CAPÍTULO VEINTITRÉS

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"¿Acaso se te desarrolló el Estocolmo?"

Eros.

Estoy tumbado en mi cama, leyendo un libro que tomé de la estantería de la habitación de Lisa. El libro es de romance y está en francés, al parecer ella quiere aprender un nuevo idioma, o bueno, eso fue lo que me dijo Lucia. Y yo de aburrimiento lo leo, porque sé lo que estoy leyendo.

Ya las heridas se están sanando. Mi muslo ya se ve mucho mejor, los puntos me lo quitan en una semana y las uñas que fueron arrancadas están creciendo lentamente. Lucia me está aplicando algo raro para que crezcan más rápido. Así que por el momento debo seguir usando mis guantes de cuero, aunque no los tengo por esa razón en específico.

Hoy fue un largo día, cuando desperté fui a las caballerizas a hablar con Elliot, tuvimos una pequeña discusión y yo no me pude controlar y terminé rompiéndole la cara. Después de eso, fui a recoger a Lisa. Ella quería ir a ver cómo va la construcción del nuevo laboratorio, así que fui con ella. En eso, Piero me llamó a decirme que Volkov desocupó mi mansión, pero que quedó echa un desastre. Le dije que consiga personas para que la limpien y que cambien los pisos, y todo lo que se pueda remover con facilidad. No quiero nada de Volkov en mi casa. Yo iré en unos días. Nikolay volvió a Rusia, así que ahora nos centraremos en acabar con él.

Los ojos se me empiezan a cerrar y termino dormido con el libro en la cara.

***

—Volkov volvió a Rusia, pero no sabemos a qué parte —Lisa empieza a andar por todo el despacho.

—¿Alguna idea de dónde podría estar? —me pregunta Taddeo.

Me pongo a analizar el mapa. Recorro todo el territorio ruso, haber si algún nombre me suena. Un recuerdo viene a mi cabeza.

—Ya quiero irme de vacaciones, lo necesito.

Bebo mi trago, quitándole importancia a lo que dice Nikolay.

—¿A dónde irás, Lombardi?

—A la casa de tu abuela.

Ríe.

—Como siempre de insolente. Yo tengo una cabaña a las afueras de una ciudad. Iré a Krai de...

—Krái de Krasnoyarsk—le digo a Lisa poniéndome de pie.

—¿Seguro? —busca la ciudad en la tableta.

—Si. A las afueras tiene una propiedad, no es tan grande.

—Yo me encargo —Elliot sale del despacho.

Lo tenemos, tenemos a ese hijo de per... Me detengo antes de terminar de decirlo. He leído tantos libros sobre feminismo, que ahora ando pensando muy bien mis palabras antes de decirlas. Aunque ya no las digo o pienso porque principalmente Lisa me interrumpe para que no las termine; «Piensalo tres veces  antes de hablar. Y no solo tres, si tienen que ser más pues se hace», dijo una vez.

Lisa se acerca a mí.

—¿Qué pasó con Elliot? —indaga cruzándose de brazos.

—Una pequeña peleita —levanto un hombro.

—Te hablo en serio.

—Yo también.

Rueda los ojos y se va dándose por vencida. Lleva un par de semanas sin hablarme mucho. Solo me dirige la palabra cuando es estrictamente necesario. Podemos pasar días sin hablar... y se siente extraño.

Yo salgo del despacho. Me voy al lugar donde más paz tengo. Creo que me voy a robar a Lucia.

—Buenos días —entro a la cocina, sentándome frente a ellas en las sillas de la isla.

Dinastía Lombardi [Bosses #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora