mierda de cuando eras un estúpido niño. ¿Que buscas? ¿Atención? ¡Ya comportate! —Massimo estrelló sus puños en el escritorio—. No sé porque mierda la perra de tu madre no me hizo caso cuando le dije que te regalara. ¡Sabía que serías una carga! ¡Un jodido estorbo!

—¡De mi madre no hables!

—¡¿Seguirás defiendo a la perra esa?! ¡Nos abandonó!

—¡No! —di tres pasos hacia él, un manto rojo empiezó a deslizarse nublandome la razón—. ¡La mataste! ¡La mataste cuando yo tenía seis! ¡Lo recuerdo! —lo agarré del cuello, levantandolo con fuerza de su silla y lo estampé contra la pared—. ¡Cada maldita noche antes de irme a dormir recuerdo cómo ella te suplicó! ¡Te suplicó! La hiciste arrodillar... —me ardieron los ojos, iba a llorar—, se arrodilló y jalaste del puto gatillo. ¡Recuerdo esa noche a la perfección!

Me dio un golpe en el brazo para que lo soltara, pero no. Ejercí más presión.

—¿Lo recuerdas, papá? —reí para no llorar—. Era una noche idéntica a esta.

—¡Eros...! —tose.

Unos cinco minutos después murió. Le arrebaté la vida y nunca me había sentido mejor que después de esa noche.

Dinastía Lombardi [Bosses #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora