CAPÍTULO CINCUENTA

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Belcebú.

Lisa.

Entro al salón de eventos con Eros abriendo las puertas para mí y casi se las tira a su hermano en la cara. Elliot lo regaña en voz baja mientras que el muy descarado se burla de Silas que entra con el ceño fruncido.

Ignoro al par de niños malcriados, me giro hacia Elliot.

—Vamos.

Asiente.

Hoy es el día en el que voy a presentar a Elliot como Consigliere de La Camorra y aunque no lo admita en voz alta, me emociona tenerlo a mi lado, tenerlo al mando de algo tan importante como lo son las organizaciones criminales que tengo bajo mi poder.

Choco mi hombro con el suyo.

—¿Todo bien?

—Un poco nervioso —murmura.

Me burlo con un resoplido.

—Es como cuando me ayudabas con mi trabajo en la mafia italiana.

Me detiene tomándome de la mano.

—No te voy a fallar —promete—. Llevaré tu organización a lo más alto.

Ladeo la cabeza observando con curiosidad.

—¿Acaso quieres quitarme mi puesto? —bromeo con tono serio.

Unos pasos aproximándose detrás de mí.

—¿Es necesario que la toques para conversar? —pregunta Eros con voz amarga.

Elliot resopla y sigue con mis manos entre las suyas, su mirada pasa de mi a su hijo que se sitúa a mi lado mientras agarra mi cadera, posesivo.

—Si quisiera quitartela ya lo habría hecho hace mucho tiempo, hijo.

—Golpe bajo. —Se burla Silas de su hermano.

Les lanzo una mirada cruda a los hermanos Salvatore y avanzo hacia el interior del edificio con Elliot a mi lado. Las paredes blancas y con cristales me recuerdan al laboratorio subterráneo.

—Cuando era joven venía aquí con tu padre —comenta Elliot—. Al maldito bastardo le encantaba patearme el trasero en todos los juegos. Hasta en el maldito ajedrez. Siempre protegiendo a su rey y reina.

Lo escucho sin interrumpirlo. Me volteo hacia él cuando nos detenemos frente a la puerta de cristal oscuro. Todo el club fue remodelado luego de que las pipas de gas explotaran y provocaran el colapso de las pocas vigas y paredes estables del lugar.

—Vale, si, tengo miedo.

Resoplo mirándolo.

—Más vale que ese temor desaparezca o tendremos problemas, Elliot Salvatore.

—Si, señora —dice recobrando la compostura.

Silas se adelanta y abre la puerta dejando que yo sea la primera en ingresar a la habitación. Los hombres que están sentados conversando cortan su charla y se levantan de golpe de sus sillas al verme.

—Señora Coppola. —Saludan al unísono.

Tomo asiento, quedando en la cabeza de la mesa de madera rectangular: Todos mis capos organizados unos frente a otros usando trajes y corbata como si esto fuese una fiesta de quince años. «Solo para impresionarme y que así no les corte la cabeza». He escuchado tantos rumores sobre mí, aparentemente soy la nueva reina de corazones que le fascina cortar cabezas.

Los seis capos vuelven a sentarse cuando les hago un gesto con la mano; Silas se queda junto a la puerta con los brazos cruzados y la mirada al frente mientras que su hermano mayor, Eros, se ubica detrás de mí.

Dinastía Lombardi [Bosses #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora